ALFREDO INFANTES DELGADO 

"Escribir es hacer enmiendas a la totalidad

2025-03-23

Julio Béjar

 

Escribir es hacer enmiendas a la totalidad

Poeta itinerante, Julio Béjar (Almería, 1987), en los últimos años, se ha mudado más de siete veces de casa. Estudió Filología Hispánica en Almería, continúó estudiando y trabajando en Grenoble y en Lyon y publicó en 2008 su primera plaquette poética titulada Quien no sonríe es culpable, y su segunda en 2011, titulada Mantener lejos del alcance de los niños, por la que recibió un premio en un certamen iberoaméricano en Cádiz. En 2013 su plaquette Mundanzas también fue premiada en un concurso literario en Guipúzcoa. Esta última, convertida en un poemario, Manual de uso para mudanzas, nos habla de lo esencial y de la fragilidad de pertenecer a una generación castigada por la crisis. Posteriormente, en 2020, publica Conocimiento del Medio, también premiado en Cuenca, y en 2022 con su proyecto Trashumancia aborda, utilizando la poesía y la música, la necesidad de quienes criados en la gran ciudad y las nuevas tecnologías, necesitan volver a los orígenes y conectar con la naturaleza.

En 2018 fue antologado en Algo se ha movido. Antología de jóvenes poetas andaluces (Granada, Ed. Esdrújula).

Pero Julio también escribe teatro y es actor, haciendo audioteatro y trabajando en varios cortometrajes y compañías teatrales como La Duda, A Dos Luces y la Compagnie de Léo. Obtuvo el Premio Calderón de la Barca por su obra Empieza por F, escrita tras la muerte de su padre, en la que los protagonistas realizan una especie de viaje iniciático y de reencuentro. Una obra con humor para superar el dolor por la pérdida. La pandemia también le inspiró otra obra en la que los afectos son el eje: Cuando las canciones dejen de hablar de nosotros.

Ha participado en iniciativas culturales que buscan confluencias con otros lenguajes; y con su Audiobarrio (2023) propone un completo recorrido sonoro y poético por los barrios que rodean la Alcazaba de Almería con un propósito dignificador de la zona.

En suma, sus proyectos se extienden en direcciones variadas y se encuentran con la música, con otras artes y tecnologías, porque a un artista como él le gusta jugar y abrir el proceso creativo también al azar y al riesgo. Canto y bailo a lo imperfecto en aras de la inclusión y el respeto. Escribo para encontrar serenidad y actúo para seguir enganchado al presente... Escribir es hacer enmiendas a la totalidad, nos dice.

Todo sobre sus trabajos puede consultarse en diferentes redes, pero especialmente en su web www.juliobejar.com

Lavar a un padre

 

El día que tu padre no puede valerse por sí mismo

y tienes que lavarle, ese día,

entiendes lo que es la patria.

Un hombre que te dio tanto a cambio de nada

y que un día ves ahí, sentado,

pidiéndote perdón por no poder valerse por sí mismo.

Un hombre que era una montaña,

un hombre que sabía todas las respuestas,

un hombre que madrugó para saciar tu hambre,

un hombre con el que tampoco hablaste mucho,

un hombre que te quiso sin conocerte del todo,

un hombre que vivió lo mejor que supo,

y que un día ves ahí, desconocido, humillado,

como un rey sin trono pidiéndote perdón,

perdón por no poder valerse por sí mismo,

perdón por estar de mierda hasta el cuello,

perdón porque eres el único que puedes lavarle.

El día que lavas a tu padre entiendes lo que es la patria.

 

***

 

Introducción a casi todo por Gloria Fuertes

 

La poeta de los niños, le decían.

¿Se dice poeta o poetisa?

Un día vino a mi colegio e hizo dedicatorias

para todos y todas los niños y niñas

que asistieron al acto.

¿Poeto o poetiso?

Tenía la voz de una niña trasnochada,

de una cupletista cancerosa.

Hablaba de la paz y los columpios, 

del feminismo y la menstruación.

¿Período o periódico?

Quería ir a la guerra para pararla,

decía que si un niño tiene un libro en las manos

jamás sujetará una pistola,

que la televisión embrutece,

que ella era mujer de pelo en pecho y poeta

y de no haber sido mujer

hubiera ganado el Nobel,

que la poesía no era escribir versos,

que poesía no eres tú ni yo,

que la mayor soledad es la soledad de dos cuando

uno solo ama,

y se sentaba sola a escribir

como quien se sienta a hacer un milagro.

Ella me enseñó que

la ternura puede ser revolucionaria

y la risa un medio para la reflexión,

que no te define lo que amas

sino cómo lo amas,

que el amor no crea cotos ni pedestales:

amar a niños, abuelos, mujeres, hombres,

aves, insectos, ciudades grandes o aldeas.

Da igual.

Lo que habla de ti es la calidad de tu amor.

Ámalo todo

y ámalo fuerte.

 

***

La tormenta

 

El viento se pasea

golpeando

las campanillas

que cuelgan

en el pórtico

 

Los sonidos despiertan

y corren a los oídos

de la mujer que asoma

a ver la tormenta

anunciada en sus

ojos

 

***

 

El de ojos grises

 

…algún día

construimos altas torres

para dar un gran salto

Inmortales se pasean entre un oído

y otro

mostrando la flor que balancea

lo precario y lo permanente

la indolencia

el vértigo

el manto de colores

que llama a los ojos

durante la lluvia

 

***

 

El guardián

 

La casa se vuelve sobre mí

para desplegar sus alas

de dragón

 

Ciudad abre tu pecho

y deja ver

el aire nocturno

ofrecido a la

transformación

 

No soy un niño

 

sólo el deseo de posar una mano

y reconocerte tibia

húmeda

entre los juegos del amanecer

que se

van

 

***

Terrorismo

 

Apretar el gatillo solo es el resultado.

La civilización que oculte su barbarie no se conocerá del todo.

Comprender no significa perdonar.

Terrorismo es decir ideología y no materias primas.

Terrorismo es dar gracias por ganar cuatro euros la hora.

Terrorismo es pensar que la generación más

preparada de la historia está condenada al exilio

mientras otros vienen a robarnos el trabajo.

Terrorismo es lamentarse por la generación más

preparada de la historia cuando en otros países

no hay historia ni generación.

Terrorismo es que pase lo que pase

siempre podrás volver a casa de tus padres.

Terrorismo es llamar a los alimentos genéticamente

modificados la panacea del hambre mundial.

Terrorismo es la pobreza con sobrepeso.

Terrorismo es creer que en otro país te humillarán menos.

Terrorismo es decir que crisis significa oportunidad en chino.

Terrorismo es llamar a la precariedad el germen

del espíritu emprendedor.

Terrorismo es llamar libertad, igualdad y fraternidad

a nacer, crecer y morir en un suburbio.

Terrorismo es recalificar montes después de un incendio.

Terrorismo es quedarse en casa y no prender fuego

a las ratas que dictan las leyes de la mercadotecnia.

Terrorismo es escribir endecasílabos a la iridiscencia del otoño.

Terrorismo es tener que escribir esto

y no bellos endecasílabos a la iridiscencia del otoño.

Terrorismo es esperar que la poesía cambie el mundo.

Terrorismo es lo que acaba convirtiendo a un hombre

en un hombre capaz de apretar el gatillo.

 

***

 

Películas americanas

 

Las películas americanas –de Hollywood, quiero decir–

nunca defraudan. Sabes que siempre encontrarás

madres muy rubias preparando suculentos desayunos,

adorables sheriffs obesos,

héroes tan mediocres como nosotros,

casas con jardín y cortacésped,

coches tan buenos que no necesitan cerrarse con llave,

pasillos con taquillas,

bailes de fin de curso y un primer beso.

 

En las películas americanas

no encontrarás colas de espera ni simulacros.

Los malos nunca serán de tu familia.

Apaches, nazis, soviéticos, amarillos, terroristas,

extraterrestres o capitanes del equipo de fútbol

jamás explicarán su absoluta crueldad

y tú podrás odiarles y sentirte feliz.

 

 

 

 

Pero a veces ocurre diferente.

Es como el cuento del campesino

que dejó su tranquila aldea

creyendo que en el pueblo vecino

la hierba sería más verde.

Y luego se marchó a la ciudad

pensando que allí ganaría más dinero.

Y luego al extranjero donde todo

funcionaría más rápido.

 

Y cuando llegó a la frontera miró al cielo y dijo:

sacrifiqué mi querida aldea para entender

que en cualquier parte del mundo

las estrellas son inalcanzables.

Y podría ser un cuento popular ruso,

alemán, vietnamita o iraquí –porque

en cualquier parte hay un campesino

dispuesto a aleccionarnos–

pero no una película americana.

 

No sé si me explico.

Yo podría seguir dando vueltas a este poema

hasta encontrar un final sorprendente,

un cierre ingenioso que no decepcione

o una moraleja que te haga feliz,

pero vaya donde vaya no habré acertado del todo.

Siempre existirá otro sitio mejor,

lejos de aquí,

donde tampoco aprendamos a ser felices.

 

***

El Río

 

Lleva una Iglesia

el tren se prepara a partir

la mujer cuelga la ropa

     frente al valle

 

Cuidando la empalizada

     un perro duerme

en los giros de un niño

     a su alrededor

 

     un globo

atado a las ventanas agotadas

toma el viento del sur

     coloreado de oro

     por las mieses

que acunan al muerto

 

***

 

Muertos

 

Se han mordido unos a otros

en desesperación

 

Tendidos

con los ojos abiertos

esperan

 

Derramo el vino sobre mi cuerpo

La comida me llega hasta el cuello

No me levantaré

 

Mis ojos

pasean por las calles

vagabundos lisiados

su adición o desaparición nada agrega

 

El mármol blanco

de las ciudades poderosas

me reprocha creer

que el sol descenderá

sobre esta ciudad

 

***

 

Ciudad infalible

 

Puede que la ciudad más perfecta del mundo

no funcione,

 

que el metro de ultimísima generación

incumpla su nocturna frecuencia,

que los semáforos se descoordinen

o que ni siquiera

haya un portal a oscuras donde refugiarnos.

 

Pero tu sexo no,

tu sexo es infalible.

 

***

 

Corrupción urbanística

 

Voy a construir un boulevard

de tu cama a la mía.

 

Utilizaré ese tipo de losa granulada

que se pone en las aceras

para orientar a los ciegos.

 

Y así, a oscuras, en la noche,

vengas a corromper mi cuerpo.

 

***


Ropa sucia

 

Lo que más me gusta de la convivencia

 

es mezclar nuestra ropa sucia.

Tu tanga negro y mis calcetines de listas

aprendieron a perdonarse la dureza de la jornada.

Ellos saben, mejor que nadie,

que el día a día consiste en ocultar los huecos

que otros habitaron;

y que el placer convive con el desecho.

No se hacen reproches.

No hay malas caras.

Saben que la fiesta desmemoriada del centrifugado

les dará una nueva oportunidad.

 

***


Fecha de caducidad

 

Todos los productos tienen fecha de caducidad:

los mejillones en conserva, las tortillas precocinadas

y nosotros dos.

Las impresoras son diseñadas para que a los tres años,

ellas solitas, se rompan.

No hay sombrilla que dure dos veranos.

 

Pero como «el amor es eterno mientras dura»:

¡carpe diem esta batidora! ¡carpe diem este radiador!

Son las cosas de Adam Smith.

 

Con nosotros pasa algo parecido.

Así que no pierdas demasiado tiempo mirando el reverso

y elígeme. No necesitas tarjeta de fidelidad.

Ya sabes donde estoy:

soy hermano de sangre de los productos

que pueblan las baldas más bajas de los supermercados,

aquellos que no importa que se rompan

con el beso de las ruedas trucadas de los carritos.

 

Ven a por mí antes de que me rescate la comida congelada.

Bésame de lleno en los veinte años antes

de que me funda la inocencia en las tragaperras.

 

Ven y fóllame, corazón,

—porque follar no es malo—

antes de que desaparezcan las cabinas telefónicas

y las llamadas a números que recuerdas de memoria.

Antes de que el amor se me cure

o me caduquen las ganas entre los dedos.

 

Fóllame, corazón,

antes de que esta fiebre se autodestruya en 3, 2, 1

 


 

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