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MANUEL RUIZ TORRES
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2024-11-17
Generosidad
La generosidad es una de las virtudes fundamentales a desarrollar si queremos enriquecer nuestra vida interior y dar presencia al ser espiritual. Constituye un valor moral, es decir, que para percibirla en toda su plenitud no basta con entenderla intelectualmente, sino también es necesaria ponerla en práctica.
Propongo al amable lector un ejercicio, ‘Aprovechar todas las oportunidades posibles para hacer algo generoso’ con el objetivo de desarrollar la generosidad como algo inherente a nuestra vida, como algo incorporado de forma natural a nuestro estilo de vida.
La generosidad es una virtud (de la partícula vir, fuerza) que proporciona una robusta fortaleza interior, basada en el hecho de ser ejercida con total libertad, de tomar conciencia de la propia riqueza y valores y de establecer vínculos. Todo ello, ejercicio de la libertad, descubrir mis riquezas y consolidar vínculos, me hace más fuerte.
En estos días estamos viviendo ejercicios colectivos e individuales de gran generosidad frente al desastre de la DANA en Valencia.
En estas situaciones no faltan los críticos a esta generosidad, que la tildan de hipócrita y de una fachada, que oculta las carencias del Estado que debería ocuparse de estas situaciones sin que los ciudadanos tuvieran que hacerlo por cuenta propia.
No estoy de acuerdo con estas críticas. Sin negar el hecho de que el Estado debería asumir el papel preponderante en la resolución de estos desastres, no debería impedirse ni menospreciarse la labor altruista de las personas que se entregan a ayudar, porque una de las grandes conquistas de la evolución del ser humano es el comportamiento altruista, la capacidad de ayuda mutua.
Hasta hace poco, se afirmaba que el ser humano es egoísta por naturaleza y que el altruismo es una pátina cultural, procedente de determinado tipo de creencias e ideologías.
Lo que se ha descubierto en los últimos años, gracias a investigaciones en la paleoantropología de los cuidados y en psicología evolutiva, es que el ser humano es también altruista por naturaleza. Lo que ha permitido al ser humano salir de infinidad de crisis y momentos difíciles no es el egoísmo, sino la ayuda mutua en el seno de la sociedad (otro logro evolutivo).
El egoísmo por sí solo permite la supervivencia, pero salir de una situación difícil con intención de desarrollar plenamente la vida, requiere de la ayuda mutua que sólo puede articularse en su totalidad con la convivencia.
En definitiva, tanto si tenemos vocación por el bien común y fortalecer lo social, como si queremos aspirar al desarrollo interior, al despertar de nuestra naturaleza más elevada y de las realidades espirituales, vamos a tener que empeñarnos en desarrollar la generosidad en todos los ámbitos cotidianos hasta hacer que forme parte de nuestro estilo de vida.
Por tanto, este ejercicio, ‘Aprovechar todas las oportunidades posibles para hacer algo generoso’ es imprescindible.
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