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J M HERMOSO "Por consiguiente, la historia es un mosaico colectivo. |
2025-05-04
Los ungidos
Desmitificando la Historia
La historia, en su esencia, se construye y se vive. La pregunta crucial reside en quién la escribe y quiénes son considerados sus verdaderos protagonistas. Tradicionalmente, se ha impuesto una narrativa donde la importancia se distribuye de forma desigual. Sin embargo, los avances de la ciencia, a través del análisis de restos óseos, sugieren un panorama primigenio donde la igualdad era una constante entre los primeros humanos. Conversando con Fran Valdivia, este me decía: “Fue con la transición al Mesolítico, evidenciada por la recolección intensiva de cereales, y de manera más marcada con el advenimiento del Neolítico —el descubrimiento de la agricultura, la ganadería y la cerámica—…”. En ese momento pensé: es aquí cuando comenzaron a gestarse las desigualdades y emergieron las figuras de los “ungidos”.
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En este contexto, se vislumbra un sistema jerárquico. Dioses, reyes, tribunos… una vez establecidos, delegaron en una clase de escribas —los “mercachifles”—, revestidos de pompa y un fuerte espíritu corporativo, la tarea de redactar la Historia. Su misión era clara: ensalzar a sus creadores como los únicos y legítimos protagonistas, transmitiendo un relato dictado por el poder. Esta concepción de la historia, lamentablemente, ha persistido hasta nuestros días.
Esta perspectiva ha calado tan hondo que incluso hoy algunos consideran que las experiencias y vivencias de la gente común no merecen ser catalogadas como historia.
Ciudadanas y ciudadanos del mundo, la universalidad nos pertenece a todos y a todas.
Por consiguiente, la historia es un mosaico colectivo.
En pleno siglo XXI, ha llegado el momento, sin complejos ni vacilaciones, de romper con estos roles preestablecidos, con estos moldes y estereotipos que elevan a unos pocos como protagonistas a expensas de innumerables antagonistas silenciados y olvidados. Escribir sobre los hechos reales de quienes no son dioses, reyes o tribunos —la gente sencilla— es, en sí mismo, Historia con mayúscula.
Un ejemplo paradigmático lo encontramos en la figura de Jorge Mario Bergoglio. Su ascenso al papado como Francisco —un protagonista innegable en los anales de la Iglesia Católica— se produjo en un contexto marcado por la curia y los millones de “antagonistas” que representaban las voces marginadas dentro de la institución. Sin este telón de fondo, sin estas tensiones y desafíos, la figura de Bergoglio probablemente habría permanecido en un segundo plano, como la de tantos otros sacerdotes.
¿Qué es, entonces, la Historia? Es la universalidad misma, la fuente de donde emana y quien verdaderamente la construye.
Pero, atención, individuo común, tú, que formas parte de esa universalidad y eres visto como un antagonista desde el púlpito de los poderosos, debes saber que los “mercachifles” te dirán: tú no puedes escribir la Historia.
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