MANUEL RUIZ TORRES
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2024-12-29
Un nuevo Año
Un nuevo Año con la esperanza de empezar proyectos que se resisten, de alcanzar objetivos, de dejar atrás situaciones que nos pesan y ensombrecen, de plasmar, en definitiva, los sueños de siempre que aún permanezcan vivos en nuestro interior.
Sin embargo, el ingrediente necesario para llevar a cabo esas realizaciones, nuestra actitud interior, no es fácil de activar. Los planes y proyectos no se ejecutan solos, requieren de valores y aptitudes que muchas veces no sólo no están activadas, sino que apenas alcanzamos a saber cuáles son.
La filosofía proporciona ayuda en este sentido, especialmente la aquella que abandona el campo especulativo para adentrarse en el terreno de la práctica y la acción. Algunas propuestas son:
— Distinguir entre las cosas que dependen de nosotros y las que no. Las primeras requieren toda nuestra atención, las segundas no deberían preocuparnos.
— Desarrollar la generosidad, genuino logro evolutivo en el proceso de humanización, que cristaliza en la búsqueda del bien común en las sociedades, la suma positiva (“yo gano, tú ganas”).
El apoyo mutuo es la gran palanca con la que mover el mundo.
— Cada acción provoca una reacción; cada causa tiene su efecto. Como diría el poeta Amado Nervo, somos “arquitectos de nuestro propio destino”. Se recoge lo que se siembra, seamos conscientes o no. Esta idea proporciona un gran poder: el poder-hacer, puedo cambiar mi futuro.
— Reconocer nuestros apegos, aquello a lo que nos aferramos. Los que se tienen a bienes temporales, aquellos que desaparecen con el paso del tiempo, generan frustración y sufrimiento. Deberíamos aspirar a ser menos dependientes de estos apegos para ganar libertad.
— Reflexionar, dirigir nuestra meditación hacia nosotros. Imprescindible siempre.
— Todos los seres humanos somos excelentes, al menos en potencia. Esta idea encierra dos perspectivas igualmente importantes: por un lado, la fraternidad y, por otro, el camino de la autosuperación, y ambas abren escondidos tesoros interiores.
— Alimentar la vida interior, ámbito interno donde podemos comprender la realidad en la que nos desenvolvemos, donde nos representamos las ideas, donde vivimos nuestros sentimientos más humanos, donde podemos encontrar sentido a la existencia. La vida interior es el escenario de nuestra espiritualidad, de nuestra creatividad, de nuestros valores y sólo nosotros tenemos acceso a ella. La vida interior se puede enriquecer y alimentar con el acceso a la belleza, las virtudes, la amistad, el contacto con la naturaleza, el estudio y es el máximo exponente del ser humano.
Si estas ideas se transforman en valores morales, es decir, si se aplican, ayudan a desarrollar lo mejor de nosotros mismos, requisito primordial para alcanzar todos los sueños y objetivos que nos hemos propuesto.
Bienvenido, este nuevo Año, una nueva oportunidad para ir tras nuestros sueños. No hay nada más frío que un cementerio de sueños muertos, como diría el filósofo Jorge Ángel Livraga.
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