PEDROPA GARCÍA 

"En esta ocasión, el vengador no posee ese sentimiento típico de redención.

2024-09-22

 

Oldboy: la venganza

 

El cine está lleno de buenas películas de venganza. No hay nada más placentero que presenciar cómo los malos de la historia, reciben su merecido a manos de las personas a las que han hecho daño. Quien diga que nunca ha sentido el deseo de tomarse la justicia por su mano, miente. Películas como Kill Bill, La mano que mece la cuna, V de Vendetta, El cabo del miedo, El cuervo… mantienen como argumento principal ese sentimiento, tan humano como despiadado. Pero, si tuviera que elegir la película por antonomasia sobre la venganza, esa sería, sin duda, Oldboy, que algunos catalogan como la obra maestra del elogiado cineasta coreano Chan— Wook Park.  Oldboy (Viejo) es un thriller psicológico, oscuro y retorcido, poco convencional, del que no puedes perder ni un solo detalle, si quieres llegar en óptimas condiciones hasta el final. Obtuvo la Palma de Oro en Cannes y la Mejor Película en Sitges, ambos premios en 2004.  La historia reflexiona sobre los efectos nocivos de la venganza.

En esta ocasión, el vengador no posee ese sentimiento típico de redención.

Oh Dae-su, el protagonista de Oldboy lo reconoce en esos constantes monólogos internos que escuchamos en “off”: me he convertido en un monstruo que vive por y para la venganza.  Siempre hemos creído que la venganza es justa. Sin embargo, en esta ocasión el vengador no está libre de pecado, y es, a su vez, objeto también de venganza. Y esa búsqueda obsesiva se convierte en un reencuentro con un pasado oscuro y es el desencadenante de una espiral de violencia, en ocasiones, demasiado explícita. Todos estos ingredientes son utilizados por el director coreano, para mostrarnos una sucesión de impresionantes escenas, con una calidad visual y estética, fuera de lo común. Mención especial a la icónica escena de la pelea de Oh Dae-su en el pasillo. Un plano secuencia de tan solo tres minutos que se rodó durante más de tres días. Las escenas de violencia (no aptas para todos los estómagos), están aderezadas con la música de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, como ya hiciera Kubrick, con la ultra violencia de su Naranja Mecánica (en aquella ocasión era Beethoven al que escuchábamos). Una magnífica banda sonora con la que se pretende contrarrestar las escenas de tortura, es el contraste de lo sublime y el horror, o más bien, la poética del horror. Si a todo esto sumamos unas interpretaciones excelentes, entre las que destaca Choi Min en el papel protagonista, el resultado es una obra clave del cine de los últimos tiempos.    

Oldboy ya es un clásico del cine coreano. Una obra que no es fácil de digerir para un espectador sensible, pero que, a pesar de sus perturbadoras imágenes, merece la pena, solo por presenciar uno de los mejores finales sorpresa de la historia del cine. Sin duda, una experiencia impactante. 


 

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