SEBASTIÁN LÓPEZ MATEOS 

"Ha habido encrucijadas en la historia en las que el mundo ha ido en una determinada dirección y ha dependido de cómo la ciudadanía ha actuado.

2025-04-06

La mayoría silenciosa

 

Este término hace ya mucho tiempo que fue acuñado para referirse a la masa de población que no dice, que no escucha, que no se manifiesta y que, aparentemente, no le importa lo que pasa a su alrededor. Insisto, no es nuevo. Al parecer, fue Richard Nixon el primero que utilizó este concepto para justificar ante la opinión pública la intervención del ejército de los EE. UU. en Vietnam, frente a las olas de protestas que se produjeron en contra de la guerra. El argumento que daba fue que eran muchos más los que callaban, y, por tanto, legitimaban sus medidas, que los que salían a las calles a protestar contra la guerra.

Algo parecido ocurre en la actualidad cuando miles de personas se manifiestan contra alguna medida en cualquier área de los servicios públicos, como está ocurriendo en Andalucía con la sanidad, o como ocurre cuando cientos de personas salen a la calle para pedir que se acabe el genocidio en Palestina. O también cuando el “Partido de la Abstención” gana las elecciones en cualquier ámbito, como está ocurriendo en algunos comicios electorales.

Dos observaciones importantes hay que hacer a las actitudes abstencionistas de millones de personas que forman esa Mayoría Silenciosa; la primera es que el mandatario de turno se arroga su representatividad porque considera que si no protestan o no se manifiestan es porque avalan su política o al menos no se oponen; y la segunda, que la abstención, el no pronunciamiento, el silencio o quedarse en la casa cuando se convoca alguna manifestación es un pronunciamiento político y una toma de partido por la razón ya expuesta: su postura abstencionista se la apropia en su beneficio el gobernante en ese momento. Por tanto, sin pretenderlo, quien se abstiene de participar está tomando partido.

Hay ejemplos históricos que ilustran lo que intento transmitir, algunos de ellos con consecuencias catastróficas. El silencio cómplice que en Alemania hubo a los desmanes y el arrasamiento de los derechos humanos, civiles y políticos del régimen Nazi de Hitler en los años previos al inicio de la guerra tuvo las consecuencias de todos y todas conocidas. Por eso, cuando hoy, desde diferentes instancias políticas, cívicas y culturales, se están haciendo un llamamiento a la movilización contra las políticas belicistas, enmascaradas eufemísticamente como políticas de defensa y seguridad, deberíamos reflexionar si nuestra postura debe ser el silencio o la movilización.

Ha habido encrucijadas en la historia en las que el mundo ha ido en una determinada dirección y ha dependido de cómo la ciudadanía ha actuado.

La Revolución Francesa acabó con las bases sociales y económicas del Antiguo Régimen para dar paso a un nuevo poder económico y político comandado por la burguesía; y un segundo ejemplo, que muestra la importancia de la participación ciudadana, lo tenemos en el Movimiento Obrero surgido en la Revolución Industrial gracias al cual se conquistaron derechos laborales y ciudadanos hasta entonces impensables.

Analistas y pensadores, no tertulianos, nos están indicando que hay indicios poderosos de que estamos ante una encrucijada histórica en la que o tomamos conciencia y participamos o estaremos en manos de los trumpistas, los belicistas, los patriotas que nos llevarán, como poco, a un lugar que no será el deseable por la mayoría, gran parte de ella silenciosa.


 

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