SEBASTIÁN LÓPEZ MATEOS 

"Y que la ONU ha perdido la escasa influencia que tenía, si es que alguna vez la tuvo, también lo sabemos.

2025-03-23

Sin careta

 

Que la política internacional se rige por la ley del más fuerte es algo que sabíamos. Que después de la II Guerra Mundial, las relaciones internacionales se hicieron bajo la llamada Guerra Fría entre dos potencias enfrentadas con poderes casi ilimitados dentro de su ámbito de influencia también. Que la UE ha seguido el camino que el imperialismo yanki ha ido marcando en los últimos 80 años es público y notorio.

Y que la ONU ha perdido la escasa influencia que tenía, si es que alguna vez la tuvo, también lo sabemos.

Vladímir Putin preside de manera autoritaria un país que, tras la desaparición de la Unión Soviética, quedó desmembrado, y tras varias décadas de reconstrucción está resurgiendo y posicionándose como potencia mundial. China es, junto al resto de países BRICS, con economías emergentes como Brasil, Sudáfrica, India y la propia Rusia, una potencia que se ha introducido en el juego geopolítico mundial de manera firme e irreversible.

Y en esto llegó Trump para mostrar al mundo, ya sin caretas, lo que los EE. UU. ha sido, y quiere seguir siendo: el gendarme mundial que quita y pone mandatarios, quien marca la política económica de acuerdo con los intereses de las grandes corporaciones económicas estadounidenses, entre ellas las armamentistas, el que dirige la OTAN, maniata a la ONU, y provoca conflictos y guerras donde no tiene otra manera de controlar el cotarro, permítaseme la expresión.

Al menos la irrupción de Trump tiene una virtualidad que es la de convencer, a los incrédulos que quedaban, de que aquello de la mayor y mejor democracia del mundo era toda una falacia, una mentira.

La UE está representando una obra dramática en la que quiere aparentar que su política de seguridad y defensa es diferente a la de los EE. UU., cuando lo que pretende hacer es más de lo mismo: armarse. Quiere que nos creamos que la única amenaza para la paz es Rusia y China, así mismo dice que el único camino a seguir es armarnos y, con ello, disuadir a los supuestos enemigos. Ellos, supongo, conocen la historia de nuestro continente y deben saber a dónde nos han conducido las políticas de fortalecimiento de los arsenales militares de las potencias mundiales. No hay duda de que sí conocen quiénes son los beneficiarios de las políticas que incrementan los presupuestos de lo que ellos llaman defensa y seguridad.

Mientras tanto, qué tenemos que decir los ciudadanos y ciudadanas de las “democracias plenas”. El presidente del Estado español se ha comprometido a incrementar el gasto militar hasta el 2 % del PIB, por ahora, porque lo que se apunta ya desde la UE es un gasto de 800.000 millones de euros que supondría llegar, no al 2, sino al 3 % del gasto en los presupuestos de los Estados miembros. La derecha está pidiendo al presidente del gobierno que la subida del porcentaje para defensa lo someta a debate y votación en el Congreso de los Diputados con la intención de infligirle una derrota parlamentaria, puro tacticismo. Sumar está haciendo equilibrios para demorar un posicionamiento claro que no tiene más salida que decir no al incremento presupuestario para armamento y gasto militar y, llegado el momento, no al envío de militares a Ucrania y a una escalada militar suicida. De otra manera, estamos muchos que no lo entenderíamos y no lo dejaríamos pasar sin más.

La derecha y, no digamos la ultraderecha, tienen una concepción de la democracia instrumental, es decir, solo le sirve para que se cumplan los intereses de los poderosos de los que dependen. La izquierda alternativa, si quiere sobrevivir, no tiene más que un camino: la profundización de la democracia como forma de convivencia en igualdad, justicia, participación y solidaridad como principios básicos de una sociedad en paz, que es algo más que la ausencia de guerra.

No puede haber dudas en la izquierda, esté o no en el gobierno. No a la guerra, no al incremento del gasto militar y no a la OTAN está en el origen de su nacimiento y no puede renunciar a ello. Hacerla entrar en la lógica de los que abogan por la carrera armamentística es el principio del fin.


 

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