2022-12-03
Soy el objetivo final de todas las noticias falsas que circulan por la red, soy una víctima del sistema informativo, me cuesta diferenciar las informaciones veraces que pululan sibilinas por las redes sociales. ¿Soy víctima o soy culpable?
Me quejo constantemente de la falta de objetividad en los medios de comunicación porque realmente es lo más cómodo. Es mucho más fácil subirse a la ola de desacreditación que sufren los medios informativos y surfear así con el resto de las personas con las que coincido en el bar, en el partido de los domingos y los ambientes laborales. Me quejo, critico y despotrico, esto sí que es un deporte nacional, y además se puede hacer bebiendo y fumando, no tengo que estar en forma ni me hace falta fondo, ni de armario si me apuras porque puedo hacerlo en chándal.
Porque estoy muy liado para andar por ahí leyendo, contrastando y comprobando lo que podría ser cierto y lo que no, esa no es mi función, eso es cosa de periodistas. Yo no puedo permitirme perder diez minutos cada mañana para leer un poco y saber de lo que hablo. Prefiero mirar en redes que se tarda menos, deslizo mi dedazo gordo por la pantalla y las noticias vuelan raudas, hasta que un titular me llama la atención, planto el pulgar y comparto todo lo que puedo, quiero ser el primero en difundirlo, tu no cuentes nada, que ya lo cuento yo… (J. Mota) y ver como el icono de las notificaciones se va hinchando de orgullo.
Esta irónica caricatura esbozada grosso modo a primera hora de la mañana puede haber hecho al lector de estas líneas haber pasado a otra cosa porque produce rechazo. Lamentablemente la ola de desacreditación es tan grande que abarca a casi todos los sectores de la población. Echar la culpa al otro siempre es la mejor opción. Cuando asisto a alguna reunión y sale el tema suelo desistir de explicar esto que aquí cuento, porque el receptor no está preparado para escuchar lo que voy a decir. No le apetece sentirse culpable de su desinformación, de su vagancia lectora, simplemente no quiere salir de ese estado desinformativo en el que se encuentra.
Detrás de un programa “basura”, siempre hay un televidente “basura” que lo apoya con su mando a distancia. Detrás de una noticia falsa, siempre hay alguien que la comparte, difunde y comenta.
Yo defiendo a los medios de comunicación. A los tradicionales y a los nuevos. A los de papel impreso en papel grisáceo y a los de hoja gorda y blanca nívea donde se imprimen las fotografías que realizan los paparazis. A los que emiten por la caja tonta, que de tonta no tiene un pelo, y los que ondean por el aire en frecuencias invisibles para transformarse luego en audios radiofónicos que llenan nuestros vacíos nocturnos y matutinos.
Defiendo la diversidad informativa a nuestro alcance que nos permite elegir qué leer, escuchar y ver. Pese a qué los buscadores cibernéticos nos ocultan muchas fuentes, siempre podremos seguir buscando, hay miles de premios.
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