![]() |
JUAN COBO SÁNCHEZ "Nos quieren vender que el Borbón Juan Carlos nos trajo la democracia y nos salvó del golpe. |
2025-11-20
![]()
Anatomía de un instante una transición

Con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de la muerte del dictador, se ha producido una serie ampliamente publicitada que bajo el título “Anatomía de un instante” nos cuenta una versión sin aristas del intento de golpe del 23 F. El subtítulo de la serie “Un país dividido, un congreso bajo fuego y tres hombres que se mantuvieron firmes” ya nos indica su intención.
No la he visto, ni por el momento tengo interés en verla. En su día leí el libro de Javier Cercas en el que se basa la serie y con eso tengo bastante.
Una versión edulcorada del intento de golpe y de la época que refleja. Basten dos párrafos que enmarcan perfectamente el libro.
Al principio (pág. 16) “aquella tarde cuando llegué a la universidad… …nadie en la universidad donde estudiaba -ni en aquella ni en ninguna otra universidad- hizo el más mínimo gesto de oponerse al golpe; nadie en la ciudad donde vivía -ni en aquella ni en ninguna otra ciudad- se echó a la calle para enfrentarse a los militares rebeldes; salvo un puñado de personas… …el país entero se metió en su casa a esperar que el golpe fracasase. O que triunfase.”
Y al final (pág. 436) el autor pregunta a su padre y este le responde que no se preocupó por el golpe porque “él y mi madre habían confiado en Suárez… … Porque era como nosotros… …era de pueblo, había sido de Falange, había sido de Acción Católica, no iba a hacer nada malo, lo entiendes, ¿no?
Lo entendí.”
Spoiler de la serie: del golpe nos salvaron tres hombres que se mantuvieron firmes y el pueblo no hizo nada para defenderse.
Nos inundan con esa historia mítica (de mito) de que el rey nos salvó. Nos quieren vender que el Borbón Juan Carlos nos trajo la democracia y nos salvó del golpe. Si eso es cierto ¿por qué no se desclasifica la documentación que hay sobre el 23 F cuarenta y cuatro años después?
Pero yo no quiero hablar de ese instante, no quiero que nos engañen presentándonos la parte por el todo. Prefiero hablar de una época, de un periodo de transición que se peleó en dos niveles.
Un nivel en el que amplias capas del pueblo lucharon por la democracia con huelgas, movilizaciones, asociaciones de vecinos, etc. y que sufrieron una “Transición sangrienta” como reza el título del libro de Mariano Sánchez Soler que afirma en la página 353 que “desde el 20 de noviembre de 1975, hasta el 30 de diciembre de 1983, la transición política española se cobró más de 2.663 víctimas por violencia política. De estas 591 perdieron la vida. Y de ellas, 188 personas murieron en actos de violencia política de origen institucional” (léase policía y adláteres).
Y añade (pág. 363) “La violencia de origen institucional fue, en suma, un arma política de la transición… …que se instrumentalizó para garantizar los pactos entre la derecha posfranquista en el poder y la oposición de izquierdas. El orden público, la paz en la calle, fue un factor determinante de la transición y se garantizó mediante un uso contundente de la represión indiscriminada y de la violencia selectiva desarrollada para canalizar la instauración de un sistema democrático bajo la monarquía.”
Y así se favoreció el otro nivel. El de los pactos políticos entre un régimen moribundo que buscaba salvar los muebles representado por Suárez por un lado, y por el otro un Felipe González bien aleccionado y un Jordi Pujol representante de la burguesía catalana. El resto de fuerzas políticas poco pintaron en esta historia.
Bueno; han pasado cincuenta años.
En estos días y visto con la perspectiva que nos da el tiempo, una amiga decía comentando aquellos años que no sabía si esa transición es el motivo de lo mal que están las cosas hoy día. En su opinión se hizo lo que se podía hacer y el hecho de que se muriera Franco y se abriera una ventana a otra vida, le pareció fenomenal y no le pareció tan fatal.
Coincido. Pero creo que hemos tenido tiempo para mejorar lo que no estuvo bien. Hay quienes dicen que la Constitución es inamovible. Aun siendo cierto en aspecto fundamentales, tenemos que tener en cuenta que las constituciones evolucionan con el tiempo sin necesidad de cambiar la letra. Basta con evolucionar en su interpretación progresivamente, y no parece que este haya sido el caso.
En estos cincuenta años dos partidos se han turnado en el poder. El PP siempre que ha gobernado lo ha hecho sin complejos y ha impuesto cuando ha tenido ocasión su ideología e intereses. Por contra el PSOE siempre ha gobernado con miedo: retiró la Educación para la Ciudadanía -que tanto echamos en falta ahora- por las presiones de la derecha y de la Iglesia que exigía el monopolio de la educación en valores en los colegios; no modernizó la carrera judicial permitiendo que la amenaza a la democracia que antes venía de los sables, venga ahora de las togas; aceptó unos privilegios medievales de la Iglesia que se ha apropiado de los mejores monumentos de España; está tardando “siglos” en recuperar de las cunetas a las víctimas del franquismo; no ha terminado con la “cruz de los caídos” ni otros monumentos franquistas;…
Y la cuestión sigue ahí: ¿Será posible cerrar algún día esta transición inconclusa?


Para dar tú opinión tienes que estar registrado.