2022-12-18


No pensaba que el bajón de las encuestas y la veloz desaparición del frágil “efecto Feijoo” iba a poner tan sumamente nervioso al personaje. Es cierto que ya había mostrado, desde el mismo momento en que fue “ungido”, una predisposición a la inseguridad, sobre todo cuando Díaz Ayuso le robaba plano; pero no entraba en la cabeza de ningún adivino que los nervios fueran a comerle tan pronto, cuando aún queda una cuarta parte de legislatura por delante. 

El episodio del bloqueo de la renovación del CGPJ ha resultado, sin duda, crucial, a la hora de que apareciese ese Feijoo tenso, en nítido fuera de juego, lleno de miedos hacia los que teóricamente son “los suyos”, y sin el más mínimo resquicio de las características que deben rodear a cualquier “hombre de estado” que se precie. 

Las presiones de las derechas mediáticas, económica y judicial, y la parte más radical de este PP, nada parecido a la derecha europea, -que se lo digan a Úrsula Van der Leyen -, han creado un auténtico monstruo de la confrontación, la ofensa y el agravio. Es sencillamente insoportable observar cómo, día a día, no existe otra estrategia que hacer irrespirable el ambiente político y, de paso, hacer crecer esa “mala sangre” en los espacios ciudadanos que puedan caer.

 

Y mientras, lo paradójico es que los únicos que siguen sin cumplir la Constitución son el Partido Popular y el propio Feijoo, que ya, incluso, confiesa públicamente su bloqueo judicial, y su empeño en incumplir la renovación de miembros del Poder Judicial, en tanto Pedro Sánchez siga siendo presidente del Gobierno; cuestión ésta que no es sino resultado de la voluntad popular, y que el Sr. Feijoo debería cuidarse muy mucho de poner en tela de juicio. 

Ante el bloqueo conservador, el Gobierno pretende reducir los apoyos precisos para que el CGPJ pueda elegir por mayoría simple a sus dos candidatos al Tribunal Constitucional. Y ahí ha saltado una vez más la derecha y sus medios afines, poniendo el grito en el cielo y hablando ya una y otra vez de golpes de Estado encubiertos. Desesperados, sin duda, al ver que las expectativas del presidente se mantienen, y que todas las mentiras, amenazas y demagogia invertida no se traducen en que Feijoo lidere nada. Y obviando, curiosamente, que, Rajoy ya rebajó en 2013 la mayoría cualificada para nombrar a la cúpula del Tribunal Supremo, valiéndose de la mayoría absoluta de la que disponía. Una modificación de la Ley que, si entonces fue una decisión democrática, y salida de un gobierno y una mayoría legítima, hoy no puede ser esa conspiración, que ahora, con todo el desparpajo del mundo, pretenden vendernos las derechas. 

Así que menos nervios y más responsabilidad, Sr. Feijoo; y el mínimo respeto a un electorado que no se merece como jefe de la oposición a quien no tiene remilgos para mentir ni ultrajar con toda una Constitución de fondo. De un cinismo extraordinario.


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