ENTREVISTA

"Las dos han sido pilares de mi vida. La Medicina ha sido mi profesión, la que me ha permitido ganarme la vida, la que siempre me ha tenido con los pies en la tierra. Pero la literatura en general, y la escritura en particular, han sido mis alas, las que han hecho volar mi imaginación y me han llevado al cielo de los sueños cumplidos.

2025-01-26

 

POR MARIBEL COLMENERO

—ADELA, respóndeme, como mejor te parezca, a esta petición. Dame mi nombre.

Un sueño convertido en realidad.

—¿Se podría decir que la búsqueda de la paternidad es el eje central de esta novela?

Esa era mi intención inicial, pero después de pensarlo, y con el paso del tiempo, creo que el eje es la idea de cómo el azar puede modificar la vida de las personas. Una vez leí en algún sitio que no es el escritor quien busca el tema, sino que es el tema el que, de algún modo, llama a la puerta del escritor. Y digo que me he dado cuenta al cabo del tiempo porque, en mi segunda novela, que tengo bastante avanzada, y en otra que acabo de empezar en un itinerario de Novela de Ateneu Barcelonés, me he dado cuenta de que también en ellas está esa idea muy presente: un hecho que puede ser algo fortuito, algo tal vez sin demasiada importancia, puede tener un efecto mariposa y modificar las vidas de una o de varias personas.

—¿Cómo surgió la idea? ¿Es ficción o hay algo de real en la trama?

Es ficción absoluta. La idea surgió para un itinerario de novela que hice anteriormente, en la Escuela de Escritores. Había que empezar a trabajar a partir de alguna premisa y yo, entonces, tenía ya un borrador escrito, pero era un borrador que tenía muchos años y que incluía todos los errores de una escritora novata. ¡Figúrate, que llevaba más de 500 páginas y no había llegado ni a la mitad de la historia! Ese borrador será seguramente mi segunda novela, aunque esas 500 y pico páginas ahora se han quedado reducidas a menos de 200… y la historia lleva ya dos terceras partes. Ya ves si sobraban cosas en el primer borrador (ríe).

Cuando empezó el curso de Novela de Escuela de Escritores, pensé que sería un trabajo de titanes trabajar sobre ese borrador, teniendo en cuenta que era mi primer experimento novelero y, como te digo, tenía errores por todos lados, empezando por el hecho de que no había un solo tema, sino que ahí hablaba yo de todo lo habido y por haber porque no hacía más que irme por las ramas. Así que decidí buscar una idea nueva para hacer el curso a partir de esa idea que, pensé yo, nunca sería una novela, sino algo así como un bloque de plastilina para hacer prácticas antes de intentar convertirme en escultora. Pedí ayuda a unas amigas escritoras e hicimos una lluvia de ideas, y de ahí salió lo que se suponía que sería el eje: un policía descubre que tiene un hijo, del que no sabía ni que existía. El protagonista inicial iba a ser Juan Luis, el comisario, pero al ir escribiendo pareció que los personajes cobraban vida y Pablo se impuso a todos los demás.

—Yo identifico en ella a cinco personajes principales: Pablo, Ana, Juan Luis, Verónica y Andrés. Haznos una breve presentación de los mismos.

Pablo es un adolescente que descubre por casualidad que su padre no puede ser su padre biológico. Aunque se lleva de maravilla con él y su familia es una familia muy normal y feliz, le pregunta a su madre por su origen porque quiere saber en realidad qué pasó y quién es su padre biológico. Ana, la madre de Pablo, empieza la novela siendo una niña bien, una hija de papá que sueña con casarse. Y, como tiene un punto de loca y es bastante inmadura, se le ocurre inseminarse para cazar a su novio (ya que no se queda embarazada para atraparlo, que es lo que intenta). Ana se queda embarazada y tiene a Pablo, pero su novio la deja plantada. A partir de ahí, Ana madura y cambia bastante. Andrés es el marido de Ana. Se casó con ella cuando Pablo tenía apenas un año y adoptó a Pablo, al que adora. Andrés y Ana tienen dos hijas más, y son una familia feliz y equilibrada. Juan Luis es un policía con un pasado bastante conflictivo, casado con Verónica, una profesora de instituto. Son felices, pero, después de quince años de matrimonio, a Verónica le entra el agobio del reloj biológico y se proponen ser padres, pese a la reticencia inicial de Juan Luis. Sin embargo, Verónica no consigue quedarse embarazada.

—La historia parte, y se desarrolla, sobre una mentira de Ana. ¿Crees que está justificada?

Creo que las mentiras nunca, o casi nunca (porque en esta vida todo tiene algunas excepciones), están justificadas. La de Ana, desde luego, no creo que lo esté, aunque sí que pienso que es comprensible que eche mano de ella porque lo último que quiere es contar la verdad, ya que eso la haría quedar en muy mal lugar y le da miedo perder el respeto y el cariño de los suyos si les confesara que Pablo fue un burdo intento de cazar a un novio. Por supuesto que aquello, aunque en principio era en verdad esa especie de disparate, cambió enseguida, pero para Ana pesa más la gravedad de lo que hizo y lo vergonzoso de sus motivos, y no quiere arriesgarse a que la verdad destruya su felicidad actual. Es más, Ana, en el fondo, siempre ha temido que el pasado, alguna vez, la alcanzara. Y eso es lo que le ocurre. Andrés la conoció siendo madre soltera y siempre respetó su deseo de no hablar de su pasado, aunque también es cierto que siempre le aconsejó que le dijera a Pablo que él es su padre adoptivo, pero Ana, todo el tiempo, seguía empeñada en dejar las cosas como estaban.

—De pronto me surge una idea: ¿Hubiera podido no variar la evolución de los personajes si Ana hubiese sido sincera con Víctor, su primer novio?

Puede que Ana hubiera cambiado un poco, aunque creo que más que eso habría que decir que en la novela aparecería una Ana diferente. El punto de partida de ella es el de una niña rica y superficial, y ese perfil no cuadra con una persona que se hubiera sincerado con su novio, y mucho menos cuando, en el primer capítulo, ya se descubre cómo es ese novio, Víctor, y se deduce que, aunque Ana hubiese sido sincera con él, seguro que la actitud de él habría sido la misma: dejarla. Y, en el hipotético caso de que hubiese aceptado pasar por el aro, se habría escrito una novela completamente distinta, me temo… (ríe).

—Si tuvieras que tomar partido por alguno de los protagonistas, ¿por quién lo harías?

Es un poco difícil responder a eso, porque es como decirle a una madre que elija un favorito entre todos sus hijos, pero creo que tendría que decidirme por Pablo, por lo que te comenté en otra pregunta: Pablo iba a ser un secundario (aunque fuera un secundario importante) al servicio de Juan Luis, y acabó siendo el protagonista principal de la novela.

—¿Qué mensaje quiere transmitir Adela en Dame mi nombre?

No me planteé algo tan concreto cuando la escribí, porque mi intención era simplemente crear algo que gustara, que entretuviera a un posible lector y que consiguiera que, al cerrar el libro, tuviera una sonrisa y hubiese disfrutado. Pero creo que el mensaje que destila la historia es el de que, aunque el azar pueda modificar nuestras vidas, siempre tenemos la oportunidad de elegir, de tomar decisiones, incluso de equivocarnos al tomarlas, porque luego podremos rectificar. Y que, de todos los problemas, de todos los conflictos, podemos resurgir habiendo crecido y mejorado como personas.

Dejamos la novela, a la que reconozco haberme enganchado desde el principio, para hablar de otros temas.

—Medicina y literatura, ¿cómo se compaginan? ¿Por cuál de ellas te decantarías, si tuvieras que hacerlo?

Las dos han sido pilares de mi vida. La Medicina ha sido mi profesión, la que me ha permitido ganarme la vida, la que siempre me ha tenido con los pies en la tierra. Pero la literatura en general, y la escritura en particular, han sido mis alas, las que han hecho volar mi imaginación y me han llevado al cielo de los sueños cumplidos. Y más desde que, con mi jubilación, recibí el mejor regalo del mundo: TIEMPO para mí, y para dedicarlo a mis letras (y a cocinar, y a pilates, y a pasear…).

—Además de Dame mi nombre, has publicado un poemario, El bosque de las luciérnagas. Háblanos de él.

La verdad es que para escribir novela y relatos he tratado y sigo tratando de formarme y me matriculo en cursos de escritura continuamente, pero la poesía me surge de manera inesperada y nunca pensé en publicar. Lo que ocurre es que un amigo mío, al que debo el haber dado el paso inicial de mi carrera de escritora, conocía alguno de mis poemas y siempre me insistía en que tendría que publicarlos. En septiembre de 2023 fui a Valencia, a un congreso de escritura, Escrivivir, y en ese congreso se nos daba la oportunidad de tener un speed dating con tres editoriales. El speed dating consistía en una entrevista breve, de cinco minutos, para tratar de publicar. Vi que una de las editoriales que me había correspondido, la editorial Cuadranta, tenía como punto fuerte la publicación de poemas, así que, en lugar de intentar colocar mi siguiente novela (que aún no está terminada porque me gusta disfrutar en el camino, y revisar y repasar para tener un trabajo final cuidado y digno), me lancé a hablar de mis poesías. Llevaba dos o tres de muestra y se las dejé a mi interlocutor de la editorial. Mi sorpresa fue que a los pocos días me llamaron para pedirme más poemas porque querían una muestra mayor para ver si les interesaba. Les mandé más, les gustaron… y en noviembre se publicaba El bosque de las luciérnagas. Fue un parto rapidísimo y feliz, que me tiene llena de alegría y no descarto volver a navegar por esas aguas.

—Un pajarito-a :-D me ha dicho que estás inmersa en un libro colectivo de relatos. ¿Puedes contarnos algo sobre él? ¿Algún otro proyecto del que te apetezca hablar?

Ese libro colectivo es, efectivamente, un proyecto que me hace una ilusión enorme. Formo parte de MAPEA, una comunidad de escritores donde, como sabes, surgen muchos proyectos así. Participé, de hecho, en uno de los primeros, 15 miradas al amor. También he participado en un libro colectivo de relatos escritos por médicos, Letra de médico, que me ilusionó mucho porque, para ese libro, me buscaron a mí en lugar de ser yo la que acudiera a ellos. Después me han ofrecido a veces participar en otras obras de varios autores con temas referentes a la salud, pero estoy tan volcada en la literatura creativa y tengo tantas actividades que no acepté, porque no me gusta comprometerme si sé que no voy a poder responder en condiciones. Sin embargo, el proyecto del que me hablas, ese del pajarito-a, ha sido una excepción que, desde el principio, me cautivó: lo primero, porque la líder de la historia es Angélica León, autora de una novela que me encantó, Amanda. Angélica es compañera de MAPEA y, además, compartimos apartamento durante el congreso de Escrivivir. Es una persona vital, trabajadora, que contagia su entusiasmo a todo el mundo. Y, además, el proyecto que tenemos entre manos es un libro colectivo con relatos de amor, ¡cosa a la que no me pude resistir! No quiero contar más por qué no sé si haría spoiler, pero si tu pajarito-a te susurra algo más… ¡pues adelante con las noticias! (ríe).

—Formas parte de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas, ¿es así? ¿No te has planteado escribir sobre temas médicos?

El único tema médico por decirlo así sobre el que he escrito es, quizá, el del autismo. Y lo he hecho como madre de una persona con TES (Trastorno de Espectro Autista), no como médico. Mi labor como doctora fue siempre vocacional, asistencial al cien por cien, y nunca me llamó la atención la investigación. Si he dado alguna charla, ha sido siempre porque me lo han pedido y, más que nada, para compartir mis conocimientos en mi doble versión de doctora y de madre, pero nada más. Y en ASEMEYA (la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas) realmente prima mucho más el arte que la medicina como ciencia. Hay médicos pintores, escultores, escritores… Es más, yo tuve conocimiento de esa asociación precisamente gracias a mi libro colectivo de Letra de médico. Me llamó por teléfono un compañero, médico jubilado, que había coordinado ya un par de libros escritos por colegas, porque había leído cosas mías en redes y quería saber si me apetecía colaborar en el proyecto. La idea, como es evidente, me gustó. Y durante el proceso él fue quien me habló de ASEMEYA. Me pareció bonito y útil estar en un colectivo de colegas artistas y escritores y me hice socia.

—Ya has comentado que eres miembro del Club Mapea. ¿Qué dirías de este Club?

Llegué a él por casualidad. Vi en Facebook publicidad de un curso sobre Tu Éxito Editorial que impartía Roger Domingo, director de algunos sellos de Planeta. Me pareció interesante porque a esas alturas ya tenía yo el gusanillo de dar visibilidad a mis letras. Y como el marketing nunca me gustó y, además, se me da fatal, me inscribí porque pensé que me vendría bien tener algunas nociones. El curso debió ir bien, porque hubo ediciones posteriores y creo que, a raíz de esas ediciones, Roger tuvo la genial idea de crear el Club MAPEA. Es una membresía que reúne a cantidad de escritores y que se ha convertido en una especie de familia numerosa (numerosísima), una comunidad en la que nos apoyamos y nos enriquecemos mutuamente. Roger organiza un Zoom cada dos semanas para intercambiar conocimientos, para resolver dudas, para escuchar a ponentes muy diversos que vienen a hablarnos de los temas que planteamos… Para mí, el Club es un pilar básico de mis letras, porque hoy día, nos guste o no, si el escritor no tiene una comunidad o no se implica en aspectos que no son los puramente literarios, quedaría siempre en el anonimato. Y a mí me gusta y me da mucha vidilla eso de compartir mis letras y recibir cariño de mis lectores.

—Háblanos del blog en el que escribes, Letras desde Mocade.

Cuando empecé a hacer cursos online en Escuela de Escritores, hace casi diez años, conocí a tres compañeras, Mónica, Carmen y Carla, con las que conecté de maravilla. Cuando terminó el curso que compartíamos, a Carla se le ocurrió crear un blog para que nos mantuviéramos en contacto y para seguir compartiendo allí nuestros escritos, y así surgió Letras desde Mocade. Le pusimos ese nombre jugando con las iniciales de los nuestros (MOnica + CArla + CArmen+ ADEla). Ahora escribimos en él Carmen y yo, porque Carla y Mónica están inmersas en otros proyectos, pero Mocade seguimos siendo las cuatro y espero y deseo que vuelvan a tener tiempo para regresar a casa.

—Entre otros talleres y escuelas de escritura, te has formado con Carmen y Gervasio Posadas. ¿Qué tal la experiencia?

Fue una experiencia muy bonita porque fue la primera vez que hice un curso de escritura. Como he comentado antes, tengo que agradecerle a un amigo mío que me pinchara una y mil veces para animarme a escribir. En una de esas veces recibí un email de publicidad de FNAC con una oferta de un descuento importante para un curso online de escritura con Carmen y Gervasio Posadas. Como era online, me animé, me matriculé… y ahí empecé mi carrera de adicta a cursos que sigue hoy vigente, (ríe). Ese curso despertó mi gusanillo, así que cuando terminó me matriculé en otro con ellos y la experiencia fue igual de satisfactoria. Al acabar este segundo curso, la oferta que tenían ya no me llamaba la atención (era sobre autobiografías, poesía —que entonces ni me planteaba—, relato histórico…). Pero yo quería seguir aprendiendo, así que me puse a bichear por internet y di con la Escuela de Escritores de Madrid, que tiene una oferta muy amplia de cursos online. Me matriculé y he hecho con ellos un montonazo de cursos. También he picoteado en Escuela Cursiva y en dos o tres más, y ahora estoy en un curso de Relato Avanzado de Escuela de Escritores y en dos cursos en Ateneu Barcelonés: uno de Cuento y uno de Novela.

—Has resultado finalista en algunos concursos. ¿Cuáles son?

Pues, aunque parezca mentira, el primero fue hace un cuarto de siglo, en el año 2000. Los laboratorios Pfizer y la Semergen (Sociedad de Médicos Generalistas) convocaban anualmente un concurso de relatos. Yo, la verdad, casi no escribía, pero lo que sí hacía (y sigo haciendo) es leer. Leo desde que tengo uso de razón. En un mes de agosto, durante mis vacaciones, me puse a hacer limpieza de revistas médicas y, al ojearlas antes de ponerlas en la bolsa de reciclaje de papel, vi que en todas se publicaban relatos finalistas de esos concursos. Como solo ocupaban una página, los fui leyendo. Y, cuando tropecé en una revista con las bases de una nueva convocatoria, no me lo pensé: dejé de ordenar y me puse a escribir. Lo redacté de una sentada, lo envié (porque se podía mandar por email y ese fue otro factor que me decidió) y me olvidé del tema. Mi sorpresa fue que en la revista del mes de noviembre aparecía mi relato publicado como finalista (las bases decían que solo se comunicaría al ganador, y yo ni me había fijado en eso). ¡Por poco ni me entero!

Lo de los concursos es mi asignatura pendiente. Siempre digo que voy a participar, pero luego se me pasan las fechas. De todos modos, también tomé parte en algunas convocatorias en las que han seleccionado relatos míos que se han publicado, por ejemplo, en Diversidad Literaria (Luz de Luna VII), o en uno de los volúmenes de Literautas de Móntame una escena.

—Y, para no dejar ningún palo sin tocar, eres traductora de un libro. ¿Cuál? ¿Es algo esporádico o te dedicas también a la traducción?

Aquello fue algo absolutamente puntual. Se trata del libro Habla Signada para Alumnos no Verbales. Es una obra de Benson Schaeffer y otros autores, un manual para fomentar métodos de comunicación alternativos y aumentativos de personas con autismo o con otras discapacidades. Ya he comentado que tengo un hijo con autismo y desde siempre me he volcado en él. Uno de los profesionales que más me ayudó fue Ángel Rivière, psicólogo de la Asociación de Autismo de Madrid, y en una de las visitas me comentó como de pasada que ese libro podía ayudar a Javi, mi hijo. Cuando volví a Marbella, lo hablé con Carmen Martín, otra psicóloga que para mí fue como la Virgen de Lourdes, ya que diagnosticó a Javi y me puso en contacto con Ángel. El libro, al ser tan antiguo (se publicó en 1994, y en inglés), estaba descatalogado, pero ella tenía una copia y me la prestó. Es más, me dio una traducción de los primeros capítulos, pero era una traducción muy literal y pensé que si le daba ese material a la profesora que tenía Javi ese año igual, ni lo utilizaba. Así que me puse a revisar y a retocar la traducción y me enganché. Mi inglés es bastante básico, pero el libro en realidad era muy fácil de traducir, porque trataba de un programa que yo conocía por haber escuchado hablar de él en varios congresos. Vamos, que era como traducir un libro de recetas de cocina y no una obra de Shakespeare, así que seguí hasta el final. Cuando volvimos a Madrid, meses después, a otra revisión de Javi, los informes de todos los profesionales que trabajaban con él comentaban que estaban usando el sistema de Schaeffer. Ángel Rivière se sorprendió, porque no creyó que yo me habría tomado tan en serio sus palabras. Me dijo que enviaría mi traducción a Alianza Editorial y, a los pocos meses, recibí una respuesta diciendo que el libro era muy antiguo y que no estaban interesados. Sin embargo, tres o cuatro años después, me sorprendí al recibir otra llamada de ellos para preguntarme si había negociado con alguna editorial los derechos de traducción, pues el autor había sacado una nueva edición revisada y mejorada y sí que estaban interesados en traducirla. Tenían aún mi traducción, les gustaba… y ahí fue donde firmé con ellos. Me pagaron por mis derechos de traducción y el libro, con mi nombre como traductora y publicado en Alianza Editorial, vio la luz en 2005. Es algo de lo que me siento muy orgullosa y, en su momento, fue un regalo inesperado que me motivó muchísimo.

—Finalmente, pasamos a tu Retrato Personal. Son varias preguntas de respuestas muy breves.

Una película: Lo que el viento se llevó.

Una canción: The shadow of your smile (difícil elegir).

Un libro: Los puentes de Madison County.

Un escritor: Stephen King (más difícil de elegir).

¿Poesía o novela?: Novela.

¿Playa o montaña?: Playa.

¿Dulce o salado?: Mitad y mitad.

Una imagen que te seduzca: Una puesta de sol.

Una imagen que te desagrade: Cualquiera que represente crueldad con los indefensos (un niño, un anciano, un animal…).

Un referente: Mis padres.

Lo que más admiras: La generosidad de algunas personas.

Lo que más detestas: La mentira.

Un acontecimiento histórico: La llegada del hombre a la Luna.

El presente de Adela es… ¡Feliz! Tengo tiempo para vivir como quiero y hacer lo que me hace feliz… ¿qué más se puede pedir?

El futuro de Adela sería… Seguir así. Y publicar más novelas, relatos, poemas… Y vivir, por supuesto.

¿Qué es para ti la literatura?: A esta y a la siguiente respondí en una pregunta: la literatura es la que me da alas para volar hasta el cielo.

¿Qué es para ti la medicina?: Ha sido mi vocación, la que me ha permitido ganarme la vida y la que me ha hecho conocer a personas de valor incalculable, pacientes que hoy son amigos.

Un lema, o una frase, a seguir: No es más feliz quien más tiene, sino el que menos necesita. Y si vale otra, que mi madre decía mucho en momentos muy oportunos: Si tu mal no tiene cura, ¿por qué te apuras? Y, si la tiene, ¿por qué lo dudas? Esa es la versión popular de otra frase que vi en un almanaque, en el salpicadero de una ambulancia, en una guardia que hice en uno de los momentos más duros de mi lucha para sacar adelante a mi hijo. Esa frase, que para mí es un faro, es la que debería haber puesto en primer lugar: Señor, concédeme valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, serenidad para aceptar las que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir la diferencia.

Muchas gracias por esta entrevista, Maribel.

Gracias a ti, Adela. Gracias por la entrevista, por abrirnos una ventana a tu profesión y, podríamos decir, a tu devoción. Gracias por haber puesto en mis manos Dame mi nombre, por tu entrega a la hora de escribir (entrega que, puedo decir, da sus frutos). Gracias por tu cariño y cercanía.

Además de la novela Dame mi nombre, objeto de la primera parte de esta entrevista, y del poemario El bosque de las luciérnagas, Adela es autora de variados relatos y poemas incluidos en distintos libros (alguno ya mencionado en sus respuestas), tantos que me resulta imposible enumerar aquí. Pero sí que puedo recordar su blog https://letrasdesdemocade.com/ y la posibilidad de seguirla en Facebook. Adela Castañón Baquera, médico, lectora, alumna (de los cursos de escritura que constituyen, según sus propias palabras, su gimnasio intelectual) y, no por mencionarlo en último lugar menos importante, escritora, para mí una gran escritora.


 

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