JUAN CANO PEREIRA 

"La estética de la rumba catalana, con largas patillas peretianas.

2025-06-29

«Chorirrumbas»

Decidido el camino a seguir en medio de la cochambre, aprovechando cada enseñanza que nos hayan dejado nuestras lecturas de tipas y tipos repelentes —me refiero a esas que te hacen sentir y pensar, lejos de la pura evasión y el entretenimiento de las sagas fantásticas o de la novela negra que tanto se llevan ahora—, no estaría mal asirnos a los viejos y certeros postulados del estoicismo, adornados si queréis, puestos a elegir, por las palabras de Séneca o de Epicteto —pues si la letra es buena, mejor entra—, cuando nos hablan, primero, de la aceptación de la adversidad para, en una segunda fase, poder superarla; o lo que es lo mismo: la búsqueda de la virtud en mitad del sufrimiento.

Hablando en román paladino: de todo lo malo se aprende. No podemos quedarnos ahí, circunspectos, con cara de «¿qué hemos hecho nosotros para merecernos a estos políticos?» y que la vida nos termine «comiendo el mantecao». No me refiero a buscarle a esto una salida en forma de huida hacia adelante, sino que, con pausa y con toda la tranquilidad del mundo, generar una reflexión sobre las circunstancias actuales que nos lleve a conclusiones positivas. Una pensada que, obvio, requiere un esfuerzo considerable por nuestra parte para lograr abstraernos del ruido y de la bronca, pero que nos proporcione dos, tres ideas que tengan consistencia primero, y ya veremos después si acierto.

De momento, antes de obcecarme en remedios mágicos, en quijotescos —muy español esto— bálsamos de Fierabrás a base aceite, vino, sal y romero, y pensando en clave de Sol —sí, ya sabéis que a mí esto me ocurre todo el tiempo— he tenido una visión en la que, para la próxima temporada, el panorama musical español se llenaba de grupos de jóvenes practicantes de un nuevo género, heredero en parte de los narcocorridos mexicanos, que podríamos bautizar perfectamente como «chorirrumbas», aunque estoy abierto a sugerencias.

¿Os lo imagináis? Unos tipos que vuelvan a la estética de la rumba catalana, con largas patillas peretianas, pantalones de campana, camisas con picos de cuello tan grandes como un ala delta y estampados de billetes de cincuenta euros. Rumbas macarras que hablan de las chorbas como de las reses en una feria del ganado. Rumbas canallas que ensalzan el trinque, el birle, el choriceo puro y duro. Rumbas obscenas protagonizadas por los listillos de siempre en las que se maneja lo de todos como si no tuviera dueños, como si estuviera ahí puesto bajo un cartel de «sírvase usted mismo».


 

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