PEDROPA GARCÍA
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2024-09-08
Alien: Romulus
Ridley Scott revolucionó el género de terror cuando en 1979 asombró al mundo del cine con su película Alien: el octavo pasajero. La creación de seres xenoformos, como entes asesinos prácticamente indestructibles, que necesitaban de un huésped humano para seguir reproduciéndose, marcó un hito en la historia del cine de ciencia ficción y de terror. Scott creó un universo mítico con el que aterrorizó a medio mundo. Hizo que nos sintiéramos débiles ante ese monstruo fantástico que se coló como un pasajero más en la nave Nostromo. Era el miedo a lo ajeno, a lo desconocido, a ese invitado siniestro que, a veces, se cuela en nuestras vidas. Era el miedo a ser devorados por alguien superior, contra el que nada podemos hacer. Alien:el octavo pasajero dio lugar a una saga de películas con directores tan notables como James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeaunet. Ahora, cuarenta y cinco años después, le ha tocado el turno al cineasta Fede Álvarez, que ya nos puso los pelos de punta con filmes como Posesión Infernal y No respires. El director uruguayo presentó su propuesta a un entusiasmado Scott, que rápidamente se convirtió en el productor de Alien: Romulus, la novena entrega de la saga que acaba de lanzarse en estreno mundial, el pasado mes de agosto. El hecho de que en esta ocasión sea un grupo de jóvenes el que se enfrenta al organismo más aterrador del universo, parte de una escena que se eliminó de Alien el regreso de James Cameron, en la que un grupo de niños corretea entre los trabajadores de una colonia minera. Fede pensó en cómo crecerían aquellos niños en aquella inhóspita colonia y qué pasaría si intentaran escapar a otro planeta, en busca de una vida mejor. ¿Les suena? Este es el origen y la esencia de Alien: Romulus. La película recoge la identidad de la original, apostando por su estética y utilizando también efectos especiales manuales no digitales. La mayoría de las horribles criaturas son muñecos mecánicos y personas equipadas con trajes especiales.
Las escenas son aterradoras y algunas tan repugnantes que provocaban que parte del equipo de rodaje apartara la vista con asco, cuando la iban visualizando en los monitores.
Fede Álvarez pretendía crear un ambiente claustrofóbico y perturbador, en la misma línea que ya hizo Scott en 1979. Como puntos débiles me atrevo a señalar, el flojo elenco de jóvenes protagonistas. Salvando a Cailee Sapney, como la joven huérfana Rain Carradine que recoge el testigo de la icónica Ellen Ripley, y David Jonsson, como el hermando sintético Andy, el resto no aporta la suficiente fuerza personal, que una trama de estas características requiere. También quiero señalar que, por momentos, me he perdido entre tantos pasillos, escaleras y pasadizos de la estación espacial. Cronológicamente, la historia se sitúa en el año 2142, veinte años después de los acontecimientos ocurridos en Alien: El octavo pasajero que se producen en el año 2122. El título de la película está inspirado en la leyenda de la fundación de Roma. Según ha reflexionado el propio director, Rómulo mató a su hermano Remo, por tanto, fue una hermandad que no terminó bien. Su película también pretende ser una hermandad (los dos protagonistas son hermanos) y la estación espacial donde transcurre la historia está construida con dos enormes módulos interconectados, que se llaman Rómulo y Remo. La banda sonora está compuesta por Benjamín Wallfisch, responsable de la música de cintas como Blade Runner 2029, Mortal Kombat y The Flash. Con la fusión de elementos electrónicos y música sinfónica tradicional, el compositor firma la mejor banda sonora de su carrera. Consigue intensificar el ritmo vertiginoso de las imágenes, con un uso dramático del sonido y la ausencia de éste. Una banda sonora espectacular.
Alien: Romulus, una historia de terror en el universo, que nos puede hacer pensar que no estamos solos en ese infinito conglomerado de estrellas y planetas. Quizá alguien, muy lejos en el cielo, nos esté esperando.
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