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2023-09-10
El Estado plurinacional
Creo que, si no somos capaces de trascender a los debates aquí y ahora, perdemos la perspectiva global y, lo que es más importante, no somos conscientes de los intereses ocultos que cada una de las posiciones esconden. En el proceso en el que estamos ahora de formación de gobierno en nuestro país son muchos los argumento que se esgrimen para llevar el agua al molino de cada cual, unos son coyunturales y otros son de más enjundia y trascendentes. Entre ellos está el modelo de Estado. La derecha ha defendido siempre en nuestro país un modelo uniforme y centralizado, mientras que desde sectores progresistas y parte de la izquierda se ha apostado por un modelo de Estado más descentralizado, federal y republicano. La derecha dice que España con ese modelo federal se rompe, mientras que la izquierda mantiene que la única manera de construir un Estado donde todos podrían encajar es un Estado Plurinacional. Hay, sin embargo, una posición que nadie cuestiona, excepto las formaciones independentistas, tanto de derechas como de izquierdas: la supervivencia del Estado como entidad soberana, independientemente del modelo por el que se apueste.
Desde posiciones conservadoras, y también desde algunos sectores progresistas, se rasgan las vestiduras cuando se trata de ceder competencias a las comunidades autónomas y, sin embargo, no se rechista cuando otras competencias de más calado son transferidas a estructuras supranacionales, en nuestro caso a la Unión Europea, con tanta o más repercusión en nuestras vidas. No es este el objeto del artículo, pues, lo que intento señalar es que independientemente de la posición política, lo que importa es que el modelo al que nos acojamos nos permita convivir en igualdad. Basta ver cómo los estados han ido evolucionando a lo largo de la historia para darnos cuenta de que nada es eterno ni inamovible.
En todos los regímenes políticos hay una condición sine qua non para su supervivencia y es que los súbditos, en las monarquías absolutistas, o los ciudadanos, en las democracias liberales, “consientan” el modo de gobierno. Y si no ha sido así, las consecuencias las tenemos reflejadas en los libros de historia. Cuando grupos de intereses y políticos no son capaces de entender que los cambios son necesarios e imprescindibles para la adecuación de los regímenes a las condiciones cambiantes que la sociedad va planteando, podemos llegar a un callejón sin salida con resultados impredecibles. Es obvio decir que las diferentes posiciones son legítimas, pero es necesario decir también que los discursos coyunturales irresponsables son bombas de racimo contra la convivencia y la democracia.
Hay
una premisa de la que tenemos que partir en este debate: este país es plural, territorial y socialmente, y ya es hora de que así se reconozca y así sea aceptado.
No caben las imposiciones, sí el debate y los acuerdos. Sólo hay una meta a la que no se puede renunciar, que es la de la libertad, la igualdad, la justicia y la convivencia en democracia plena.