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2023-11-19
Fantasmas de ultraderecha
La derecha en general, y la ultraderecha en particular, vienen inundando los medios de comunicación de discursos apocalípticos, catastróficos, terroríficos como si estuviéramos abocados al final de los tiempos. La razón es que va a formarse un gobierno progresista fruto de un pacto entre ocho formaciones políticas de nuestro país. Es totalmente legítimo que se pueda estar de acuerdo o no con la constitución de cualquier gobierno, sea del signo que sea, faltaría más. Todos y todas hemos convivido con gobiernos con los que no hemos estado de acuerdo.
La diferencia, desde hace ya algún tiempo, es que la izquierda siempre ha aceptado democráticamente gobiernos conservadores, aunque también ha combatido sus políticas, fundamentalmente las de recortes sociales; la derecha, sin embargo, arrastrada por la ultraderecha, no es solo que acepte o no gobiernos progresistas, sino que los considera ilegítimos, Lo ha hecho la pasada legislatura con el pacto entre PSOE y Unidas Podemos y lo ha comenzado a hacer ahora por el pacto con los independentistas y el proyecto de ley de amnistía. Para ello ha sacado los fantasmas a la palestra: a los
comunistas como si fueran el mismísimo demonio sin importar su trayectoria democrática impecable en España,
al terrorismo a pesar de haberse acabado hace décadas, a la inmigración como supuesta responsable de la falta de trabajo, de la inseguridad ciudadana, entre otros males, y, en esta ocasión el independentismo, como amenaza para la unidad de España y la ruptura de la misma.
No voy a argumentar razones para refutar discursos tan apocalípticos, pues, desde múltiples instancias se está haciendo, sí es necesario abundar en una de las razones: para que la ultraderecha pueda sobrevivir, estos discursos son de vital importancia; sería imposible su existencia si entraran en debate con temas como la economía, las pensiones, el trabajo… y tuvieran que retratarse con sus propuestas.
No, la ultraderecha no hace estos discursos por impulsos pasionales momentáneos, los hace de manera premeditada y diseñados minuciosamente porque saben a quién van dirigidos y conocen los mecanismos que operan en el ser humano cuando se inculca el miedo. El miedo desempeña la función de producir mecanismos de defensa ante un enemigo real o imaginario, y socialmente el miedo es un instrumento de manipulación para controlar a la sociedad y frenar movimientos que puedan alterar el statu quo.
Se puede tener una concepción de España centralizada y democrática, como se puede tener otra concepción de España plurinacional y federal, ambas son válidas, lo que no es de recibo es utilizar el discurso del miedo para enfrentar a ciudadanos y territorios. Porque una vez más se puede convenir que detrás de esas arengas y discursos apocalípticos hay grandes intereses que grupos oligárquicos defienden sin importar las consecuencias.
No nos engañemos, lo que les importa a esas oligarquías es quién gobierna porque, dependiendo quién lo haga, se sienten más seguros o menos para seguir llenando sus carteras y conservar sus privilegios.