SEBASTIÁN LÓPEZ MATEOS 

"La ocupación de la Franja de Gaza masacrando a todo un pueblo indefenso, el asesinato de civiles, entre ellos niñas, ancianos, sanitarias, periodistas y personal de distintas ONGs, y el exterminio del pueblo palestino

2025-08-15

 

Ninguna violencia es justificable, ninguna. Ningún pueblo puede ser aplastado, agredido, ni masacrado bajo ningún pretexto. Ningún país tiene derecho a ocupar tierras, expulsando de ellas a las familias que han crecido y vivido en ellas durante siglos. La historia, sin embargo, está llena de ocupaciones ilegales, de violencia indiscriminada contra pueblos indefensos, de violaciones de derechos y de uso de la fuerza contra pueblos y grupos humanos sin apoyos ni defensa alguna.

De ninguna manera puede justificarse el genocidio del pueblo palestino con la excusa de que previamente Hamás había hecho una incursión en territorio palestino, donde se habían asentado colonos israelíes de manera ilegal con la protección del Estado israelí, en la que hubo decenas de muertos y rehenes, algunos todavía cautivos.

La ocupación de la Franja de Gaza masacrando a todo un pueblo indefenso, el asesinato de civiles, entre ellos niñas, ancianos, sanitarias, periodistas y personal de distintas ONGs, y el exterminio del pueblo palestino viene fraguándose desde que se creó el Estado de Israel en 1948. Nunca ha estado en los presupuestos de Israel convivir con Palestina en un Estado único y común de los dos pueblos, y tampoco ha estado en los planes del sionismo (movimiento nacionalista judío) reconocer un Estado palestino en la Franja de Gaza.

Nunca, al menos en la historia más reciente, se ha actuado con tanta saña, con tanta crueldad y con tanta impunidad como está haciendo en Gaza el ejército de Israel. Pero siendo esto lo más grave, no es menos, la pasividad, la inoperancia política de la mal llamada comunidad internacional, al no ser capaz de contrarrestar y establecer un plan que se opusiera de manera conjunta y coordinada a los grandes responsables genocidas del pueblo palestino, Israel y EE. UU.

Ni la ONU, por su incapacidad, derivada de su estructura política, ni la UE, por la deriva y la inexistencia de unidad política y con intereses dispares de sus miembros, han estado a la altura para impedir un genocidio que está destruyendo la estima que como género humano creíamos tener, Ni los estados, ni la sociedad civil hemos sido capaces de dar una respuesta unitaria y contundente a uno de los hechos más inhumanos y trágicos que no nos imaginábamos que podíamos ver, y lo hemos visto, televisados y narrados en directo ante nuestros propios ojos. La mentira, el cinismo, el discurso vacío de mandatarios internacionales y una sociedad instalada en la indolencia, en la pasividad, están condenando a una generación, volcada en el consumismo y en la insolidaridad, a las profundidades de la historia más miserable.

Y a pesar de lo dicho no podemos, ni debemos, arrojar la toalla y perder la esperanza. Miles de ciudadanos y ciudadanas del mundo, países, pocos, sí que han dado un paso adelante y han dicho basta; organizaciones, algunas arriesgando vidas, y pueblos, anónimos para las élites mundiales, están ahí para mantener la llama de la esperanza. Plataformas como Jaén y Linares con Palestina, pueblos como Huelma, La Carolina, Villatorres, etc. y movimientos ciudadanos diversos están alzando la voz, manifestando la desesperación y la impotencia al mismo tiempo, pidiendo la solución a un genocidio y a un exterminio del que ya no encuentro calificativo alguno para describirlo.

Ha habido que esperar a que se produjeran sesenta mil asesinatos, cientos de muertes de niños y niñas por desnutrición para que algunos países reaccionen de manera, a mi juicio, tímida y sin la determinación necesaria para acabar con tanta atrocidad. No es comprensible que todavía se tengan relaciones políticas, diplomáticas, comerciales y económicas con Israel. O quizás sí se entiende cuando vemos que una mandataria, presidenta de la Unión Europea, que se supone nos representa, rinde pleitesía a un sátrapa que intenta gobernar el mundo sin reglas ni orden alguno.

Ya vamos tarde para los más de sesenta mil muertos palestinos, pero no para los todavía más de dos millones que malviven con desesperación en esa franja que impunemente quieren convertir, tras la expulsión de la población palestina, en un parque de atracciones y turístico. No cabe más que los tímidos movimientos contra el genocidio palestino se conviertan en un clamor mundial de la sociedad civil.

O reaccionamos, o lo que hoy está ocurriendo en Palestina mañana podemos tenerlo más cerca. Primero con los inmigrantes, después con los musulmanes, más tarde serán los pobres que conviven al lado nuestro…

¿Suena el estribillo?


 

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