ALFREDO INFANTES DELGADO 

"Sueño y mentira de Franco (Picasso)

2025-11-20

Contra Franco

Sueño y mentira de Franco (Picasso)

En este número especial de Libreopinante, dedicado al recuerdo de la desaparición del dictador, os he seleccionado un conjunto de poemas ordenados por fecha de composición y que tienen que ver no sólo con ese vil personaje sino también con diferentes elementos y momentos de también esa vil dictadura.

Pablo Neruda (1937)

El general Franco en los infiernos

Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas, ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz de mujer muerta 
                                                                    / te escarbe la barriga.
Buscando una sortija nupcial y un juguete de niño degollado,
serán para ti una puerta oscura,
arrasada.
                
                En efecto.
                            De infierno a infierno, ¿qué hay?
En el aullido de tus legiones, en la santa leche
de las madres de España, en la leche y los senos pisoteados
por los caminos, hay una aldea más, un silencio más, 
una puerta rota.

                Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.

                Retrocede la llama sin ceniza,
la sed salina del infierno, los círculos
del dolor palidecen.
                Maldito, que sólo lo humano
te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no te pierdas
en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo 
ni la feroz espuma.
                Solo, solo, para las lágrimas
todas reunidas, para una eternidad de manos muertas
y ojos podridos, solo una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
por una eternidad maldita y sola.
                                                No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
despierto, general, despierto eternamente
entre la podredumbre de las recién paridas,
ametralladas en Otoño. 
Todas, todos los tristes niños descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.
                                                Niños negros por la explosión,
trozos rojos de seso, corredores
de dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la
misma actitud
de atravesar la calle, de patear la pelota,
de tragar una fruta, de sonreír o nacer.

Sonreír. Hay sonrisas
ya demolidas por la sangre
que esperan con dispersos dientes exterminados
y máscaras de confusa materia, rostros huecos
de pólvora perpetua, y los fantasmas
sin nombre, los oscuros
escondidos, los que nunca salieron
de su cama de escombros. Todos te esperan
para pasar la noche. Llenan los corredores 
como algas corrompidas.
                                    Son nuestros, fueron nuestra
carne, nuestra salud, nuestra
paz de herrerías, nuestro océano
de aire y pulmones. A través de ellos
las secas tierras florecían. Ahora, más allá de la tierra,
hechos substancia
destruida, materia asesinada, harina muerta,
te esperan en tu infierno. 
Como el agudo espanto o el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan. Solo y maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.

***

Miguel Hernández (1937)

Tu famosa, tu mínima impotencia...

Tu famosa, tu mínima impotencia,
desparramar intento
sin detener el paso ni un instante.
Para lo tal, me apeo en mi paciencia,
pulso un acordeón llorón de viento
y socarrón de voz, y ya es bastante.

Tu cornicabreada decrepitud purgante
exige estos reparos de escritura,
y con ellos ayudo a someterte,
no al manicomio al tonticomio oscuro
que tu idiotez sin mezcla de locura,
pide hasta que la muerte
venga a sacar tu vida de este apuro.

Llevas el corazón con cuello duro,
residuo de una momia milenaria
concurso de idiotas,
que necesita la alabanza diaria
y descosido en la alabanza explotas.

Cocodrilito pequeñito, ñito,
lagartija de astucia,
mezquina subterránea, con el rabo marchito,
y la mirada alcantarilla sucia.

Tarántula diabética y escuálida,
forúnculo político y gramático,
repúblico de triste mierda inválida,
oráculo, sarcófago enigmático.

Demócrata de dientes para fuera,
altares solicita tu zapato
No hagas más reflexiones de topo y madriguera
en tu conejeril rincón de mentecato.
 
Humo soberbio, sapo que te hinches
cuando oyes un piropo:
disuélvete en berrinches
resuélvete, desaparece, topo.
España no precisa
tu vaciedad de calabaza neta,
tu mezquindad que duele y que da risa,
tu vejez inconcreta,
venenosa, indecisa.

No te toca la sangre de los trabajadores,
sus muertes no salpican tu chaleco,
no te duelen sus ansias, ni su lucha,
tu tiniebla trafica con sus puros fulgores
su clamor no haya en ti ni voz, ni eco,
tu vanidad tu mismo ruido escucha
como un sótano seco.
 
Hay ojos que derraman raíces amorosas.
Sobre tus ojos tienes
uñas que a hacerse dueñas de las cosas
avanzan por tus sienes.

tu corazón de espino secundario,
tu soberbia de zarza consumida.

Sobre tu pedestal o tu peana,
monumento de oficio,
cuando su salvación está cercana
quieres llevar un pueblo al precipicio.

Te rebuznó en el parto tu madre, y más valiera 
a España que jamás te rebuznara
con esa cara de escobilla fiera,
de vieja zorra avara.

No llevarás mi pueblo al precipicio,
dictador fracasado, rey confuso,
y caerás por la punta de una bota
sobre tus flacos días puesta en uso.

***

Pedro Garfias - Victor Manuel (1937)

Asturias

Asturias, si yo pudiera,
si yo supiera cantarte...
Asturias verde de montes
y negra de minerales.
Yo soy un hombre del Sur
polvo, sol, fatiga y hambre,
hambre de pan y horizontes...
¡Hambre!
Bajo la piel resecada
ríos sólidos de sangre
y el corazón asfixiado
sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos, los ojos
ciegos de tanto mirarte
sin verte, Asturias del alma,
hija de mi misma madre.

Dos veces, dos, has tenido
ocasión para jugarte
la vida en una partida,
y las dos te la jugaste.
¿Quién derribará ese árbol
de Asturias, ya sin ramaje,
desnudo, seco, clavado
con su raíz entrañable
que corre por toda España
crispándonos de coraje?
Mirad, obreros del mundo
su silueta recortarse
contra este cielo impasible
vertical, inquebrantable,
firme sobre roca firme,
herida viva su carne.

Millones de puños gritan
su cólera por los aires,
millones de corazones
golpean contra sus cárceles.

Prepara tu salto último
lívida muerte cobarde
prepara tu último salto
que Asturias está aguardándote
sola en mitad de la Tierra,
hija de mi misma madre. 


Rafael Alberti (1938)

El burro explosivo

Tú todavía, general botijo,
caudillo cantimplora sin pitorro,
liliputiense, hijo
de zorra cabezorra y cabezorro.
Di, Francisco, ¿hasta cuándo,
con tus bordados camisones nuevos,
de cara al sol y caraculeando,
nos tocarás la yema de los huevos?
Contempla, rebozado cochifrito,
la desgraciada Italia de Benito,
la Alemania de Adolfo destrozada.
Pero siendo tan chico de estatura
para contemplar nada,
sube a admirarlas, paticuesco enano,
desde la interminable sepultura
de tanta España muerta por tu mano.
¿Qué ves? Verde te veo,
no de aquel bello azul, azul de Prusia,
que la Falange (luego Falangeta
cuando se le encogió y heló el respiro
traseramente en Rusia)
viera desvanecerse en la puñeta.
¿Duermes tranquilo, Franco?
Cómo son al sentarte tus mañanas,
si atacado de espaldas y de flanco
por tus erectas guardas africanas
velas sin vela, ¡oh Canco, Canco, Canco!
Arriba ya, paneque! baila, andorga;
peonza que al final democratizas;
baila, culo hecho trizas,
baila, Generalismo pandorga,
sieso manido, sieso
patibulario, tieso y patitieso!
Muerto estás ya, Paquita la Católica,
Isabel del Ferrol y de Castilla.
Tu España carajólica
te despide: ¡Presente!,
mientras en los luceros, amarilla,
sube tu gloria de mojón caliente.

***

León Felipe (1939)

 Hay dos españas, la del soldado y la del poeta.
            La de la espada fratricida y la de la canción
            vagabunda.
            Hay dos españas y una sola canción. Y esta es la
            canción del poeta vagabundo:

Franco, tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo,
la pistola.

Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...
más yo te dejo mudo...

¡Mudo!

Y, ¿cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?

***

Ángela Figuera Aymerich (1953)

Mujeres del mercado

Son de cal y salmuera. Viejas ya desde siempre.
Armadura oxidada con relleno de escombros.
Tienen duros los ojos como fría cellisca.
Los cabellos marchitos como hierba pisada.
Y un vinagre maligno les recorre las venas.

Van temprano a la compra. Huronean los puestos.
Casi escarban. Eligen los tomates chafados.
Las naranjas mohosas. Maceradas verduras
que ya huelen a estiércol. Compran sangre cocida
en cilindros oscuros como quesos de lodo
y esos bofes que muestran, sonrosados y túmidos,
una obscena apariencia.

Al pagar, un suspiro les separa los labios
explorando morosas en el vientre mugriento
de un enorme y raído monedero sin asas
con un miedo feroz a topar de improviso
en su fondo la última cochambrosa moneda.

Siempre llevan un hijo todo greñas y mocos,
que les cuelga y arrastra de la falda pringosa
chupeteando una monda de manzana o de plátano.
Lo manejan a gritos, a empellones. Se alejan
maltratando el esparto de la sucia alpargata.

Van a un patio con moscas. Con chiquillos y perros.
Con vecinas que riñen. A un fogón pestilente.
A un barreño de ropa por lavar. A un marido
con olor a aguardiente y a sudor y a colilla.

Que mastica en silencio. Que blasfema y escupe.
Que tal vez por la noche, en la fétida alcoba,
sin caricias ni halagos, con brutal impaciencia
de animal instintivo, les castigue la entraña
con el peso agobiante de otro mísero fruto.
Otro largo cansancio.

***

Celso Emilio Ferreiro (1962)

Larga noche de piedra

El techo es de piedra.
De piedra son los muros
y las tinieblas.
De piedra el suelo
y las rejas.
Las puertas,
las cadenas,
el aire,
las ventanas,
las miradas,
son de piedra.
Los corazones de los hombres
que a lo lejos acechan,
hechos están
también
de piedra.
Y yo, muriendo
en esta larga noche
de piedra.

***

Alfonso Sastre (1963)

Soneto XV
(Muerte de Julián Grimau)

Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
Pero el mundo se agita y se remueve.
En mil novecientos treinta y nueve
se fusilaba sin más a tanto inmundo

protestar de masones, liberales,
comunistas, social democristianos,
escritores borrachos, italianos,
gentes de mal vivir y radicales.

Pero además, ¿qué pasa? ¿qué presentas?
Mundo, ¿cómo protestas, importuno?
¿Tanta importancia tiene a fín de cuentas?
que sean un millón o un millón uno,
los muertos de una guerra tan gloriosa?

***

Chicho Sánchez Ferlosio (1963)

Gallo Rojo, Gallo Negro

Cuando canta el gallo negro
es que ya se acaba el día.(2)
Si cantara el gallo rojo
otro gallo cantaría.(2)

  Ay, si es que yo miento,
  que el cantar que yo canto
  lo borre el viento.
  Ay, qué desencanto
  si me borrara el viento
  lo que yo canto.

Se encontraron en la arena
los dos gallos frente a frente.(2)
El gallo negro era grande
pero el rojo era valiente.(2)

  Ay, si es que yo miento...

Se miraron cara a cara
y atacó el negro primero.(2)
El gallo rojo es valiente
pero el negro es traicionero.(2)

  Ay, si es que yo miento...

Gallo negro, gallo negro,
gallo negro, te lo advierto:(2)
no se rinde un gallo rojo
más que cuando está ya muerto. (2)

  Ay, si es que yo miento...

***

Violeta Parra (1963-64)

¡Qué dirá el Santo Padre?

Miren cómo nos hablan
de libertad
cuando de ella nos privan
en realidad.
Miren cómo pregonan
tranquilidad

cuando nos atormenta
la autoridad.

¿Qué dirá el Santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a sus palomas?

Miren cómo nos hablan
del paraíso
cuando nos llueven balas
como granizo.
Miren el entusiasmo
con la sentencia
sabiendo que mataban
a la inocencia.

¿Qué dirá el Santo Padre...

El que oficia la muerte 
como un verdugo
tranquilo está tomando
su desayuno.
Lindo se dará el trigo
por los sembra’os,
regado con tu sangre,
Julián Grimau.

¿Qué dirá el Santo Padre...

Entre más injusticia,
señor fiscal,
más fuerzas tiene mi alma
para cantar.
Con esto se pusieron
la soga al cuello,
el sexto mandamiento
no tiene sello.

¿Qué dirá el Santo Padre...

***

Lluís Serrahima - María del Mar Bonet (1968)

Què volen aquesta gent

De matinada han trucat,
són al replà de l’escala,
la mare quan surt a obrir
porta la bata posada.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?

“El seu fill, que no és aquí?”,
“N’és adormit a la cambra,
què li volen, al meu fill?”
El fill mig es desvetllava.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?

La mare ben poc en sap
de totes les esperances
del seu fill estudiant,
que ben compromès n’estava.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?
 
Dies fa que parla poc
i cada nit s’agitava.
Li venia un tremolor
tement un truc a trenc d’alba.

Encara no ben despert,
ja sent viva la trucada
i es llança pel finestral
a l’asfalt d’una volada.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?

Els que truquen resten muts,
menys un d’ells –potser el que mana–
que s’inclina al finestral,
darrere xiscla la mare.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?

De matinada han trucat,
–la llei una hora assenyala–
ara l’estudiant és mort,
n’és mort d’un truc a trenc d’alba.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?

***

Lluis Llach (1969)

L’estaca

L’avi Siset em parlava
de bon matí al portal
mentre el sol esperàvem
i els carros vèiem passar.

Siset, que no veus l’estaca
on estem tots lligats?
Si no podem desfer-nos-en
mai no podrem caminar!

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

Però, Siset, fa molt temps ja,
les mans se’m van escorxant,
i quan la força se me’n va
ella és més ampla i més gran.

Ben cert sé que està podrida
però és que, Siset, pesa tant,
que a cops la força m’oblida.
Torna’m a dir el teu cant:

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

L’avi Siset ja no diu res,
mal vent que se l’emportà,
ell qui sap cap a quin indret
i jo a sota el portal.

I mentre passen els nous vailets
estiro el coll per cantar
el darrer cant d’en Siset,
el darrer que em va ensenyar.

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

***

Joan Brossa (1975)

¡Final!

-Deberías haber tenido otro final;
te merecías, hipócrita, un muro en
otro agujero. Tu dictadura,
tu puta vida de asesino,

¡menudo incendio de sangre! Podrido verdugo,
te tenía que haber apaleado la dura
oscuridad de los pueblos, dado a tortura,
colgado de un árbol al final de algún camino.

Rata de la peor delincuencia,
te pegaba otra muerte con violencia,
el final de tantos desde aquel mes de julio.
 
Pero la has tenido de tirano español,
sólo e hibernado, gargajo de la ciencia
y con tufo a sangre y mierda. ¡Su Excremencia!

Gloria de la chapuza,
ha muerto el dictador más viejo de Europa.
¡Un abrazo, amor, y levantemos la copa!

***

Victor Manuel - Ana Belén (1976)

Veremos a Dolores

Sí, veremos a Dolores caminar
las calles de Madrid.
Quién te puede negar
si el tiempo transcurriendo confirmó
que esto no daba más
y que era inevitable la reconciliación.
Se gastan las palabras
golpeando contra el muro
pero ahí están las tuyas
cargadas de futuro.
Quién te puede negar
no hay tregua en el combate por la paz
desde el cincuenta y seis
tendimos nuestra mano a todos los demás.
Bandera infatigable
del hombre acorralado
de un pueblo que no quiere
vivir amordazado.
Quién nos puede negar
porque nos regatean respirar
quién se atreve a explicar
que sea un beneficio la clandestinidad.
Para otros los laureles
la regalada historia
que el único camino
nos lleve a la victoria.

***

Gloria Fuertes (1995)

Cuando la revolución de mil novecientos veinte
las carmelitas se trajeron la mano de santa Teresa.
No sé cómo llegó al Pardo.
Las carmelitas de Ronda piden la reliquia a Franco.
Franco no les da la mano.
La mano no se pierde,
la tiene Franco para dirigir España
-dijo el Obispo a la hermana-.
Franco la tiene de pisapapeles en su despacho.
La mano de santa Teresa inerte
extendió el dedo corazón
cuando Franco firmó cinco sentencias de muerte.
Se estremeció el mundo de lado a lado
cuando los cinco últimos vencidos
fueron fusilados.
La reliquia de santa Teresa (la mano)
vuelve al convento de las carmelitas
y en el palomar
hay revuelo de hábitos
y gran festival.

***

Marcos Ana (2011)

Canto absoluto a la libertad

Su herida golpead de vez en cuando;
no dejadla jamás que cicatrice.
Que arroje sangre fresca su dolor
y eterno viva en su raíz el llanto.

Si se arranca a volar, gritadle a voces
su culpa: ¡que recuerde!
Arrojadle pellas de barro oscuro al rostro.
Si en su palabra crecen las flores nuevamente,
pisad su savia roja
hasta que nazcan lívidas, como manos de muerto.

Talad, talad: que no descuelle
su corazón de música oprimida.

Porque esa es vuestra ley, tan extraña a la mía:
si un río se alza para hablar con la luna,
ponedle un dique oscuro.
Si una estrella olvidando su distancia se mece
en los agraces labios de un muchacho,
denunciadla a los astros.
Cuando un corzo se beba la libertad y el bosque,
atadlo como a un perro.

Si hay algún pez que aprendiera a vivir sin el agua,
negadle orilla y tierra.
Si el alba se deslumbra de claridad alada,
clavad las hojas verdes de la noche en sus noches.

Si hay un hombre que tiene
su corazón de viento,
llenádselo de piedras
y hundidle la rodilla sobre su pecho.


 

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