CARMEN MARÍA FDEZ-KOFBLER CASAS-NEFF 

"Ni con VioGén, ni con la actualización del programa a VioGén 2 

2025-11-30

Ni una más ni una menos

Todo tiene un comienzo y un final. Siempre.
Este artículo que estás leyendo fue escrito el pasado martes 25 de noviembre de 2025, justo en la madrugada de ese día que una vez al año conmemora la terrible lacra que no cesa de suceder en esta sociedad, me refiero a los asesinatos de mujeres. Terrible fecha que debería custodiarse, vigilarse y velarse durante los 365 días del año. 
Un día no es suficiente para tamaña lucha. Una guerra de tal envergadura no se gana con actos celebrados en un día. La concienciación es ardua labor, pero muy necesaria. En verdad, nada de lo hecho hasta ahora ha sido suficiente. Hasta ahora las medidas que se están llevando a cabo para erradicar dicha violencia, por desgracia, no han surtido efecto, o al menos el efecto deseado. El maltrato y los asesinatos a manos de parejas y de exparejas continúan sumando cifras. Hasta dicho día, la cifra es espeluznante: 38 mujeres asesinadas y 20 niños-as.
Ni con VioGén, ni con la actualización del programa a VioGén 2 se ha conseguido el frenado del peligro que rodea a la siguiente víctima. 
Entiendo que el principal fallo está en el círculo más cercano de la presunta asesinada, en el hogar, entre sus familiares, en su vecindario. Me refiero a cuando miran a otro lado quienes la rodean excusándose con el manido alegato de que “en cosas de parejas es mejor no meterse”.
Entonces, ¿por qué se inmiscuyen cuando ya no hay arreglo? ¿Por qué participan pidiendo minutos de silencio tras pancartas cuando la vida de una mujer ya ha expirado? ¿Por qué blanqueamos los evidentes malos gestos? ¿Por qué? ¿Por qué obviamos las señales de maltrato? No lo entiendo. Tanto miedo y tanta ocultación. Lo evidente está ahí, nos guste o no, porque lo mismo que el amor se percibe, también lo hace el desamor. 
Señores y señoras, con el cinismo no avanzamos, eso está muy claro. Con la procacidad, solo nos hundimos en la ciénaga de la muerte, del dolor, del desamparo. Cuando la sangre mancha, es fruto de sentimientos alarmantes. Cuando la sangre es derramada, con o sin, alevosía y/o premeditación siempre existe un inicio, quizás con una mala mirada, con un insulto o una banal discusión que persistentemente marca un antes y un después. Aun así, en el entorno de la presunta víctima fluimos y nos desentendemos del sufrimiento de esa mujer, de su tristeza, de su cambio de carácter. Nos desentendemos mirando a otro lado a pesar de que vamos percibiendo como se va marchitando y sus colores van tornándose grises. Y para más inri la hacemos mártir, la tachamos de “rara”, o incluso hay quienes se atreven a justificar su mal con “algo habrá hecho”. 
Si seguimos en la misma sinergia de mirar a otro lado, ni todos los programas del mundo por mucha innovación que contengan, ni todas las herramientas que se utilicen para coordinar la protección del maltrato podrán erradicar que se pierda una vida más. 
Y ahí no se queda la cosa, no solo en dichos aberrantes actos mueren ellas…, porque para los hijos que no sufren la violencia vicaria, quedan vivos y matan a sus madres, también mueren sus padres en sus corazones. 
¡¡¡BASTA YA!!!


 

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