... cualquier iniciativa que crea en la necesidad de cambiar las cosas debe empezar por poner las bases para movilizar a todas aquellas personas, la inmensa mayoría, afectadas por las políticas neoliberales de desmontaje del Estado y sus coberturas.

2023-12-03

 

No lo dudes. Servir, sirve

 

Estamos en una realidad social en la que la desigualdad y la precariedad se han convertido en monedas de cambio. Quien las padece intenta venderlas, procurando desprenderse de ellas, y quien tiene la llave para que las dejes atrás negocia con ello estrujando y explotando cualquier rendija que le permitas para ello.

En esta realidad, queda patente que los servicios públicos adquieren una importancia vital. Y de eso no nos damos cuenta solo quienes los necesitamos, sino que también lo hacen quienes buscan continuamente nuevas opciones donde invertir su dinero para aumentar su riqueza y su poder.

Y, en una estrategia en la que llevan bastante tiempo, se han fijado como objetivo los servicios públicos. Y ¡vaya si lo estamos notando! Entre privatizaciones y conciertos se están desmantelando buena parte de las estructuras básicas de esos servicios y se está obligando a acudir cada vez más a las coberturas privadas, en un rizar el rizo que consiste en quedarse solo con la parte ancha del embudo, soltando cualquier pega hacia la parte estrecha, la que sigue representando la administración. Así, todo olla, que diríamos aquí.

Y con este entorno social, padeciendo cada vez más las consecuencias de consecutivos gobiernos que dedican sus esfuerzos al maquillaje de cifras y a esconder la mierda bajo la alfombra, se ha creado también una especie de pensamiento colectivo que indica que en realidad no podemos hacer nada para evitarlo. Que, pase lo que pase, tendremos que seguir sufriendo esta situación.

Esto no es un pensamiento gratuito, sino que está promovido por quienes les interesa que esa acción de privatización de servicios no se vea contrarrestada por una reacción de protesta y movilización, que sería lo único capaz de revertirla. Y a ello dedican enormes esfuerzos. Aunque no los veamos ni seamos conscientes.

Esa desmovilización que resaltan los medios cada vez que hay elecciones proviene siempre del mismo sitio. Aquellos que se dedican a expandir la idea de que todo va a seguir igual sí que se preocupan de movilizar a los suyos para que realmente sea así. Les va el beneficio en ello.

Por eso

cualquier iniciativa que crea en la necesidad de cambiar las cosas debe empezar por poner las bases para movilizar a todas aquellas personas, la inmensa mayoría, afectadas por las políticas neoliberales de desmontaje del Estado y sus coberturas.

Y ello no se hace solo cada cuatro años, al ir a votar, que no estaría mal. Si no que hay que hacerlo a diario, en cada una de las convocatorias que se producen para reivindicar nuestros derechos. Resaltando y haciendo llegar la situación y haciendo ver que, si nadie lo remedia, irá a peor.

Y aquí chocamos con algo que me parece fundamental. La sensación de que lo que una persona pueda hacer no va a variar nada el rumbo de los acontecimientos. Esto lo vemos a diario y en todos los ámbitos, ya sea económico, sociales, ecológicos, etc. Unos, más mayores, porque opinan que ya no les toca a ellos, aunque hay que reseñar su capacidad de movilización y responsabilidad en muchas ocasiones, quizá porque saben lo que costó ganar los derechos sociales y lo fácil que pueden desaparecer. Otros, los más jóvenes, porque desde que tienen conciencia política y de su entorno no han visto otra cosa y creen que las cosas, simplemente, son así y no se pueden cambiar. Otros, los de en medio, temerosos de perder lo poco que les queda, sin darse cuenta de que no luchando ya lo están perdiendo.

Concienciar, por un lado, de la importancia de defender lo propio, abarcando con ello todo lo que tenemos alrededor, sintiéndonos parte de una comunidad, es vital para provocar que nos volvamos a involucrar en la defensa de lo social.

Convencer, por otro lado, de la importancia de la acción individual para cambiar las cosas es el paso necesario para provocar la responsabilidad y el convencimiento del papel que debemos jugar en un tablero en el que el otro equipo va ganando, pero no porque esté jugando mejor, sino porque no estamos moviendo nuestras fichas.

Movernos entre la desmovilización por colapso y la desmovilización por apatía, provocando que ni una ni otra dirijan nuestro sentir como individuos y como colectivo, es la clave para dar la vuelta a las cosas.

Esa y

comprender que muchas veces las luchas, revestidas de un color u otro y emblemáticas de un sector u otro, no son en realidad batallas distintas, sino distintas caras de la misma moneda.

Porque no se puede defender la ecología sin la justicia social, o la educación sin la libertad de opinión, o la sanidad sin la igualdad de oportunidades…

Es posible que este texto no sirva para provocar la movilización de la juventud, por ejemplo, en la próxima convocatoria para luchar por los derechos sociales, pero tampoco lo pretende. Si una sola persona ve en estas líneas la motivación que no encontraba para cambiar su día a día, siendo consciente de la importancia de actuar de acuerdo a sus propios intereses sociales, ya se verán colmadas mis expectativas.

Trabajar la difusión de las ideas, llevar a los más jóvenes la importancia de los logros sociales, compartir todo lo que en común tenemos y que provoca que nos beneficiemos de las estructuras de servicios sociales que tanto costó crear, son sin duda los ejes de trabajo que deberían llevar a cabo asociaciones, sindicatos, partidos, para intentar que la lucha no quede en un choque contra un muro, solo a veces mitigado por leves conquistas que sirven para calmar nervios y desviar atenciones.

Solo el convencimiento de la importancia de la actuación individual, dentro de la corriente colectiva, puede convertir momentos de movilización en auténticos movimientos de cambio.

Así que, si en algún momento te preguntas, ¿para qué?, ¿va a servir de algo? No lo dudes, sirve y mucho. Y solo haciendo la parte que te corresponde como persona podrás luego exigir la parte que nos corresponde a los demás y a todos como colectivo.

Así que, nos vemos en la próxima.


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