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2023-11-19
¿Jaén Plaza o las plazas de Jaén?
¡Ea!, pues ya está abierta, ¿definitivamente? La galería comercial del Jaén Plaza. Para quien no lo sepa, ese maravilloso enclave comercial que viene a acabar con la poca oferta en el comercio de la capital jienense y a ofrecer miles de puestos de trabajo a la juventud de Jaén. O eso debe ser a juzgar, por lo encantados que se han mostrado siempre los regidores y sus equipos en el consistorio municipal.
Ya se abrió, deprisa y corriendo, porque urgía apuntarse el tanto justo antes de unas elecciones municipales. Aunque ello supusiera abrir sin estar terminado y con obras en la propia galería, así como en los aledaños.
Quizá eso tuviera algo que ver en el incendio que se produjo, y que por fortuna no ocasionó daños personales, que provocó que apenas unos días después de su apertura, a bombo y platillo, se tuviera que cerrar, a golpe de manguera y sirena.
No me alegro en absoluto de esa situación. He recordado a quienes han hecho el esfuerzo necesario para preparar sus establecimientos para la apertura y que vieron cómo se quedaban con las puertas cerradas. También, especialmente, a las personas trabajadoras de esas tiendas.
Vale, pues ya está abierto. Ahora es cuando vamos a ver si todos esos parabienes se confirman o se muestran, como lo que en realidad suelen ser, una retahíla de mensajes de marketing bien estructurados para justificar una infraestructura comercial que en nada necesitaba nuestra ciudad.
De momento ya hemos visto uno de sus efectos.
No había nada más que pasear el sábado, 11 de noviembre, por el centro de la ciudad para ver una imagen de calles vacías y tiendas desiertas con un panorama desolador y un futuro,
si sigue así, muy negro para quienes trabajan en esos establecimientos.
Y todo ello a pesar de que, antes de la apertura, el anterior alcalde de la ciudad, Julio Millán, en un giro de lenguaje que ni él mismo podría explicar, indicaba que iba a suponer un beneficio para el pequeño comercio de la ciudad. ¡Ahí, con un par!
Basaba esta afirmación en que el Centro Comercial, y en concreto la apertura de la galería comercial, iba a atraer a numerosos clientes de los que se iban a beneficiar la mayoría de los comercios locales. Como si el Centro Comercial estuviera en el centro de la ciudad y al salir por sus puertas, estos clientes se toparan con el resto de los comercios de la ciudad.
Un poquito de sentido común no vendría mal a la hora de hacer declaraciones por parte de nuestros gobernantes.
Y es que no se pueden defender a la vez dos modelos contrapuestos, porque al final acabas decepcionando a ambos. El pequeño comercio y las grandes superficies, especialmente en una ciudad pequeña como es Jaén, son modelos enfrentados que no solo no se complementan, sino que se oponen frontalmente y el beneficio de uno recae directamente en el perjuicio del otro. Y esta es una batalla desigual que puede ganar el grande o no ganarla nadie, pero que nunca ganará el pequeño.
Es posible que el vaciado de calles provocado por la apertura esté también magnificado en los primeros fines de semana, porque, como compradores compulsivos que somos y curiosos, permanentes, siempre dispuestos a ser los primeros en probar algo, pasada la novedad volvamos poco a poco a equilibrar algo las cosas.
Aunque, seamos claros, Jaén no tiene capacidad para mantener una oferta comercial con tres ubicaciones distintas. Aunque moribundo, el Centro Comercial La Loma sigue abierto y es el primero en sufrir el efecto JP, si me permiten las confianzas.
Al dotar a una ciudad pequeña de tal diversidad de puntos de interés comercial, la consecuencia lógica es que uno devore a los otros y lo más probable, por la diferencia de medios, es que el grande se coma al pequeño. Luego, no conseguiremos ampliar la oferta comercial, sino que la trasladaremos de un sitio a otro. No se crearán empleos, sino que se trasladarán de unos comercios, los que tendrán que cerrar o despedir aparte de su plantilla, a otros, los que, al menos al principio, aprovecharán el aluvión de la novedad. Lo peor es que ese traslado de empleos significa pérdida de calidad en el propio puesto de trabajo y en las condiciones del mismo.
Vemos cómo en países de nuestro entorno, físico y económico y empezando por el propio creador de las grandes superficies, los Estados Unidos de América, esta fórmula comercial está en franca recesión. En cambio, en España somos incapaces de aprender en experiencias ajenas y estamos dispuestos a repetir los errores por los que ellos ya han pasado.
Debemos aspirar a un modelo de ciudad compacta, de cercanía, que potencie el comercio de barrio y que redunde directamente en la calidad de vida de la gente. En cambio, se apuesta desde el poder por un modelo disperso, con total dependencia de los desplazamientos y, en general, del vehículo privado.
Quedarnos aquí, en este punto del debate, sería sin duda dejarlo incompleto y es menester entrar a analizar por qué mucha gente lo ve con buenos ojos. Alguna responsabilidad tendrá también el pequeño comercio de la ciudad, incapaces muchas veces de atraer al público a las calles y a su oferta comercial. Porque yo lo tengo claro, si la opción es entre que la gente vaya al Nevada, de Granada, o quedarse en el Jaén Plaza, prefiero que se queden aquí, que algo dejará. Pero es que esa no es la disyuntiva, o no debería serlo. Si no entre un tipo de negocio y otro. Cada cual con sus características y sus opciones. Y que cada cual elija teniendo en cuenta también lo que significa su elección y lo que acarrea para la ciudad.
Trabajo, alquileres, horarios, accesibilidad… todo debería entrar en un debate para revertir la situación que se le viene encima al comercio de la ciudad, y hacerlo con la participación de todas las partes implicadas. Pero esto, visto lo visto por experiencias pasadas, no parece fácil.
Así que hay que elegir, Jaén Plaza o damos vida a las plazas de Jaén.