... el ser humano ha logrado alargar su esperanza de vida de forma agigantada en los últimos dos siglos,

2023-09-10

Ver para creer

 

El cuestionamiento de la realidad es algo intrínseco al ser humano, ya que nuestra capacidad de razonar nos permite analizar lo que nos rodea y nos acerca al conocimiento de nuestro mundo. A través del nuestro propio análisis nos surgirán dudas y aparecerán certezas; certezas que seguramente vendrán tras distintos métodos de comprobación que nos acercarán a la verdad, a lo certero, eliminando las dudas existentes y allanando el camino al conocimiento.
Reconozco que puede ser muy enrevesado, pero el método científico lo utiliza el ser humano desde que surge el primer Homo sapiens. Supo relacionar piedras y palos como instrumentos y herramientas para su supervivencia (para la caza, cocinar, construcción, vestimenta, apoyo, …). No verás a un león, por ejemplo, apoyarse en un palo cuando esté cojo de una pata, sencillamente porque no es capaz de relacionar la utilidad que le puede dar un sustento físico a su incapacidad para andar.
El método científico mediante distintas fases y procedimientos pudo aportar soluciones al ser humano a sus propias inquietudes. Pasó de buscar escondrijos para protegerse de otros depredadores y de la climatología (cuevas y espacios que le diesen seguridad) a relacionar que con lo que le rodea (piedras, maderas, vegetación, …) podrían crear “algo” que le permitiese vivir en comunidad en zonas más idóneas (tierras más fértiles, con acceso al agua, …) y más seguras. 
Tuvieron que pasar muchos miles de años para que pudiese relacionar la importancia del fuego como elemento de utilidad para el ser humano en su capacidad de mejorar su adaptación y, por ende, su supervivencia.
Teniendo en cuenta que

el ser humano ha logrado alargar su esperanza de vida de forma agigantada en los últimos dos siglos, no podemos entender nuestra existencia sin reconocer la capacidad de superación de nuestra propia existencia por reconocer, analizar, encontrar y aprovechar lo que existe en nuestro mundo para mejorar nuestras propias vidas.

 
Pero también desde el primer momento surgirían voces conservadoras que alentarían a no utilizar el fuego, a no buscar agua debajo de la tierra, a no utilizar piedras para construir, a no quemar la carne cazada, a no comer tal o cual fruta, a cuestionar la rueda, a maldecir las aleaciones de minerales para crear distintos metales, … porque el cuestionamiento de la realidad también conlleva la discrepancia y los miedos.
Algunos intereses pueden ser por el mantenimiento de ciertos estatus y otros pueden ser por miedo a lo que sucederá. Y seguramente también tendrían conflictos entre distintos miembros de la sociedad sobre la idoneidad o no de atreverse a tal o cual cuestión. Ha sido ya estudiado en cientos de ocasiones, de manera científica y fehaciente, en sociedades todavía tribales (Amazonia o en ciertas zonas de África) donde surgen contradicciones entre los propios miembros del grupo sobre la utilización de ciertas herramientas o elementos que se les han ofrecido.
Y surgen los dioses, o mejor dicho, las personas endiosadas. La necesidad del propio ser humano ante el miedo a la muerte es tan vieja como la propia existencia de nuestra especie. La supervivencia es eso, no morir. Y en ello surgieron voces que intentaron justificar lo que no conocían en dichos momentos históricos a la existencia de divinidades que daban poder a sus propios portavoces en la tierra, es decir, estatus y clases. 
Es el poder de la palabra. Para evolucionar y para involucionar. 
Y en pleno siglo XXI, gracias a las divinidades de la ciencia (científicos y científicas que dedicaron y dedican su vida a ofrecer certezas y soluciones a los problemas de nuestra sociedad), donde el conocimiento de nuestra especie y de nuestro mundo nos permite ofrecer a la humanidad (por desgracia no a toda la humanidad, ya que los avances siguen siendo mercantilizados por intereses económicos) garantías de vida hasta ahora inimaginables y certezas a las dudas existenciales del ser humano… comienzan a crecer como setas, o mejor dicho hongos, que cuestionan hasta que el cielo es azul.
No hay método científico en sus razonamientos, solo supersticiones y suposiciones propias de siglos pasados. Se niegan a evidencias utilizando argumentos sin prueba alguna que lo justifique ni le dé consistencia y firmeza. Solo utilizan el miedo y la sugestión para generar controversias, conflictos y miedos. Es más fácil creer en el “porque sí” que en el “¿por qué sí?”. 
Internet, la saciación de información o intereses políticos están convirtiendo lo comprobado, lo certero, la verdad, en dudas y mentiras. Con el falso mantra de la manipulación social han crecido como la espuma los terraplanistas, los antivacunas, los enemigos de lo común, los ultra defensores de su única realidad… que curiosamente defienden igual sus tesis terraplanistas que sus creencias en el horóscopo o en divinidades. 
Es un problema y

será un problema muy grave y perjudicial para nuestra sociedad que estos gurús de la manipulación y de incoherencia puedan llegar a tener alguna capacidad o poder para llevar sus fantasías e idioteces al resto de la sociedad.

Si eso sucediese, y está pasando, dará paso al gran hermano orwelliano donde las mentiras eran la verdad y la verdad era la mentira.


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