... dificultades de entendimiento, gente bloqueada en las redes sociales por sus opiniones, vínculos con personas de criterios o intereses diferentes

2023-11-05

 

Cancelar por sistema

 

La costumbre de cancelar está en alza, no ya por la cancelación de una acción propia en el sentido de suspender algo, una clase, una cita, un viaje, sino yendo más allá, cancelando pensamientos, sentimientos, personas. Y desde la mirada al interior esta actitud merece una reflexión.

De las cuatro acepciones que recoge la Real Academia Española para el verbo cancelar, la tercera es la que más se ajusta al tema que nos ocupa, a saber, “borrar de la memoria, abolir o derogar algo”. Y efectivamente, la disposición a borrar experiencias de la memoria, abolir pensamientos de los demás o derogar la presencia de personas se ha convertido en una práctica muy común, que denota graves limitaciones en la vida interior.

Es natural cancelar acciones programadas por la circunstancia que sea y además es de agradecer si se comunican estos cambios. Pero este otro tipo de cancelaciones producen preocupación y se observan en diferentes ámbitos. Una relación afectiva, amorosa o amistosa, que se cancela porque pasa por

dificultades de entendimiento, gente bloqueada en las redes sociales por sus opiniones, vínculos con personas de criterios o intereses diferentes

que igualmente se cancelan, son ejemplos muy frecuentes en nuestra vida cotidiana.

La opción de cancelar encierra una posibilidad positiva de poder evitar que algo no deseado o deseable tenga lugar, y en este sentido, la cancelación es hija de la libertad y el discernimiento. Pero cancelar ofrece otra cara que no es tan favorable a mi modo de ver, que tiene que ver con la intolerancia y la intransigencia, cuando no se admite la discrepancia, o con la debilidad y falta de valor, cuando se prefiere dar punto final a algo positivo por no afrontar situaciones difíciles.

Es preferible superar una situación difícil antes que cancelarla, porque siempre permanecerá ahí esa dificultad limitadora que no se ha podido vencer.

Es preferible confrontar con el diálogo las opiniones y puntos de vista diferentes, porque de lo contrario, bloquearlas supone levantar muros de incomprensión e incomunicación, la situación más explosiva de una sociedad.

Es preferible no cerrar la posibilidad de contacto a ninguna persona, porque es la forma más efectiva de evitar enemistades irreconciliables porque surgen del menosprecio.

Es preferible el enriquecimiento por el contacto con lo diferente antes que la negación rotunda de cualquier postura que no sea la propia.

Bienvenida sea la posibilidad de cortar ataduras con todo aquello que, no siendo esencial, pueda suponer un lastre. Pero que esta capacidad de cancelar no nos impida aprovechar otras experiencias que nos pueden enriquecer o el contacto con otras personas con las que tejer una sociedad más inclusiva. Que la cultura de la cancelación no nos conduzca a evitar las dificultades que se crucen ante lo válido, porque en la superación de la adversidad está la clave de la nueva normalidad.


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