... su ocio es mirarnos con devoción y su práctica permanente la lealtad. 

2023-11-19

 

Kant y Canela

 

Con motivo del Día Mundial de la Filosofía, la asociación Nueva Acrópolis está distribuyendo por la ciudad tarjetas con frases filosóficas y en una de ellas figuraba la siguiente frase de Kant: “Podemos juzgar el corazón de un hombre por su trato a los animales”.

Quizás esa fracción de la sociedad que contempla con cierto desdén el mimo que muchas personas otorgan a sus perros y gatos, considere excesiva la afirmación que hizo el filósofo prusiano, pero creo que no lo es en absoluto, más bien al contrario, muy apropiada.

En vacaciones, cuando la familia se junta de nuevo (siempre estamos unidos) integramos a un componente que se hace querer, ‘Canela’, la perrita de mi hija. Y es digno de observación y disfrute el comportamiento de la perra, sus cariños, su atención sempiterna hacia nosotros, sus incansables peticiones de juego, su actitud de absoluta confianza en nosotros. Cualquiera que tenga un perro en casa afirmará lo que digo:

su ocio es mirarnos con devoción y su práctica permanente la lealtad.

Pocas manifestaciones de alegría son comparables a las que nos regala el can cuando llegamos a casa y en los momentos en que cada cual está ocupado con sus cosas, siempre está la perrita pendiente de uno con absoluta fidelidad.

¿Quién puede maltratar a un ser de estas características? Pues eso, lo que dijo Kant. Estos rasgos del comportamiento animal que el ser humano interpreta como afecto, lealtad y fidelidad en estado puro no son exclusivas de los perros. Otros animales que han unido su destino evolutivo a nuestra especie (digo bien, ¿cuántas razas han surgido desde que están juntos los seres humanos y perros, gatos o caballos?), también exhiben este comportamiento con modos diferentes de expresión y tal vez menos efusivos que los canes.

El vínculo entre animales domésticos (o la más entrañable expresión de mascotas) llega a ser tan intenso y personal que se producen manifestaciones de percepciones extrasensoriales: el perro o el gato que presienten situaciones de sus dueños queridos cuando no hay conexión sensorial entre ambos. El biólogo británico Rupert Sheldrake, en uno de sus poco ortodoxos libros de divulgación científica, recoge investigaciones realizadas de manera rigurosa sobre multitud de casos de este tipo para los que la ciencia oficial no encuentra explicación y acaba mirando para otro lado con disimulo.

¡Cuánto deberíamos aprender de nuestros queridos perros! Siento con afecto la confianza y alegría con las que ‘Canela’ nos obsequia en cada momento y no puedo dejar de reflexionar la necesidad que tenemos de imitar a nuestros queridos compañeros de ruta. Sí, ya sé que lo suyo es comportamiento instintivo e inconsciente. Pero nosotros lo interpretamos como un conjunto de sentimientos muy bonitos, que son los que deberíamos promover cada día. Es prioritario que desempolvemos nuestra lealtad al bien común, a la consideración y al respeto por encima de tanta mezquindad que se instala entre nosotros.

Mirando en el interior, la sentencia de Kant, “Podemos juzgar el corazón de un hombre por su trato a los animales” tiene mucho sentido. ¿Con qué moneda pagar el cariño de ‘Canela’?


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