22-05-20-22

Mayo, plenitud de la primavera con todo lo que representa, evoca y simboliza diferentes realidades vinculadas con la vida interior. Una de las tradiciones más ancestrales relaciona el plenilunio de este mes con la actividad de los grandes Maestros de la Humanidad. La cadena ‘Maestro-Discípulo’ es uno de los grandes logros evolutivos del ser humano y ha hecho posible el gran éxito de nuestra evolución, porque nuestra enorme capacidad de aprendizaje se ha conjugado con el procedimiento ideal: el que más sabe enseña al que menos sabe sobrepasando los límites de parentesco y llegando a una maravillosa

situación teórica: cualquier ser humano puede seguir las enseñanzas de un maestro.

Hay diferencias sutiles entre maestro y profesor y entre discípulo y alumno, basadas en la profundidad a la que se alojan las enseñanzas, el calado del aprendizaje. Un profesor puede enseñar técnicas de pintura a un alumno que le permitirán ejecutar una obra aceptable. Más si además de estos conocimientos se produce una transformación interior de tal manera que, por ejemplo, elabora un lenguaje artístico propio, ya estamos ante un maestro y su discípulo.

Podemos encontrar maestros y discípulos todas las facetas del saber, pero donde ha adquirido una mayor relevancia y trascendencia ha sido en la del arte de vivir aprovechando las capacidades, con grandes maestros cuyas enseñanzas han proporcionado guía a las sociedades de todas las culturas. Tener un maestro es tener un tesoro.

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