MANUEL RUIZ TORRES 

"están aseguradas bajo diferentes formas de cerrojos fisiológicos

2025-10-05

Semillas

Si tuviésemos que diseñar una ceremonia que rememorase las características del otoño, seguramente usaríamos semillas como uno de los símbolos primordiales, porque durante la estación en la que se desprenden las hojas de los árboles también tiene lugar la mayor parte de la sementera de nuestros campos.

Y si esa ceremonia tuviese como objetivo centrar la atención en esos rasgos otoñales para identificar en nuestro interior las potencias que los animan, habría que reflexionar sobre el papel que pudieran tener las semillas, o mejor dicho, lo que representan las semillas, en nuestra vida interior.

Cuando algo se convierte en un símbolo hay que fijarse atentamente en sus características y sus propiedades para intuir (porque un símbolo se ve, no se razona) qué puede evocar en nuestro interior. Y la naturaleza de las semillas puede resumirse en los siguientes puntos.

El más evidente es que, por muy diminutas que sean, las semillas contienen la posibilidad de un ser plenamente desarrollado. El más grande de los árboles está en una pequeña semilla, de manera totalmente inadvertida ante cualquier mirada.

Pero quizás otra propiedad de las semillas no sea tan evidente, y es que por lo general están adaptadas para no germinar. La mayor parte de las semillas están aseguradas bajo diferentes formas de cerrojos fisiológicos y anatómicos para garantizar que germinan justo en el momento adecuado, cuando se superan todas estas formas de seguridad.

Y, por último, destacar otra evidencia, la germinación supone la desaparición de la semilla. Cuando el agua y el oxígeno superan las barreras que impiden la germinación espontánea y la minúscula plántula interior se activa, la semilla inicia su final para dar lugar a la futura planta.

Si las semillas de esa hipotética ceremonia sobre el otoño, fuesen el símbolo que evocase en nuestro interior los principios asociados a esta estación, fácilmente podríamos asociarlas a las virtudes, las fortalezas de nuestra alma. De esta manera, el ritual de sembrar semillas evocaría la determinación de descubrir y promover estas fortalezas en nuestro interior.

Si miramos lo que el símbolo representa, veremos que nuestras virtudes, presentes en el interior en estado latente, requieren de un acto de voluntad para activarse, de una puesta en práctica para superar todas las inercias que obstaculizan su pleno desarrollo en nuestra vida cotidiana, impedimentos que deben ir muriendo, desapareciendo, poco a poco. Porque somos de otoño, somos semillas.


 

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