"Los seres humanos tenemos la capacidad de florecer a través de experiencias traumáticas. |
2024-06-30
Los seres humanos tenemos la capacidad de florecer a través de experiencias traumáticas.
MARIBEL COLMENERO
— CARMEN, ¿cómo era la Carmen niña?
Supongo que como muchas de nosotras era una niña complaciente y buena, que necesitaba ser amada, escuchada, vista, algo un poco difícil para una familia numerosa; su única baza era el ser la única mujer de seis, eso le ayudó hasta cierto punto, aunque parece que no suficientemente. Algo le impulsaba a querer ser tratada como uno más, ser tan fuerte como sus hermanos, y haría cualquier cosa por lograrlo y sentirse reconocida, valorada y amada.
— ¿Y qué trayectoria siguió la vida de esa niña hasta convertirse en adulta?
Según fue creciendo siguió desconectándose cada vez más de sí misma y del pálpito de su corazón. Adoraba los animales y quiso ser veterinaria, pero renunció a ello por adaptarse y complacer a su padre. Así que estudió ingeniería de telecomunicaciones e inició su trayectoria profesional en este sector. Y de esta forma, alejada de sí, de sus necesidades y anhelos reales, se entregó a la tarea exigente de conseguir logros, reconocimiento y bienes materiales, una vida banal y superficial que, sin ella saberlo, no le llevaría a ningún espacio de felicidad real. Así se convirtió en una ejecutiva viajera, exigente y perfeccionista que vivía estresada, sin permitirse fallar, siendo su más duro y exigente juez, y sobreviviendo con la creencia de que el esfuerzo y el sufrimiento eran ingredientes indispensables para mostrar y demostrar su valía. Que debía complacer, ser fuerte y dejarse la piel en todo, incluso reprimiendo emociones para ser aceptada y amada. Y con el tiempo siguió desafiando a su naturaleza, añadiendo al estrés otros hábitos de vida poco saludables como la falta de descanso, el alcohol y otras drogas para anestesiar su dolor profundo ¿Cuál era ese dolor? El más desgarrador, el de estar perdida de sí misma, desconectada.
— ¿Qué piensas de la vida estresante, sin casi contar tiempo para el relax y el ocio, que nos gobierna?
Una vida protagonizada por el estrés, la ansiedad, la tensión como ingredientes crónicos solo puede llevarte a sufrir y enfermar. Simplemente estás desperdiciando una hermosa vida, porque se convierte en una existencia pobre, esclava, limitada, sin alegría, diría, aunque suene un poco fuerte, que es como vivir muerta. Así me sentí yo mucho tiempo, la verdad.
— ¿Cuáles fueron las consecuencias que sufriste en tu persona, derivadas de este tipo de vida y hábitos insanos?
Así fue como me topé con mi primer cáncer hace 20 años. Fue una experiencia durísima de tres meses hospitalizada sin comer ni beber, con las entrañas abiertas y sin certeza de salir viva. Pero aún no había llegado el momento de despedirme de esta vida. Tras un estudio genético vieron que tenía el Síndrome de Lynch, una mutación genética que predispone a tener varios tipos de cáncer; nunca supe si esto está relacionado con el cáncer de páncreas del que murió mi padre y su madre siendo bastante jóvenes.
— ¿Cómo viviste esa experiencia? Ello te reportaría alguna enseñanza, supongo.
Ahora sé que aquello lo viví desde mi parte más de víctima y sufridora, y aunque hubo algunos destellos de apertura mental o comprensión y algunos cambios de hábitos, seguí desconectada de mí, dormida y en piloto automático, retomando la misma vida frenética y sin sentido, durante 15 años más, en el rol de alta ejecutiva que recorría el mundo, mirando sin ver.
— ¿Qué ocurrió después? ¿Nació una nueva Carmen?
La vida es sabia, conocedora de lo que necesitas y te lo recuerda a cada momento; si es necesario te lleva de nuevo a la escena para que integres la vivencia. Así que hace 5 años me vi de nuevo frente a un quirófano, en la sala de oncología del mismo hospital.
— ¿Cuándo se produjo el punto de inflexión, ese momento en que algo hizo clic en ti?
Realmente es en ese segundo diagnóstico de enfermedad cuando se produce un punto de inflexión, al sentir a mi cuerpo gritando mientras la tierra se abría de nuevo bajo mis pies. Y ahí me paro y comienzan a emerger preguntas trascendentes: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué me impide disfrutar de verdad de la vida? ¿Qué es importante para mi en esta vida? Y sentí, como una especie de certeza interior de que la Vida me invitaba a un cambio profundo, a revisarme, a conocerme y respetarme, conectando con valores más nobles y esenciales y vivir en coherencia con ellos.
— ¿Qué te ayudó a ese cambio transformador?
Los seres humanos tenemos la capacidad de florecer a través de experiencias traumáticas. La propia enfermedad en este último proceso fue la palanca que accionó el cambio. Descubrí la meditación que me ayuda a auto-observarme, técnicas de respiración para calmar la mente y entenderme con mis emociones. Entré en el mundo del yoga y el chikung, como prácticas mente-cuerpo-alma y me formé en coaching, inteligencia emocional, terapia transpersonal y acompañamiento al final de vida. Por supuesto me ayudó y me sigue ayudando el apoyo de seres maravillosos a mi alrededor con los que comparto amor y sigo creciendo. Me volqué en lecturas y autores inspiradores y, en esa línea, la escritura ha sido tremendamente terapéutica, porque me ayuda a expresarme (sacar de mi lo que está preso); de hecho, escribí el cuento Una historia que vivir y el poema Renacer a lo eterno que resumen mi historia y reconstrucción vital. De esta forma y poco a poco fui descubriendo claves para ver la vida de otra manera, mucho menos dramática, menos seria, me permito jugar. Y cada vez con más curiosidad busco el regalo en cada desafío, porque siento que siempre hay un regalo, más aún en las experiencias duras, vivo cada nuevo desafío como una oportunidad de aprendizaje y de crecimiento. La vida es un eco de nuestro mundo interior y nuestra actitud.
— ¿Cómo es tu vida ahora?
Como he comentado, desde ese punto de inflexión dejé mi trabajo de ejecutiva y superwoman para trabajar sobre mí y vivir de forma más sencilla, consciente y libre. Y eso sigo haciendo con la humildad de un aprendiz al que le quede mucho aún por recorrer. Disfruto de cada día viviendo en la sierra de Madrid, con mi gata y el espectacular paisaje de las montañas a mi alrededor. Escribo cuando me siento inspirada. Desde hace algunos años, desde mi experiencia personal y formación acompaño a pacientes y ex-pacientes oncológicos a conocerse, gestionar su mundo interior y ser sus mejores compañías. También hago acompañamiento a personas en el final de vida, ofreciendo escucha, cariño y presencia. Realmente no sé si esto les beneficia más a ellos o a mí, porque el confrontarme con la muerte me hace vivir más viva y presente.
— En tema de salud, ¿qué tal te encuentras?
Estoy bien, siempre dentro de un orden ¿verdad? porque han quedado secuelas sobre todo a nivel digestivo. Ciertamente al tener el Síndrome de Lynch es importante mantener un calendario intenso de revisiones médicas periódicas, y eso está bien, pero lo que siento que más me ayuda es estar en mí, es decir atenta a mis necesidades, siendo yo misma, auténtica y libre, y escuchando siempre la voz de mi cuerpo. El cuerpo nunca se equivoca.
— Me gustaría preguntarte por tus proyectos:
¿Qué es Oncomunidad?:
Inicié mi línea del acompañamiento a pacientes oncológicos y familiares con Reconstrucción Vital, sin embargo, ha sido desde hace un par de años que sentí un claro impulso de hacer algo más grande, que sirviera al colectivo de pacientes, expacientes y familiares, y comencé a desarrollar una idea junto con dos grandes amigas y profesionales para ayudar a los pacientes a convertirse en actientes, reconociendo los recursos internos que todos tenemos y podemos potenciar para generar salud. El proyecto se llama Oncomunidad y ofrece un espacio de salud y bienestar integral, con sesiones online en vivo para trabajar cuerpo- mente- alma. Este proyecto de alcance Iberoamericano tiene una doble misión: por un lado, ayudarles a construir salud a través del autoconocimiento y el autocuidado integral, y por otro brindarles una segunda casa, confiable y cálida, donde se sientan arropados por una comunidad de personas que viven o han vivido una situación similar. Incluimos diversas prácticas como el yoga, chikung, mindfulness, biodanza, musicoterapia, y mucho más… En abril de este año arrancamos la primera iniciativa de Oncomunidad con un programa llamado Una nueva mirada, en el que guiamos a un grupo de 40 pacientes en un viaje interior de tres meses de duración y que ha resultado ser una experiencia maravillosa, tanto para las participantes como para nosotras. Queremos poner en marcha oficialmente esta plataforma a partir de septiembre/octubre, y esperamos llegar a muchas personas que lo están necesitando.
¿Alguno más que destacar?
Hay algo que me está llamando mucho la atención últimamente: la terapia asistida con animales. Me encantaría formarme en esto porque sería una preciosa forma de fusionar mis dos grandes pasiones, el conocimiento humano y los animales, dándole el gusto a aquella niña que quería ser veterinaria. Pero esto quedará para un siguiente capitulo.
— No quiero despedir esta entrevista sin hablar de otras facetas destacadas tuyas:
Escritora / Locutora y narradora de audiolibros:
Siempre me gustó mucho escribir, y en los últimos años he dedicado más tiempo a esta faceta, elaborando mi propio blog de relatos, así como mi cuento de Una historia que vivir, y he contribuido con relatos a algunos libros como Sincronicidad, con la escuela Escribir y Meditar, y Re(Composiciones), con la asociación de pacientes ASACO. Hace poco también descubrí que en la voz tenemos un gran poder sanador y terapéutico, y con mi curiosidad innata comencé a modular y trabajar mi voz, dirigiéndome sobre todo a la lectura teatralizada, y la narración de poemas, cuentos y audiolibros.
—¿Cómo puede contactar contigo quien esté interesad@?
Ahora mismo, estando Oncomunidad en construcción, pueden contactarme por:
Instagram: @reconstruccionvital
LinkedIn Carmen Eleta
Correo:
Tras un camino que no la conduciría a la felicidad y transitar por el de la enfermedad, un cambio profundo se produjo en la vida de Carmen:
La oscuridad se hizo presente en toda su crudeza.
Sentí frio, desamparo,
me vi pequeña y vulnerable cual gusano de seda.
Así pasaron días, meses, me invadió la tristeza.
No sé cuándo sentí un cálido fuego interno,
un impulso me invitó a usarlo para quemar lo antiguo, lo viejo.
Esa calidez se convirtió en guía hacia lo innombrable y eterno,
solo necesité mirar con ternura e inocencia para adentro.
Buceé amorosamente hacia aguas profundas,
encontré corales y tesoros singulares,
también erizos y serpientes amenazantes,
lo acogí todo, admirada, escocida, rotunda.
Y comencé a reconstruirme desde mis pedazos del Ser,
¡La belleza se situó ante mis ojos!
¡Que hermosura nunca antes vista!
Pasé de la ceguera a la lucidez y me permití merecer.
Soñé que la luna se posaba en mi mano conmovida,
Una caricia recorrió todo mi cuerpo
Como bálsamo de confianza bienvenida,
Fue ahí que me abrí, sin excusas ni pudor, a la Vida
Qué mejor forma que este, su poema Renacer a lo eterno, para mostrarlo.
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