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ENTREVISTA "MADRE |
2025-05-04
POR MARIBEL COLMENERO
—CRUZ, ¿cuántos hij@s tienes?, ¿qué ha supuesto para ti ser madre?
Soy madre de dos hijos, Cruz de 20 años y Ángel de 14 años, y ser madre ha sido y es una experiencia transformadora. Es un viaje de amor incondicional, aprendizaje constante y desafíos diarios, con éxitos y caídas, pero lleno de amor, mi mejor proyecto de vida.
—Dirías que la maternidad tiene más pros o más contras. Dime algunos de ellos.
La maternidad es un equilibrio entre pros y contras. Pero como en cualquier proyecto que se inicia, hay que desearlo de verdad. Los pros incluyen el amor incondicional (no dejas de amar nunca a tus hijos), la alegría de ver crecer a tus hijos y las lecciones de vida que te enseñan, porque no olvidemos que crecemos a medida que vivimos, sentimos y optamos. Los contras pueden ser la falta de tiempo personal, el cansancio y las preocupaciones constantes. Pero, al final, los pros superan con creces a los contras.
—Qué edad piensas que es la ideal para ser madre (no solo me refiero a edad biológica).
La edad ideal para ser madre biológicamente no tiene nada que ver con la edad en la que una mujer está preparada, que es cuando lo decide realmente, sin más. No debería medirse en años, sino en madurez emocional y estabilidad personal. Cuando una mujer se siente preparada para asumir la responsabilidad y el compromiso que conlleva la maternidad, esa es la edad idónea y no otra, porque de lo contrario la maternidad es una cruz. Yo tuve a mi hija con 32 años y a mi hijo con 38.
—Si tuvieras que elegir entre una madre adolescente o una madre bien entrada en la madurez, con cuál te quedarías (no hay término medio).
Ambas tienen sus desafíos y fortalezas. Una madre adolescente puede tener energía y adaptabilidad, es barro como su hijo en la vida, mientras que una madre madura aporta convicción en la decisión de ser madre, además de experiencia y estabilidad. Si tuviera que elegir, optaría por la madre madura, por la sabiduría que la vida me ha otorgado y, además, así fue.
—Las madres del siglo XXI ¿se encuentran con más facilidades o dificultades que las de épocas anteriores?
Las madres del siglo XXI enfrentan desafíos únicos, como la conciliación laboral y familiar, pero también cuentan con más recursos y apoyo social que en el pasado. La tecnología y los avances en derechos han facilitado ciertos aspectos, aunque la presión por ser madres perfectas sigue siendo una carga. En definitiva, tienen mejores condiciones, pero el desafío es absolutamente el mismo.
—¿Cómo se consigue ser mujer trabajadora y madre y no morir en el intento? ¿Es posible criar a unos hijos y ascender laboralmente?
En mi caso, ser madre conllevó pedir el cambio de puesto y actividad. Y dejar espacio para estar con ellos. No es nada fácil si decides ejercer como madre y no depositar en ajenos esta bonita tarea. Desde luego se consigue con organización, apoyo y, sobre todo, mucha paciencia. Criar hijos y ascender laboralmente es posible, pero requiere sacrificios y una red de apoyo sólida. La clave está en encontrar un equilibrio y en no ser demasiado dura con una misma.
—Sin pretender entrar en polémicas, qué tendría que cambiar para que no hubiera diferencias entre hombres y mujeres a la hora de afrontar la paternidad.
Es necesario un cambio cultural que valore y promueva la corresponsabilidad. Los hombres deben involucrarse activamente en la crianza y las tareas del hogar, y las mujeres permitírselo, así estamos educando a nuestros hijos. Y las políticas laborales deben apoyar la igualdad en el cuidado de los hijos.
—¿Qué te parece que los abuelos, por lo menos los actuales, terminen convertidos en unos segundos padres?
Los abuelos son un pilar fundamental en muchas familias, pero no deberían asumir la responsabilidad principal de la crianza. Su papel es de apoyo y guía, no de sustitución de los padres.
—¿Cómo has vivido la brecha generacional entre padres e hijos? Sobre todo, cuando estos son adolescentes.
La brecha generacional es inevitable, pero se puede acortar con comunicación y empatía. Los adolescentes buscan su identidad y autonomía, y los padres debemos acompañarlos en ese proceso sin imponer, pero sí guiando. Y con mucho amor y paciencia.
—¿Consideras acertada la frase: Cuando seas padre, comerás huevos o los progenitores deberían ser algo más dialogantes?
La frase refleja una autoridad que hoy en día puede resultar obsoleta. Es preferible fomentar el diálogo y la comprensión mutua entre padres e hijos, construyendo relaciones basadas en el respeto y la confianza, pero no hemos de olvidar que la autoridad bien entendida corrige actitudes negativas.
—¿Te parece la maternidad subrogada una buena opción para las mujeres con dificultades para concebir o llevar un embarazo a término?
La maternidad subrogada puede ser una opción para algunas mujeres, siempre que se realice con ética y respeto hacia todas las partes involucradas; eso en términos generales. Pero es un tema complejo que indudablemente va de la mano con las creencias de cada uno, y además en España requiere regulación. No lo tengo claro.
—Hablando de Cruz como escritora, ¿te planteas una novela basada en la maternidad?
La maternidad es un tema que atraviesa muchas de mis obras. Es un tema recurrente, y no descarto escribir una novela centrada exclusivamente en ella, explorando sus múltiples facetas y desafíos.
—¿Qué nos cuentas en, Yo soy ellas y en Mírame, Palmira? ¿Cuál ha sido la evolución literaria de Cruz entre ambas novelas?
Yo soy ellas es una novela costumbrista y autobiográfica que entrelaza las vidas de tres
generaciones de mujeres, explorando sus luchas y triunfos. Mírame, Palmira se centra en una mujer octogenaria, pionera en su tiempo, que reflexiona sobre su vida desde una residencia. La evolución entre ambas obras radica en una mayor profundidad en la exploración de la identidad femenina y el paso del tiempo.
—Y de la experiencia de escribir un libro como coautora, ¿qué nos podrías decir?
Escribir en coautoría ha sido enriquecedor. Compartir perspectivas y estilos diferentes me ha permitido crecer como escritora y aprender de mis compañeras.
—Hablando de coautoría, no puedo dejar de preguntarte por Las 10 Camelias Románticas —7 de septiembre— (por motivos obvios que puedes comentar para quienes no los conozcan).
Las 10 Camelias Románticas es una colección de relatos escritos por diez autoras, entre las que estamos tú y yo, de diferentes países, explorando el amor en sus múltiples formas. Cada historia se desarrolla en torno al 7 de septiembre, una fecha que une destinos y cambia vidas. Es una celebración del amor auténtico y transformador. Amena y especial.
—¿Con qué género literario te sientes más identificada? ¿O es Cruz Galdón una autora todoterreno?
Por descontado la novela y narrativa contemporánea. Pero, sin duda, escribir columnas para mí es todo un desafío, y un reto semanal que acelera mis pensamientos y me hace sucumbir ante la brevedad del texto.
—¿Cómo te gustaría cerrar esta entrevista?
Si me permites cerrar con el corazón en la mano, diré esto:
Ser madre ha sido mi novela más larga, la que no necesita correcciones ni editor, la que
se escribe a pulso, con noches en vela y abrazos que curan más que cualquier medicina. Es la historia que me recuerda que el amor no necesita título, que la vocación no siempre se elige, pero sí se honra. Me gusta escribir, sí. Pero si algo me ha enseñado la maternidad es a leer mejor el mundo: a escuchar los silencios, a interpretar las miradas, a dejar que el tiempo corrija sin prisa. Y si un día mis hijos me recuerdan no por lo que hice, sino por cómo los hice sentir… entonces sabré que fui madre. Y que fui feliz. Porque ser madre es, al final, amar sin argumento. Y eso, para una escritora, ya es mucho decir.
—Por último, el Retrato Personal del entrevistado-a. Son varias preguntas de respuestas muy breves.
Una película: La habitación, porque pocas veces se ha contado con tanta delicadeza la fuerza de una madre.
Un director de cine: Pedro Almodóvar, por su forma de retratar a las madres: imperfectas, intensas, inolvidables.
Una canción: Lucia, de Joan Manuel Serrat.
Un libro: Maternidad, de Sheila Heti, por cuestionar sin miedo lo incuestionable.
Un escritor: Sin dudarlo, Isabel Allende, por Paula.
Una persona con la que convivir en una isla desierta: Sin duda mis hijos. Pero no descartaría a mi madre, porque sería capaz de hacer café con agua de coco y seguiría dándome los mejores consejos de vida que tanto añoro.
Lo mejor de ser madre: Que te vuelves hogar. Que hay alguien en el mundo que te ama sin condiciones (aunque a veces el desorden sea su juego favorito y te vean mayor para bailar junto a ellos).
Lo peor de ser madre (hay que decir algo): La culpa. Esa mochila invisible que nos cuelgan en el paritorio.
Un referente en tu vida: Las mujeres que me criaron: mi madre, mi abuela. Y las amigas, que también maternan sin nombre propio. Y mi padre, a quien adoraré siempre.
Un sueño: Que mis hijos crezcan valientes y buenos. Verles plenos, libres y en paz.
Una pesadilla: Que se apague la palabra con mi mundo, y la enfermedad de los míos.
Un regalo: El primer dibujo del Día de la Madre de mis hijos con la dedicatoria, mamá, te quiero.
Una ilusión: Que mis libros lleguen a alguien justo cuando los necesita.
Una imagen de postal: Una tarde de invierno, chimenea, risas, y un cuaderno abierto.
¿Lectura o escritura? (si tuvieras que elegir entre ambas): Escritura, porque me
permite vivir muchas vidas… aunque leer me las haya regalado.
¿Qué es para ti ser madre?: Ser raíz y alas al mismo tiempo.
¿Qué es para ti ser hija?: Saber que siempre hay un lugar donde aún me ven como niña, aunque yo ya peine canas. Así lo siento, aunque ellos ya no estén.
Un lema, o una frase, a seguir: Todo lo que no se da, se pierde (Eduardo Galeano).
Cruz Galdón, madrileña, jiennense y toledana a un tiempo; abogada; escritora; para mí, una amiga, además de compañera; pero, me atrevería a decir que, ante todo, es madre. Su pasión, la escritura, habiendo comenzado su amor por las palabras ya en la infancia. Autora de Yo doy ellas y Mírame, Palmira, de cuya novela ha recibido la mención de honor de Isabel Allende en los premios Internacional Adwars latín book. Una de Las 10 Camelias Románticas, gracias a lo cual he podido conocer a una gran persona; solo por eso, merece la pena.
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