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CRISTINA LORENZO "se trata de un trastorno más frecuente en la infancia |
2025-11-30
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Manías incontroladas

El otro día me encontraba en la peluquería y no pude evitar observar a una clienta que también esperaba su turno. Estaba sentada frente al espejo mientras manifestaba espasmos sobre la silla, así como se colocaba de forma ordenada un mechón de pelo a cada lado de la oreja sucesivamente —primero el derecho y luego el izquierdo—. Los episodios se daban cada un intervalo exacto de segundos. También realizaba movimientos repetitivos de su cuerpo hacia adelante y sonidos que parecía no poder controlar. Me dio la sensación de que tenía estrés y lo estaba pasando realmente mal. Así es que sentí la curiosidad de investigar este tema de las manías incontroladas o tics nerviosos.
Según las estadísticas, se trata de un trastorno más frecuente en la infancia y se dan principalmente por tres factores: ambientales —hechos traumáticos en el entorno familiar o escolar—, genéticos o relacionados con estados neurobiológicos. Se manifiestan con mayor frecuencia e intensidad en situaciones de nerviosismo y estrés, como por ejemplo el comienzo del curso escolar o alguna actividad que resulta desconocida. Por el contrario, mejoran cuando el niño está tranquilo y relajado, o se siente en un ambiente de confianza. Aunque son más comunes en la infancia, también pueden darse en adultos.
Los tics motores suelen clasificarse en simples, que afectan a los ojos como son el parpadeo, los guiños, la abertura exagerada de los mismos… Todos estos son muy frecuentes, pero también son bastante comunes las sacudidas de cabeza, la realización de muecas nasales, el morderse o lamerse los labios, el movimiento de las extremidades… También están los complejos y menos frecuentes, que vienen siendo el golpearse a sí mismo, saltar, pisotear…
Por otro lado, los tics vocales también se clasifican en simples: aclararse la garganta, gruñir, resoplar, sorber por la nariz…; y en complejos: repetición de las propias palabras o de las que se escucha, emisión de palabras obscenas… En este último caso, es conveniente prestar atención a su duración por si estuviese relacionado con el desorden neurológico o síndrome de Tourette.
Del mismo modo que un niño, un adulto con tics nerviosos suele sufrir por no poder controlar sus propios movimientos, bruscos e involuntarios. Siente vergüenza y un efecto negativo de sí mismo: se infravalora y reduce su autoestima. En la mayoría de las ocasiones tiene dificultad para relacionarse con otras personas, e incluso sufre burlas que le conducen al aislamiento social. Así mismo percibí a aquella mujer de la peluquería. Su rostro reflejaba vergüenza, impotencia y miedo al rechazo. Por eso mismo intenté comprenderla, no juzgarla y evitar el contacto visual para no intimidarla. La presión hace que los tics se intensifiquen. Si bien, estudios en este tema han comprobado que cuando no se les presta demasiada atención, la evolución es favorable y pueden llegar incluso a desaparecer con el tiempo.


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