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CRISTINA LORENZO "la ONU utiliza seis variables para medir el índice de felicidad |
2025-11-16
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Mi viaje al tercer mundo

Soy de las personas que no para de viajar. Tengo la suerte de haber recorrido gran parte del mundo. Viajo para descubrir, para empaparme de otras culturas y poder comparar las distintas realidades que se viven en el globo que vivimos. Pero, sin duda, hay uno de los viajes que marcó un cambio significativo en mi manera de ver la vida —en realidad dos, pero la India voy a posponerla para otro artículo—. Ahora voy a hablaros de mi viaje a Senegal, ese país tercermundista que se sitúa en el extremo oeste de África Occidental y que me enseñó lo que significa la felicidad.
En la sociedad en la que vivimos parece que la felicidad se ha convertido en un objetivo muy valioso. Como si este fuese un elemento externo y lejano fuera de nuestro alcance y tuviéramos que escalar hasta la cima de una montaña para alcanzarlo. Hoy día abundan las personas que aparentemente no les falta de nada: tienen trabajo, una casa donde vivir, un vehículo con el que desplazarse, gozan de salud y de una familia que los quiere; pero la curvatura de sus labios siempre apunta hacia abajo como muestra de insatisfacción.
Si bien, la ONU utiliza seis variables para medir el índice de felicidad de un país: nivel de ingresos, libertad, confianza en el gobierno, esperanza de vida saludable, apoyo social y generosidad. Siguiendo estos parámetros y si hacemos una comparación a nivel mundial, España se encuentra dentro de la Unión Europea y goza de unos recursos que otros países tercermundistas no tienen. Entonces ¿por qué tantas personas acuden a psicólogos, talleres, conferencias o libros con el propósito de descubrir dónde y de qué manera pueden conseguir ese estado de ánimo tan anhelado?
Esta cuestión invita a pensar que las variables que engloban al estado de la felicidad no resultan del todo ciertas. Por eso mismo, es importante conocer la otra cara de la moneda, qué entienden por felicidad en otros lugares con menos recursos como en el caso del continente africano. Muchos pasan hambre, no tienen hogar, sufren enfermedades sin apenas medicamentos para curarse, viven en situaciones difíciles y la mayoría han perdido a su familia; aun así, sus caras derrochan alegría y sonrisas.
«Felicidad significa vivir el presente porque es en este instante en el que estás vivo».
Esta es la enseñanza que me dejaron los senegaleses. Una lección magistral que, si nos ponemos a analizarla, hace erizar el vello de la piel. Para estas personas que albergan necesidades de todo tipo y viven en situaciones precarias, el simple hecho de estar vivo es un buen motivo para sonreír y estar agradecido.
La filosofía africana está basada en la empatía, la cooperación y el bien común, es decir, «si todos ganan, tú también ganas». Una práctica y forma de ver la vida muy lejana del individualismo moderno al que estamos acostumbrados en Occidente y de la que tenemos mucho que aprender.


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