... La Alameda, un enclave típico y necesario en nuestra ciudad que corre peligro

2024-03-24

 

ZBE

 

El miércoles, 13 de marzo, hubo dos actos reivindicativos de importancia en la ciudad de Jaén. Por un lado, una concentración por la conservación y defensa del Parque de

La Alameda, un enclave típico y necesario en nuestra ciudad que corre peligro

por la falta de previsión y de capacidad, por qué no decirlo, de nuestros gobernantes y, por otro lado, un encuentro de debate para hablar de las Zonas de Bajas Emisiones, ZBE en las siglas que dan título a este artículo.

Es a este segundo acto al que me gustaría referirme porque me ha parecido reseñable que se trate de una iniciativa ciudadana de debate y propuesta para incidir en la realidad de la ciudad, atendiendo, en este caso, a una imposición normativa que va a tener que llevarse a cabo sí o sí y que puede modificar la organización de la misma. Me parece importantísimo que la ciudadanía tome cartas en los asuntos que le importan y que le afectan, más allá de elegir cada cuatro años quién se sienta en los diferentes sillones del salón de plenos del Ayuntamiento.

Del debate que se produjo, a la par de una detallada presentación por parte de una de las personas del grupo Rebullentopía, convocante del encuentro, se puede deducir como primera y fundamental conclusión que no estamos ante un problema sencillo y que, por lo tanto, no va a tener una solución sencilla. En las intervenciones que se produjeron, casi sin darnos cuenta, surgieron temas como movilidad, integración, sostenibilidad, comercio, infancia, mayores, etc.

Y es que, llegados a este punto, y a pesar de que siempre se dice que hay que comunicar en positivo, debemos tener claros tres “noes” que seguro que van a esclarecer el debate.

Primero, el problema del tráfico NO se va a solucionar vaciando las calles de coches de combustión y llenándolas de coches eléctricos. El problema del tráfico va por la necesidad de cambiar el modelo de movilidad.

Segundo, el comercio no se revitaliza con las calles llenas de coches, el comercio necesita unas calles llenas de gente. Hay que facilitar que la ciudadanía pueda llegar, y proponer soluciones para ello, pero pasarse una hora dando vueltas para aparcar no es crear clientela. Así que NO, al comercio no le perjudican las zonas peatonales.

Tercero, y quizá el más importante, las ZBE NO son ninguna panacea ni ninguna solución milagro que acaben de un plumazo con los problemas de movilidad y contaminación de la ciudad. Es más, yo diría que las ZBE son la demostración de un fracaso. El fracaso de un modelo de ciudad diseñado con unas políticas urbanísticas que no han sabido crear un entorno amable, hospitalario, seguro e integrador, sino que se han dedicado a establecer un enjambre para la circulación de vehículos, en su mayoría privados, para que, en el espacio que queda libre, se desarrolle la vida urbana.

¿Debemos por ello romper la baraja, tirarlo todo al suelo y empezar de cero? Creo que estaremos de acuerdo en que evidentemente NO (vaya, ya van 4 noes)

Debemos tomar conciencia del problema transversal que tenemos y actuar para solucionarlo con diferentes niveles de propuestas. Unas serán a corto plazo y otras a medio y largo. Pero lo que no debemos es ni pensar que no vamos a poder hacer nada, o que es demasiado complicado para que nosotros, simple ciudadanía de a pie, podamos participar en la solución, ni quedarnos quietos sin hacer nada, pensando que las ZBE son un problema y una nueva ocasión para tocarnos la moral por parte de la UE.

Las ZBE no son la causa de un cambio impuesto en la ciudad. Las ZBE son la consecuencia de unas ciudades mal pensadas y peor ejecutadas que ahora, mientras no seamos capaces de cambiar las cosas, no tenemos más remedio que adoptar. Son un paso de muchos que debemos dar.

Pero que nadie se lo tome a la ligera o piense que con señalar cuatro zonas de la ciudad con carriles bici o espacios de paseo vamos a solucionar el problema, porque caeríamos en la trampa de los malos estudiantes a los que solo les preocupa el aprobado por los pelos sin pensar en la oportunidad que tienen delante y que puede cambiar el resto de su vida.

Tomar las ZBE de manera aislada solo nos llevaría a volver a dejar pasar un tren de oportunidad para provocar auténticos cambios en nuestra ciudad. Cambios a mejor y pensados para la inmensa mayoría. Tomarlas como un parche solo serviría para crear un “lavaconciencias” que a la larga pasaría a engrosar la larga lista de despropósitos de nuestros equipos consistoriales.

Hemos de tomar conciencia de que la ciudad es de todos y su diseño y funcionamiento nos atañe a todos.

Escuchemos a los expertos en movilidad, a profesionales del transporte, a quienes cada día se enfrentan a un tráfico caótico y desproporcionado y veamos cuáles son las soluciones que proponen.

Demos pasos, cortos pero valientes y constantes, para ir modificando la situación actual del tráfico y de las emisiones del mismo. Pero tenemos que darlos en el orden correcto, proponiendo primero soluciones y alternativas antes de pasar a prohibir o cerrar accesos.

Pensemos en la realidad cotidiana de la gente y en su necesidad de movilidad, porque no hablamos de un capricho, sino de la importancia de facilitar el día a día a la ciudadanía.

Y, en ese diseño compartido, tendrán cabida la apuesta por el transporte público, incluyendo de una maldita vez al tranvía, el diseño de una infraestructura verde para la ciudad, convertir nuestras calles en lugares amables de convivencia, pensados para todas las personas, empezando por las más jóvenes y las más mayores, donde apetezca estar y participar. En ese diseño, será el momento de tomar las ZBE como una oportunidad y usarlas en beneficio de la ciudad y su gente.

Es el único camino y nuestra salud, a través de la movilidad y la calidad del aire, nos lo agradecerá.

Pero todo ello no pasará mientras haya quien piense que la libertad consiste en poder ir en tu propio coche de puerta a puerta.


 

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