FLORI TAPIA 

"Qué pena que nos ocupe más tiempo lo virtual que lo real.

2025-11-22

Inmanencia

Qué asco da un mundo en el que impera la falacia. Qué absurda esta distopía en la que lo artificial tiene más presencia que lo natural. Qué pena que nos ocupe más tiempo lo virtual que lo real. Y así podría estar hasta agotar los tres mil caracteres que me permite esta columna, de tan feo como se está poniendo todo.

He perdido gran parte de la confianza en el ser humano y en que esto cambie a mejor. No creo que yo lo vea.

No hacía mucho pensaba que era urgente un despertar de conciencia colectivo, una hostia con la mano abierta que nos devolviera la humanidad perdida, ahora creo que es algo improbable, que ya no queda tiempo, que esto se va al garete. Y puede ser que parezca tremendista para quienes viven en los mundos de Yupi, aunque nunca me he caracterizado por ser una persona especialmente agorera, más bien al contrario. Me ha gustado llevar siempre en los bolsillos una sonrisa, un chiste, un pensamiento, un abrazo, una piruleta, un poema… pero se me han roto los bolsillos y las ganas de coserlos y llenarlos de nuevo con las intenciones que me han acompañado desde que me conozco.

Supongo que algo tendrá que ver la edad. No recuerdo la última vez que salí a cenar, sin embargo, en lo que va de mes ya he visitado dos veces un tanatorio.  Siempre hay alguien en esos lugares que pronuncia esa frase de la próxima vez que nos veamos que sea en otro sitio, pero hay personas con las que solo coincidimos en los entierros de otros. Como si la muerte uniera más que la vida.

Quiero encontrarme con mi gente en un bar, o haciendo cola en el cine, en mi casa o en las suyas, en vez de en los pasillos de un hospital. No es que quiera vivir en una burbuja -odio las burbujas a menos que sean de jabón- pero sí disfrutar más de lo cotidiano, de la belleza de lo corriente, de las personas que me importan, de lo que me hace estar a gusto con la vida. Y tener más cerca de mi cuerpo a quien me habita el corazón a jornada completa. Y que quien ocupó un lugar que no merecía encuentre la paz que me quitó algún día.

Ahora mi paz es mía. Es el estado mental que se adquiere con la edad y con esfuerzo, porque la calma no llega de la noche a la mañana, no se compra ni se vende, se trabaja. Por eso la protejo como una leona protege a sus crías. Pero a veces, es difícil mantenerla, no nos vamos a engañar.

Solo hay tres cosas que me pertenecen: lo que siento, lo que callo y el viento. Profundizar en el desapego es la mejor forma de entender que ni las cosas ni las personas son eternas, que la propiedad no es lo mismo que la pertenencia y que lo verdadero, lo esencial, lo importante, es inmanente.

Por si fuera poco, las garras de la extrema derecha se extienden a lo largo y ancho de este planeta azul oscuro casi negro como un monstruo que engulle libertad, derechos y esperanza. Y diciembre llamando al timbre, no me jodas. Menos mal que nos quedan Rosalía, Alana S. Portero y Javier Cámara (Yakarta). Gracias a ellos, este noviembre ha sido menos insoportable.


 

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