... con el cual rellenar el vacío de nuestro corazón, la banda sonora

2024-04-21

 

Ruido de fondo

 

Tiempo incierto, un «contínuum» de sucesos que el presentador locuta con gesto impasible ante el piloto rojo de la cámara, esputándole al mundo, una detrás de otra, cada noticia acompañada con su correspondiente ráfaga de esquirlas. Visto desde el espacio, este planeta es ahora una naranja enmohecida, una esfera porosa gris, azul y verde, una piel herida mil veces más a cada parte horario.

Tenemos sintonizado el televisor en un canal al azar. Total, solo es un ruido de fondo

con el cual rellenar el vacío de nuestro corazón, la banda sonora

(casi nunca la estamos mirando) de esta inquietante película en la que nos movemos como autómatas a este lado de la pantalla. Es como si ese escándalo político (izquierda, derecha: «son todos iguales», parece dictarte una voz interior), como si ese crimen (otra vez una mujer), como si esa guerra (una más) fuera otra propuesta más en la parrilla de Netflix.

Nada importa. Tampoco tú, mucho menos yo, pues ya nunca reparamos el uno en el otro. Ya no me estremezco cada mañana, cuando, al subir la persiana, tus cabellos se echan a arder con los primeros rayos de sol; cuando, sin querer (siempre sin querer) huelo en tu cabeza el rebufo de aquel vinilo que tanto hicimos sonar, el crepitar que precedía a los primeros acordes de nuestra vieja canción. Ya no te importa que yo no sea más que una anomalía instalada en tu sistema, un tipo en un rincón lleno de polvo y telarañas en el fondo del dormitorio, una estrella sin norte cuya luz se apagó hace millones de años, o más bien, un triste, apenas perceptible meteorito que causó algún que otro estropicio en tu jardín, una calva en el césped que nunca se repuso y cuyo motivo no recuerdas.

Tiempo de amnesia, donde los recuerdos no afloran y los sueños son de colores estridentes y con sabor a caramelo de Lorazepam. Ni ver, ni oír, ni siquiera molestarnos en hablar. Es como en aquella canción de Quique González… ¿qué no recuerdas quién es?… ese tipo que dices que canta como si se hubiera fumado cien porros; arrastrando las frases, trasteando cada palabra, envolviendo en humo los significantes y los significados. Todo el día en la cama, con el volumen de la tele al tres, viendo la cara larga del presentador y sus esputos resbalando en la pantalla y en nuestros cerebros. Todo el tiempo sin dejar pasar la luz ni la humanidad dentro, con el volumen del ruido de fondo al tres, como si lo de la pantalla fuera una película de John Wayne.


 

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