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MARCELA CASILLAS "Aprender entre generaciones es reconocer que todos tenemos algo que ofrecer. |
2025-11-30

Aprender en ambos sentidos

Durante mucho tiempo pensamos que los mayores enseñan y los jóvenes aprenden, hoy sabemos que el aprendizaje intergeneracional es un camino de ida y vuelta. Los abuelos transmiten experiencia, paciencia y memoria; los jóvenes aportan creatividad y nuevas formas de mirar el mundo. Entre generaciones, el conocimiento circula como un río que se transforma y regresa enriqueciendo a todos.
Este intercambio cotidiano es también una forma de solidaridad, no se trata solo de compartir información, sino de compartir humanidad. Escuchar a los mayores es reconocer su trayectoria; escuchar a los jóvenes es abrirse a lo nuevo. En ese encuentro, cada una de las generaciones encuentra su lugar y su voz.
Aprender entre generaciones es reconocer que todos tenemos algo que ofrecer. En los talleres, en las escuelas, en las residencias, en las conversaciones familiares, las edades se mezclan y se enriquecen entre ellas. La sabiduría no pertenece a una etapa: se construye en el diálogo, en el tejido que es la sociedad.
Cuando un mayor enseña a sembrar y un niño a usar el celular, se teje una relación de respeto y reciprocidad. Ese intercambio no solo transmite habilidades, sino que rompe prejuicios, reduce la brecha generacional y fortalece la empatía social. Ambas partes descubren que aprender juntos también es cuidarse.
El 30 de noviembre, Día Internacional de la Solidaridad Humana, nos invita a mirar este aprendizaje compartido como un acto que sostiene a las comunidades. La solidaridad se expresa en gestos simples: un joven que acompaña a un abuelo al médico, una persona mayor que aconseja desde su experiencia, una niña que enseña una canción nueva, un vecino que ayuda con un trámite digital a otro. Cada gesto CREA comunidad.
En los espacios de cuidado, promover el aprendizaje mutuo reafirma la identidad y dignidad de quienes envejecen. Cuando las personas mayores siguen enseñando, transmitiendo saberes y ocupando un lugar activo, se fortalece su sentido de propósito. Y cuando escuchamos a los jóvenes, abrimos la puerta a una sociedad más flexible, innovadora y humana.
Entre generaciones, aprender juntos es recordar que el conocimiento más valioso nace del encuentro humano. Porque, al final, crecer —en cualquier etapa de la vida— siempre es un acto compartido.


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