...  llevaban al toro para que embistiera al caballo para ser picado

2024-06-02

La discordia en el toreo

Dicen que nunca llueve a gusto de todos, y también que para gustos están los colores. Son dos dichos del refranero español, que, como la mayoría de los refranes, trabajan. Y lo mismo sucede con la polémica que encierra al mundo del toreo. Unos que, si es un arte, otros, que una vergüenza. Hay quien opina que es una fiesta muy antigua, y que por eso se debiera respetar, otros opinamos que hace muchos años que existió la inquisición, y a Dios gracias que ya no existe.

Yo, cuando era pequeña, acompañaba a mi abuelo a todas las corridas y novilladas. ¡Parece que lo estoy viendo!, allí, los dos, en el tendido de sol, porque en sombra las entradas salían caras. Todo esto hasta que tuve catorce años, y mi abuelo falleció. Reconozco que siempre me dieron mucha lástima los toros, y los caballos, cuando

llevaban al toro para que embistiera al caballo para ser picado

en el tercio de varas. En realidad, lo que me gustaba era el ambiente: los pasodobles, la merienda, y el bullicio tan genial. Yo, aunque llegué a aprenderme todos o casi todos los pases que hacía el torero con la muleta, siempre lo miraba con malos ojos.

Bastantes años después pude ver el miedo, el dolor y las lágrimas en los ojos de un toro. Nunca olvidaré aquella tarde en la plaza de toros de Las Virtudes, en Santa Cruz de Mudela.

Tengo que aclarar que, aunque no sea partidaria de las corridas de toros, respeto las ideas de cada uno.

El destino puso en mi camino a personas relacionadas con ese mundo, y he estado al lado de reses bravas, y sementales de una preciosa estampa.

Os puedo asegurar que los bovinos son animales nobles. Pienso que en la plaza embisten por el miedo y el estrés al que están sometidos.

Pasan por el afeitado de las astas, por ser separados de la manada, por los golpes que sufren en el trayecto a la plaza en camiones. Pasan hambre y sed.

Les ponen un arpón en el cerviguillo.

Cuando salen a la plaza es un lugar extraño para ellos. Luego el picador les clava una puya retorciéndola, causando un dolor intenso que recorre todo su cuerpo. Se sienten desorientados, y vuelta otra vez al picador.

Después la música suena, y comienza el tercio de banderillas, y les clavan de cuatro a seis arpones más.

Con las banderillas colgando continua la fiesta, y el toro se va fundiendo con el capote en los pases que el torero le da.

Luego, el matador camufla el estoque con la tela del capote, como si quisiera que su adversario no lo viera… tal vez para que no presienta lo que le está a punto de suceder.

Trata de cuadrarlo, e introduce el acero por el cuerpo del animal, causándole una parálisis gradual, y vómitos de sangre, que llegan hasta su boca y que complican su respiración conforme se van sus pulmones encharcando por los vasos rotos y las heridas del acero.

Los bovinos son animales muy resistentes, y con un instinto de supervivencia extraordinario, de ahí, esa terrible agonía si el estoque no le atraviesa el corazón.

El pobre animal busca refugiarse en las tablas. Las patas apenas le sujetan, y entonces llegan con el cuchillo para el descabello.

Aunque este secciona la médula, y el toro queda completamente inmóvil, muchas veces está aún vivo cuando le cortan orejas y rabo como trofeo para el matador.

Esto, está verificado por veterinarios en diversos estudios y de varias nacionalidades.

Esta es mi opinión, y cada cual tiene la suya, y hay que respetar la de todos. ¿Es arte?, pues en realidad depende con los ojos con los que se mire, porque, bien mirado, todo en esta vida tiene un “arte” para ser realizado. Pero en pleno siglo XXI, creo que deberíamos ver a los animales con otros ojos, y las fiestas y costumbres que hagan daño a estos, ir cambiándolas. Sé, que el mundo de los toros mueve mucho dinero, y muchos puestos de trabajo. Pero lo mismo que somos capaces de resucitar al lince que estaba extinguido, podemos proteger a otros, como los toros, de una muerte tan agónica.