22-05-2022

“Porque perros me han rodeado; me ha cercado la cuadrilla de malignos. Mas tú Jehová no te alejes; libra del poder del perro mi vida…” A estos versículos del Antiguo Testamento, Salmo de David 22, hace referencia la trama que vamos a presenciar en la última película de la directora de cine neozelandesa Jane Campion, basada en la novela “El poder del perro”. Con este misterioso título, el escritor Thomas Savage nos plantea una dura metáfora sobre esos seres despiadados y carroñeros que son como jaurías de perros, que atacan al vulnerable. Se trata de un paralelismo entre las situaciones de adversidad que pasaron los enemigos del Rey David y los que pasan los personajes de la película.

Lo primero que tengo que contaros, para el que aún no haya visto “El poder del perro”, es que hay que estar muy atentos a las más de dos horas de su metraje. Aquí no vale la más leve distracción mirando el

último WhatsApp del móvil, o yendo al baño o a comprar palomitas. El aparentemente más nimio detalle, puede ser necesario para entender el simbólico final de esta dura historia. Y, aun así, no muchos espectadores han logrado entenderla del todo. Un final peculiar que tiene el mérito, lo que no siempre es fácil, de conseguir la implicación de las personas que apaciblemente se sientan en las butacas de las salas de cine y que abre un apasionado debate sobre las diferentes interpretaciones que plantea.¿Qué pasa al final de “El poder del perro”?  Es una pregunta que propongo a los lectores y las lectoras de La Claqueta. Me gustaría conocer vuestro punto de vista sobre el mensaje que se nos quiere transmitir con esta película. Luego yo os contaré mi final.

Jane Campion vuelve al cine después de diez años de ausencia, para mostrarnos una minuciosa disección de la fragilidad humana. Ninguno de los personajes que van apareciendo por los bellos paisajes del Oeste, en esa Montana de 1927, son lo que parecen. Ni Phil (Benedict Cumberbatch) es tan rudo y cruel, ni su hermano George (Jesse Plemons) es tan impasible y amable. Tampoco Rose (Kirsten Dun) es esa apacible y tímida mujer, ni Peter (Smit– McPhee) es su angelical hijo. Son personajes que se mueven entre planos claroscuros, con los que Campion pretende esconderlos. Pero hay que ir descubriendo las verdaderas intenciones de cada uno y los secretos que ocultan. Para ello, solo tenemos que observar sus movimientos desde los ventanales del rancho de Montana.

“El poder del perro” es un drama con apariencia de western. Es un relato plagado de silencios, donde todo lo que se oculta y no se dice, se muestra en las expresiones faciales, en los gestos, en las miradas profundas de sus protagonistas. El fabuloso paisaje montañoso por el que se mueve el odio, la humillación, la atracción, el desprecio y lo más profundo del territorio de los sentimientos, es un protagonista más de la historia.

Quizá el único problema en el planteamiento de la historia es la excesiva sutileza que Campion utiliza para radiografiar los personajes. Más ocupada en una puesta de escena minimalista y precisa, se olvida, en mi opinión, de presentar con más rudeza las contradictorias emociones y pasiones de los protagonistas, de imprimirle más carácter. En definitiva, de llevarlos más al límite.

Como dato curioso, comentaros, que la primera opción para interpretar el papel de George, el hermano bueno, fue el actor Paul Dano (“Pequeña Miss Sunshine”). Por problemas de agenda no puedo participar, y como solución rápida, Jane Campion pidió de favor a Rose (Kirsten Dun) que convenciera a su esposo Jesse Plemons para que lo interpretara. Lo que fue un gran acierto, a la vista del resultado. Es decir, que la pareja en la ficción, también lo era en la vida real.

Otro dato curioso es que Benedict Cumberbatch, el hermano malo, estaba tan comprometido con su personaje que tomó la decisión de no bañarse durante las dos primeras semanas del rodaje (Phil era enemigo de la higiene personal) y además tomó el hábito de fumar (Phil era un fumador empedernido); fumaba tanto durante la filmación, que llegó a intoxicarse de nicotina varias veces.

“El poder del perro” obtuvo 12 nominaciones en la última gala de los premios Óscar, aunque solo consiguió el de “mejor dirección”.

 Estamos ante una película por momentos abstracta, llena de matices, con ciertos dotes de hipnotismo. Os invito a bucear en ella. La podéis ver en Netflix. 

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