05-06-2022

Cuando comienzo a escribir este nuevo artículo de La Claqueta, aún resuenan en mis oídos las estrafalarias palabras de Donald Trump, manifestando en la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle, que es necesario armar a la población estadounidense para frenar “al mal”. El expresidente norteamericano afirmó que había que facilitar armas al

profesorado, así como darles entrenamiento. Pensé, que definitivamente, la estupidez humana no tiene límite y que con estos dirigentes mediáticos el mundo no tiene más remedido que ir a la deriva. Unos días antes, un joven asesino de 18 años irrumpió en un colegio de primaria de la tranquila ciudad de Uvalde en Texas, con una pistola de mano y un rifle AR-15. Se atrincheró en una sala de clase y comenzó a disparar matando a 21 personas (19 de ellas niñas y niños y 2 maestras). Unos pequeños que acababan de recibir sus diplomas de honor y que perdieron la vida de una manera incompresible y horrible, en un día, que ya queda para la historia, como una jornada negra de terror.

En el año 2003, el director estadounidense Gus Van Sant se aventuró a contarnos una historia de horror paralela a la vivida en estos días: la locura por la locura, la sangre por la sangre, la bestialidad como algo cotidiano, la muerte sin sentido. Sin actores y actrices profesionales rueda en 20 días “Elephant”, una película basada en la matanza que se produjo en 1999 en el Instituto de Columbine (EEUU). Lo primero que quise averiguar fue el motivo de su título, ya que Gus Van Sant nos retrata la realidad aparentemente cotidiana de un instituto habitado por jóvenes con diferentes problemáticas, lo que no parece, en principio, guardar mucha relación con el término “elefante”. Gus Van Sant lo justifica explicando que la violencia juvenil, siendo un problema enorme, es tan fácil de ignorar, como el hecho de tener un elefante en el salón de casa y no querer verlo.

Gus Van Sant nos enseña el interior de un instituto real, con jóvenes estudiantes reales deambulando por sus largos pasillos. Utiliza una técnica cinematográfica cuasi-documental, sin un guion predeterminado y con diálogos improvisados por los propios jóvenes. Una historia extrañamente contada, con una brillante técnica narrativa, en la que las mismas secuencias se visualizan desde distintas perspectivas. Los personajes del relato son seguidos por la cámara insistentemente por las dependencias del instituto, yo diría que casi de manera obsesiva. La violencia final que se desencadena en un lugar aparentemente normal no tiene ninguna explicación para el director. Gus Van Sant no pretende buscar una justificación lógica a los trágicos sucesos que ocurren. Solo se limita, sin emociones ni preguntas, a narrar unos hechos reales que sucedieron y, por supuesto, no intenta aportar ninguna solución para la violencia de los jóvenes. Deja que las preguntas estallen en las cabezas de los espectadores. ¿Cuáles pueden ser las razones de todo lo horrible que acabamos de presenciar en su película? ¿Cómo entender que un chico haga fotocopias o unas alumnas charlen en el comedor y que pierdan la vida en los próximos segundos? Nos queda una sensación de impotencia ante una historia distante, fría, que nos produce, en parte de sus secuencias, un estado casi hipnótico. Se trata de la cotidianeidad previa a la tragedia. Y precisamente es eso lo que nos produce cierto escalofrío. Quizá tengamos que autoevaluar a esta podrida sociedad que pone armas en manos de una pareja de adolescentes, que luego deciden vengarse de un mundo que detestan. Una sociedad en la que los defectos físicos son objeto de burla, en la que la bulimia es la estrategia más cómoda para mantener la línea, en la que la desesperanza es la moneda común, en la que los medios de comunicación nos aleccionan con todo tipo de estrategias comerciales, solo puede producir monstruos como los que nos muestra la película. Para mí “Elephant” es una película de terror que utiliza una nueva y asombrosa técnica visual. Un cine recién inventado, diferente, personal, poco ostentoso y muy inteligente. Por momentos difícil de ver.

“Elephant” ganó los premios de Palma de Oro y de Mejor director en el Festival de Cannes de 2003. Para los lectores y lectoras de La Claqueta una última pregunta: ¿Tan lejos está “Elephant” de nosotros?

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