“Soldados de Salamina” es ante todo la historia de una mirada. La mirada de un soldado republicano, cuyos intensos ojos negros transforman su expresión solo en unos segundos de la ira al miedo y…

2023-05-07


“Soldados de Salamina” es ante todo la historia de una mirada. La mirada de un soldado republicano, cuyos intensos ojos negros transforman su expresión solo en unos segundos de la ira al miedo y del miedo a la sonrisa. Una secuencia sobrecogedora que a veces nos regala el cine y que podemos mirar una y mil veces. Después, solo una frase “por aquí no hay nadie”, y la escena finaliza con ese juego de miradas, resultado de una interpretación impresionante. Es esta una de esas películas que tenía pendiente de ver y que por una u otra circunstancia siempre la había pospuesto. Hace unos días me dispuse a visualizarla por fin en la plataforma Netflix, pero casualmente ese mismo día formaba parte de la programación de la 2 de televisión incluida en el programa “Historia del cine español”. Así que allí estaba la ocasión propicia para ver la tercera película que David Trueba estrenaba en el año 2003, basada en la novela homónima del escritor Javier Cercas. Y os tengo que decir que he descubierto con “Soldados de Salamina” una película admirable, en momentos estremecedora y con un final que llega a emocionar. Trueba realiza una versión muy libre de unos sucesos que ocurrieron en los últimos días de la guerra civil. Como ejemplo, el personaje protagonista de la novela es un hombre, en tanto que aquí nos vamos a encontrar con Lola Cercas, como la joven novelista que protagoniza esta versión cinematográfica. En mi opinión, este cambio en el sexo del protagonista enriquece la historia.  Trueba consigue a través de unas secuencias magníficas verter en imágenes el mensaje de la novela, aportando su innato talento cinematográfico y transmitiéndonos una espléndida recreación de la Guerra Civil. La película dispuso de unos recursos limitados. Se grabó en super 16 y contó con un equipo de filmación muy reducido que no tenía tiempo ni para interrumpir el tráfico ni cerrar el paso a personas ajenas al rodaje. Trueba ha declarado que se inspiró en “Senderos de Gloria” de Stanley Kubrick en su forma de rodar la película.  Utilizando el docudrama y la técnica de la cámara en mano, “Soldados de Salamina” nos introduce en una historia casi poética en medio de las balas de la guerra.

Atención especial a la portentosa y terrible escena del fusilamiento masivo. Trueba tuvo que esperar varios días a que se produjeran unas lluvias torrenciales en el pueblo de Collel (Girona) donde se rodó. Quería que los muertos cayeran bajo la lluvia. “Soldados de Salamina” es una mirada más hacia atrás de nuestra historia, pero en esta ocasión el acierto es que no existe ira ni revanchismo, solo un intento de bucear en los profundos sentimientos de los que estuvieron allí, de los protagonistas involuntarios de la barbarie e intentar mostrarlos así tal cual, sin ambages ni tapujos. Ariadna Gil realiza una actuación magistral en la búsqueda de un pasado, que no es más que la búsqueda de ella misma. Tengo que reconocer que me cautivó el corto papel de Alberto Ferreiro, como el joven miliciano que cambia la historia y mención especial a Joan Dalmau, como Miralles, ese mismo miliciano ya en los últimos días de su vida. También son sobresalientes las actuaciones de Ramón Fontseré, como el buscado falangista Sánchez Mazas, de María Botto, como la ambivalente amiga Conchi y Diego Luna, como el joven investigador Gastón. El título de la película y de la novela es una especie de alegoría al hecho histórico de la derrota de los persas en la Batalla de Salamina. La banda sonora gira alrededor del famoso pasodoble “Suspiros de España” compuesto por el maestro Antonio Álvarez Alonso y que popularizó Estrellita Castro, interpretado en esta ocasión por Diego El Cigala. Concluyo ya con la convicción de que “Soldados de Salamina” nos recuerda un pasado reciente donde se cantaban aquellos pasodobles que tanto nos emocionan, pero sobre todo es un homenaje a tanto héroe anónimo que anda por ahí de aquella cruenta, vergonzosa y estúpida guerra. A ellos y ellas va dedicada esta película. No dejéis de verla, aunque os produzca un nudo en la garganta. Obtuvo el premio Goya a la Mejor dirección de fotografía y ocho nominaciones más en la edición del año 2004.   


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