22-05-2022

Todos tenemos un lugar que acudimos cuando el ruido aprieta y necesitamos un momento de relax. En esos sitios existes a tu manera. Es un segundo hogar. Hoy vengo hablaros de interesantes sitios para escribir o leer un buen libro. Odelis: Acogedor lugar de paredes blancas y ambientación creativa. Mesas de madera, asientos confortables. Simpatía y calidez de Nina, Raúl, Eric y Diego. Cuyos amigos me gusta siempre encontrar cuando la inspiración me llama. No me canso nunca de ir. Es un sitio ideal que ofrecen diversos tés, pasteles y un menú de comida de calidad. El café es

sabroso y los postres merecedores de un aplauso. El tiempo no existe ahí dentro. Es único. Cafetería Santa Gloria: Me gusta mucho su toque vintage, sus cafés y su diversa variedad de pasteles. Mi primer ikigai lo hago ahí, complacida por la sonrisa de la camarera que ya sabe de antemano lo que voy a pedir. He pasado largos momentos trabajando mis primeros esbozos escritos en mi mesa siempre asignada. La cafetería forn de la Laia Baez La descubrí por casualidad y me enamoré de su mobiliario al estilo de los sesenta. Es muy familiar. Sientes como si estuvieses en tu casa. Es pequeña pero acogedora. Algunas tardes viajo con mi portátil a otros mundos, sentada en una de esas mesas redondas. Cafetería Kumato, Ubicada en Balmes, también es un lugar que frecuento. Muchas tardes iba allí para escribir y conversar con David, un simpático camarero que poco a poco se fue convirtiendo en un amigo. El lugar es bonito. Tiene mucha luz y un gran surtido de dulces y bebidas. Es un lugar que puedes elegir para inspirarte. Está en plena avenida, pero una vez cerradas las puertas, es como si entrases en otra dimensión. Hay muchos lugares idóneos para escribir, pero yo siento debilidad por las cafeterías. Me quedo largo tiempo en ellas, siempre que puedo y la confianza me lo permite. En ellas encuentro algo insólito. No sé si es por el enjambre de gente que entra y sale, o el ruido de la cafetera que no tiene descanso, o tal vez el ambiente y el paisaje que se percibe a través de las ventanas. Tienen ese toque mágico y literario. También inspiran las vistas del Montjuic, Tibidabo, el barrio gótico, el puerto de las golondrinas, las playas de Barcelona y los variables parques que rezuman su propia belleza e historia, indiferentes de su longitud. En las primeras cafeterías nombradas hago mi ikigai. Esto proviene de un concepto japonés que significa la razón de vivir. Es por así decirlo, una razón para levantarse por la mañana. Mi ikigai creativo es este: levantarme siempre temprano e ir a tomar mi primer café de la mañana en una de esas cafeterías que tengo a mano para dar rienda suelta a mi imaginación y plasmar mis pequeñas historias en mi fiel cuaderno hasta que me duela la mano o sé que la trama merece su descanso. Me pasaría todo el día en una cafetería que me inspirase y no darme cuenta de que ahí fuera existe un mundo distinto. Honoré de Balzac dijo: “Cuando bebemos café, las ideas marchan como un ejército”

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