08-05-2022

Muchos locales han cerrado como la tienda de fotografías Kodak, ubicada en la avenida de Andalucía. Cuantas veces yo había entrado en esa tienda para hacerme las fotos de carné o para revelar mis fotos con mi cámara de un solo uso. Mis distintas edades impresas para siempre en formato 15x20.

La cafetería “el tren” en la avenida Madrid era mi favorita. Tenía un estilo retro. Del techo pendía una larga vía de tren y sobre él circulaba una locomotora de juguete que hacia su recorrido mientras disfrutábamos de las tostadas gratinadas, los cafés con leche y los batidos naturales con nata m o n t a d a en vasos XL. La pequeña pizzería Corleone en la plaza San Ildefonso. Un Take away. Porciones de pizza suculentas y kebabs.

No faltaba nunca cuando veníamos de fiesta, sentados en los bancos de piedra iguales de fríos que la noche. Comiendo con gusto una porción de pizza o durum que el Corleone siempre predisponía hasta la madrugada.

La tetería ubicada también en San Idelfonso, cuyos creps eran tan finos como un junco, pero riquísimos. Los batidos naturales y gran variedad de tés. Cojines acolchados, asientos rectangulares. Mesitas pequeñas. Lamparitas menaras, apliques de cobre pendiendo del techo. Música árabe. Estar allí dentro era como estar dentro de un palacio. Podías tirarte horas y olvidar que el tiempo existía. Siempre íbamos ahí para finalizar nuestras quedadas o cuando el frio se hacía insoportable. Nuestra juventud ha latido con la música en discotecas como: La Heaven, La San Carlos, Zar one, Moët, etc.

“el cine Avenida, el cine Cervantes e incluso el Alkazar. Cuántas tardes provechosas viendo películas de estreno junto a un bol grande de palomitas. Y las fuentes de los cubos rojizos de hierro soldado en el parque de la Discordia.”

Al salir de todos esos locales reventados de gente no podía faltarnos alguna empanada o bocadillo de la pastelería la Colmena, en Peñamefecit. La noche era prometedora. La habíamos vivido. Bastaba sentirlo. Los cines de antes: el cine Avenida, el cine Cervantes e incluso el Alkazar. Cuántas tardes provechosas viendo películas de estreno junto a un bol grande de palomitas. Y las fuentes de los cubos rojizos de hierro soldado en el parque de la Discordia. Hace años había pequeños peces que yo solía mirar embelesada cuando paseaba con mis padres. Aún subsisten los patos en la charca alargada del parque. Otra cosa que recuerdo con mucho cariño es el asador de pollos “el Mengibeño” ubicado en la calle Severo Ochoa 6.

Los pollos, las tortillas de patatas y los churros eran una auténtica delicia, y nuestra fiel comilona los domingos. Cuando paso por ahí solo veo una casa abandonada, casi fantasmal. Hay varios locales que ya cerraron sus puertas como la tienda Pioneros en la Avd. Madrid, cuyo recuerdo me remonta a cuando iba con mi padre a comprar sus fieles discos de vinilo. Pasan tan rápido los años que apenas nos damos cuenta.

Siento una dualidad que muchos sienten. Felicidad por haberlo vivido y tristeza de saber que no retornarán aquellos momentos. Pero nos queda la dicha de recorrer las calles que tan bien conocemos, amando cada perfección e imperfección de nuestra tierra. Jaén es como una semilla que abraza sus montañas. Es esa belleza la que me conmueve cuando la veo de lejos, al igual que me conmueve todo lo que he vivido y viviré por siempre allí.

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