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Tengo que reconocer que es la primera vez que escribo algo referente a unas elecciones y no tengo que hablar de ningún ayuntamiento ni de ningún parlamento... |
2023-04-23
Tengo que reconocer que es la primera vez que escribo algo referente a unas elecciones y no tengo que hablar de ningún ayuntamiento ni de ningún parlamento.
Porque las elecciones a las que me refiero son las convocadas para elegir a la persona que va a ostentar los próximos años del título de Rector/a Magnífico/a de la Universidad de Jaén.
Seguramente, en otros procesos iguales de la aún joven, pero ya con recorrido UJA, lo he visto todo más desde la distancia, porque es un proceso que no está abierto a la ciudadanía, lógicamente, sino solo a la comunidad universitaria, entendiendo como tal alumnado, profesorado y trabajadores de la universidad. Es posible por ello que anteriormente se haya producido el mismo seguimiento que ahora por parte de los medios, pero la verdad es que suelo seguir toda la actualidad y no tengo recuerdos de que así fuera.
Pero el caso es que esta vez me está pareciendo que la cobertura que se le está dando desde los medios es mucho mayor. Algo que llama más la atención teniendo en cuenta su carácter cerrado.
Ver cómo, por ejemplo, el Diario Jaén organiza un debate entre las personas candidatas, lo retransmite por YouTube y luego dedica un buen especial a contar los programas de cada una y a hacer una breve entrevista, además de haber seguido la presentación de las distintas candidaturas, ya es signo de que algo hay que ha provocado que haya mayor interés.
Y es que no podemos olvidar que este proceso llega justo cuando parece ser que la financiación de la UJA está en entredicho, al menos su viabilidad, y al mismo tiempo se ponen en marcha titulaciones que eran aspiraciones históricas, como es el caso del grado en Medicina.
¿Es posible, me pregunto, que realmente nos hayamos dado cuenta del papel principal y primordial que debe jugar la institución universitaria en la sociedad? ¿Es un signo de que la tan recurrente apertura de la universidad a la sociedad, hasta ahora reducida en muchos casos a una apertura hacia las necesidades de las empresas, pueda estar ocupando el espacio que le corresponde?
Porque podríamos debatir largo y tendido sobre el papel de la universidad como institución, pero creo que enfocarlo como una antesala de lo que las empresas necesitan es reducir a las personas a una condición de fuentes de producción. Craso error, en mi opinión, puesto que su papel debería ser el de colofón en la formación personal del alumnado, preparándolos para enfrentar, de manera inminente, lo que debe ser su aportación al entorno social en el que vivimos.
Y todo ello, por supuesto, sin dejar de pensar en el hecho de que estemos compatibilizando debatir la financiación de la educación superior pública con el hecho de que desde quienes deben garantizarla estén más preocupados por favorecer la implantación de universidades privadas que funcionan, en muchos casos, como mercados del “tituleo”.
Es posible que desde estas empresas educativas privadas nos quieran vender que su profesorado son personas de prestigio en sus carreras profesionales, pero yo prefiero el prestigio y la garantía del proceso abierto y democrático de acceso a los cuerpos de la administración del estado.
Tengo mi opinión al respecto de si es necesario que cada provincia tenga una universidad y supongo que llegar a una u otra conclusión dependerá de si somos capaces de crear un sistema de becas y ayudas que posibilite realmente a toda la población acceder a los estudios superiores, para lo que la ubicación y los desplazamientos son fundamentales, haciendo en muchos casos decidirse por una carrera u otra, pero lo que sí tengo claro es que lo que no necesita Andalucía (ni España) es contribuir a un mercado donde se te garantiza un título superior, siempre que puedas pagarlo.
Creo que el compromiso de todas las personas que forman la comunidad educativa universitaria debe ser mejorar los servicios, incrementar la calidad y asegurar el funcionamiento y el acceso realmente democrático y universal. Reducir los méritos necesarios y abrir el abanico de posibilidades hasta límites insospechados no favorece ese aumento de la calidad, sino todo lo contrario. Que todo el mundo tenga la posibilidad de estudiar una carrera de su elección, sí. Que todo el mundo tenga que ser ingeniero, abogado, médico…, pues no.
En definitiva, y volviendo al tema inicial de este artículo, tengo que decir que me alegra que las elecciones al rectorado tengan la importancia que se les están dando en los medios de comunicación. También me alegro de que personas de la valía y el bagaje de quienes se han presentado hayan decidido dar ese paso importante que muestra, en cualquier caso, su compromiso con la UJA y, quiero pensar, con Jaén. Estoy convencido de que gane quien gane hará lo que crea mejor en beneficio de la UJA y de la provincia. Es una elección de éxito seguro, aunque en los matices puede estar la diferencia entre unos escenarios y otros.
No voy a expresar aquí mis favoritismos, como es lógico, pero sí me gustaría exponer un deseo, y es que creo que ya es hora de que la UJA, como toda la sociedad en general y el entorno educativo en particular, refleje realmente la capacidad y la entrega que las mujeres llevan años demostrando y tengan la representación que merecen. Son ellas, a todos los niveles, quienes más han contribuido al desarrollo de la Universidad de Jaén y son ellas, sin duda ninguna, quienes van a escribir las mejores líneas en la historia de esta institución, porque ya lo están haciendo.
Por eso creo que es hora de sea una mujer quien tome las riendas de esta institución, pero no para hacer lo que haría un hombre, pero con nombre femenino, sino para dar un giro feminista al funcionamiento de la Universidad. Un impulso de inclusión y cuidados para toda la comunidad y la sociedad, que cambie el día a día y todo el entorno de esta institución tan importante y querida y la adapte decidida y definitivamente al siglo XXI.
