Los demás votaremos para conseguir una sociedad mejor y más justa para todo el mundo. Hasta para aquellos que van a hacer todo lo posible para que no lo consigamos.

2023-07-16


“A veces uno sabe de qué lado está cuando ve quien está al otro lado”. Leonard Cohen.

Volvemos a estar de campaña electoral. Esta vez tocan Generales. Lo más. Y en plena ola de calor. Y algunos ni así hablan de cambio climático. Claro que otros sí que hablan, pero es para negarlo. Y negar otras cosas. Ya puestos. Al fin y al cabo, luego nadie da explicaciones de lo que ha dicho. Ni de las mentiras que dice, ya sea en debates o en mítines.

Pues bien, a lo que iba, que me disperso. Que volvemos a estar de campaña electoral. Ese momento en que la política más se parece a una campaña publicitaria de cualquier gran almacén, y que parece manejarla no un comité político sino un gabinete de marketing. Porque las campañas se han vuelto eso.

Todo se analiza y todo se somete al mercado de las redes. De hecho, si sois un poco curiosos (de curiosidad, no de limpios, que también) podéis ver como en las redes sociales, auténticos barómetros de lo que a la gente le interesa, aquellos posts que explican medidas más elaboradas y complejas son aquellos que menos relevancia y recorrido alcanzan. En cambio, aquellos que nacen del populismo y el ruido tienen enseguida cientos de seguidores.

Ahora, cada vez más, se vota a alguien. No una idea o un programa. Ni siquiera un partido. Nos dicen “Vota Fulanito o Menganita” como si Fulanito o Menganita fueran a hacer la hercúlea tarea de gobernar ellos solitos.

A todo esto, como sucede con el marketing comercial, la novedad es un plus. Para lo bueno y para lo malo. A los insatisfechos que todo les parece caduco, les atrae la idea de algo nuevo, y a los inmovilistas les provoca desconfianza todo lo que no sea “lo de siempre”.

Y ahí, posiblemente, radica el interés que está despertando SUMAR y Yolanda Díaz. Son nuevos, pero no lo son. Son de lo de siempre, pero no lo son. Dicen lo que otros llevan tiempo diciendo, pero no lo hacen. Proponen cosas nuevas, que en realidad no lo son tanto.

SUMAR es hablar de lo cotidiano, de la realidad diaria de miles de familias. Especialmente de aquellas para las que cada día es un encaje de bolillos. Justo cuando más se hablaba de la superación de los conceptos izquierda-derecha, han venido a demostrarnos que la izquierda existe y las clases sociales y su lucha, también.

Y esa realidad cotidiana se compone de empleo, de vivienda, de servicios públicos, de servicios sociales… como se ha dicho siempre. Pero también de cambio climático, de energía, de transporte, de bienestar, de cuidados, de justicia social… que parecían debates de salón ajenos a la vida diaria, pero que están ahí y cada vez con más fuerza.

Y hay quien lucha contra todo eso. Con todas sus fuerzas. Propias y ajenas. Y, además, lo hace a pecho hinchado, pavoneándose de las barbaridades que sueltan. Diciendo a boca llena yo soy el que defiende este modelo que va a acabar contigo y con tu modo de vida, pero te digo que soy tu adalid. Y además esperan que te lo creas, porque hay quien lo hace.

Y vienen los listos. Y hablan de “voto útil”. Que ahora todos apelan a él, ¡con lo inútiles que se les ve en muchas ocasiones! Y nos quieren vender la idea de que el voto útil es el que va a su mochila. Ya sean grandes o pequeños. Para acabar con éste o con aquél. El voto a ellos, es el voto útil. Dicen. A veces es muy útil, pero no para ellos, sino para otros que se frotan las manos de ver cómo les hacen parte del trabajo y solo tienen que esperar a recoger los frutos.

Para mí el voto útil no es para acabar con nadie, es para construirlo todo. No es el que le quita o le da un escaño a uno de los dos partidos más votados. Es el que decide para qué lado cae el escaño en disputa. Ése que cambia de lado si las circunstancias se dan. Y ése se decide por el voto útil. El que puede afianzar una mayoría de progreso o de oscuridad.

En las últimas fechas han vuelto figuras que creíamos olvidadas. La censura, por ejemplo. Y hay a quien no le parece importante, pero es un arma peligrosísima, porque se trata de decirle a la gente lo que puede ver, lo que puede leer, lo que puede pensar. Quizá ya no nos acordamos, pero es un indicativo de tiempos muy oscuros que ojalá no vuelvan.

Y luchar contra eso, eso es voto útil. Conseguir que los avances sociales de los últimos años no desaparezcan, eso es voto útil. Demostrar que no nos conformamos con ellos, sino que queremos más, eso es voto útil. Hacer que nuestro Gobierno afronte la emergencia climática sin dejar a nadie atrás, con justicia social, eso es voto útil. No ceder ni un ápice en la defensa de Derechos y libertades frente a quienes los niegan, los menosprecian y los eliminan, eso es voto útil. Defender los servicios públicos esenciales frente a quienes solo los ven como fuente de negocio, eso es voto útil.

Y dicen algunos que quien está a la cabeza del movimiento que propone todo eso “es una mujer muy peligrosa”. Claro que para quien lo dice ya solo por el hecho de ser mujer y pensar, ya le resulta peligrosa. Y luego está lo que esa mujer dice, lo que propone. Habla de igualdad real, de no retroceder en derechos y libertades, de garantizar un nivel de vida, de trabajar menos y vivir mejor, de convertirnos en potencia verde. Y encima lo ha hecho siendo capaz de aunar esfuerzos y comprometer en el proyecto muchas sensibilidades que hasta ahora parecían incapaces de remar juntas.

Claro, es que así, se entiende el miedo de ese señor.

Pues nada, el que tenga miedo a la libertad, a la creatividad, al debate y a las propuestas, a la ciencia, a afianzar los derechos y las libertades y hacerlo por igual, a permitir que España progrese de una vez y se ponga a la cabeza de un mundo que no va por donde ellos creen, a la alegría y a la esperanza, todos esos, que voten lo que crean conveniente.

Los demás votaremos para conseguir una sociedad mejor y más justa para todo el mundo. Hasta para aquellos que van a hacer todo lo posible para que no lo consigamos.


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