... Al paso que vamos tendremos que acabar hablando con susurros, porque cualquiera se siente con derechos para intervenir en tu conversación,

2023-09-10

Ten cuidado

 

Ten cuidado con lo que haces, dices, omites, o compartes. Ten cuidado, de esas miradas con las que te cruzas y que parecen estar en Babia, o en sus cosas, porque siempre hay cerca de ti, alguien observando, evitando coincidir la visual, que se anda con disimulo, pero con la oreja puesta y muy pendiente de forma latente, de todo lo que ocurre a su alrededor (el tuyo), durante las esperas que hacemos a que nos toque nuestro turno sea en la cola que sea. 
Ten cuidado, si se te acerca una señora mayor en la carnicería del supermercado y te pregunta si hay que pedir la vez o es por número para que la atiendan, porque si por accidente llevas dos números y compartes uno con esa persona, te puede reprender el montapollos de turno para regañarte y afearte la empatía y la solidaridad, porque él está supuestamente renegado por tener que esperar. 
El montapollos, esa figura tan corriente de encontrar, suele provocar situaciones incómodas, inútiles y nerviosas. Este personaje buscaba ser el centro de atención sin éxito, pues la elevación de voz de este energúmeno y la distancia que había entre nosotros creció cuando le contesté a la pregunta que me hizo: ¿Y qué número le has dado? El ochenta y dos, le contesté, ¿Lo quiere usted?, rematé. Él tenía un número muy, muy inferior. Por lo cual, ya no reclamó más.
Pero el renegado, lejos de pedir disculpas, empujó su carrito y tomó más distancia, porque su metedura de pata había sido invasiva con una gran carga de mala educación. Creyendo que con el silencio blanqueaba el mal rollo. 
En estos tiempos que vivimos parece ser que hacer un favor a alguien, devolver el dinero que te han dado de más en una cuenta equivocada, tirar los papeles en una papelera, decir la verdad, anteponer una urgencia, o una necesidad a cualquier situación donde solo invertimos algo de paciencia, o ser respetuosos, son escenarios que parece brillan por su ausencia. Y cuando se dan estas bonanzas, las que ofrecen la caridad y la buena educación, todo tiene otro color, vas ladeando las cacas de perro cuando paseas con otra objetividad, soportas las esquinas marcadas con desechos orgánicos, las latas de bebidas vacías abandonadas en la calle, las barreras arquitectónicas, o la dificultad para encontrar aparcamiento tras dar unas vueltas incluso sabe menos amarga, entre otras particularidades tan descriptivas de esta sociedad tan escasa de valores donde vivimos demasiado deprisa. 

Al paso que vamos tendremos que acabar hablando con susurros, porque cualquiera se siente con derechos para intervenir en tu conversación, creyéndose que le has dado vela en el evento.

Ten cuidado, también con las grabaciones, porque rara es la persona que no camina teléfono en mano y te puede ir grabando, por las razones que se plantee sin más. 
Ah, se me olvidaba, ten cuidado, porque sin quererlo, ni beberlo, te pueden soplar un piko, que a pesar de no ser deseado y haber sido grabado el momento, te pueden buscar las vueltas tal que casi tendrás que demostrar que te están robando tu dignidad y el ladrón de besos encima irá de víctima felona. Tal cual como una peccata minuta.
Y ten cuidado con quienes compartes tu opinión, porque siempre encontrarás quienes atajan lo contundente de la actualidad, como es el ultraje, el acoso, y los asesinatos de las mujeres, para decir que el tema está muy manido, que están muy cansados del mismo tema, y que todo es una cortina de humo para no hablar de las verdaderas cosas importantes que están ocurriendo… como si la agresión a una mujer no fuese lo suficientemente importante como para hablar de ella todos los días desde el Neolítico.
Ten cuidado la próxima vez que elijas nacer en un cuerpo de mujer, porque si las cosas ya están feas ahora, te aseguro que pueden empeorar sin paños calientes. En definitiva, mujer, ten cuidado.


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