2022-01-01


“¿Por qué en todos los cuentos los lobos son siempre los malos? Cansado de escuchar respuestas que no lo convencían, Ulises decidió preguntárselo a ellos…”

“¿Por qué siempre los lobos hacéis daño?...” “¿Sois malos de verdad?”

“No. A nosotros nos gusta jugar, tener amigos y no queremos hacer daño a nadie. Pero los escritores han decidido que seamos malos,… y no nos gusta…”

Estas frases, sacadas de un precioso cuento escrito por mi compañera Alicia Hortelano, y que ella amablemente me ha permitido utilizar, sirven como arranque de este artículo para tratar un tema que forma parte de nuestras vidas diría desde que el mundo es mundo.

Nuestra sociedad está plagada de estereotipos: El bueno y el malo, el listo y el tonto, el guapo y el feo, los niños inocentes y los ancianos venerables, las buenas familias y las que “no lo son”, y me faltaría espacio para enumerar todas las etiquetas que abundan en nuestra vida diaria. Y solo son clichés que, por repetidos, hemos terminado considerándolos ciertos. No lo son.

No siempre el bueno lo es, sino que se trata de una fachada, una capa de pintura con que sale a la calle; ni el malo es tan depravado, sorprendiendo muchas veces con obras de caridad mudas, que ya quisieran para sí los catalogados como buenos. Muchos “listos” a veces no saben unir dos palabras con coherencia y, en cambio, hay “tontos” con una sabiduría innata digna de ser tenida en cuenta. Los guapos y los feos… para gustos los colores. Abundan los niños “inocentes” que tienen atemorizados a sus padres, profesores y compañeros; y hay ancianos venerables que, amparados por su edad, tiranizan a hijos, cuidadores que se convierten en las auténticas víctimas sin que el resto de sus congéneres reparen en ello. Nos gusta presumir de pertenecer a una buena familia, familia que a las primeras de cambio se tira los trastos a la cabeza; y ningún padre, o casi ninguno, quiere que su hijo-a se relacione con familias de menos categoría, cuando es posible que estas gocen de unos valores molares que las mejores nunca han conocido.

Un mundo de falsedad que miramos como ciegos, pero que debería cambiar. Ahora que empieza un nuevo año, entre los miles de buenos propósitos, propongo crear una sociedad menos estereotipada.

Gracias Alicia por tu desinteresada colaboración. Feliz Año a los libreopinantes que ponen todo su cariño en cada artículo, y a los que dedican su tiempo a leernos. No olvidemos que hay lobos bondadosos y Caperucitas que dan mucho miedo. ¡FELIZ 2023, SIN ETIQUETAS!


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