... Un cofrade, cofrade, trata de vivir según enseñó el Maestro, Jesús

2024-03-24

 

 

 

Un cofrade, cofrade, trata de vivir según enseñó el Maestro, Jesús

MARIBEL COLMENERO

Conozco a Paco Aguilar desde hace unos años. Conozco su faceta de gran compañero, conozco su potencial como escritor, conozco su humor que saca una sonrisa cuando más se necesita, y conozco su cercanía y humanidad. Sin embargo, hoy, y aprovechando que es Domingo de Ramos, quiero conocer al Paco más devoto y a su cofradía, la Antigua e Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo de la Clemencia, nuestro Padre Jesús de la Caída, Santa María Magdalena y María Santísima del Mayor Dolor; Cofradía de la Clemencia o Cofradía de la Magdalena para los amigos.

— Paco, ¿desde cuándo eres, o te sientes, cofrade?

Soy cofrade desde muy pequeño, y me siento cofrade desde que tengo uso de razón. Aunque existen muchas personas que son cofrades de varias Hermandades, yo sólo he sido y soy de la Cofradía magdalenera. Creo que, si te implicas en una cofradía, ya tienes más que suficiente para poder aportar tu granito de arena; aunque, como es lógico, siempre colaboro puntualmente con quien me lo pide.

Ser cofrade, para mí, no es sólo pagar un recibo y quizás salir en procesión. Es colaborar y aportar todo lo que puedas. Las cofradías deben ser como la familia, si perteneces a ella, se supone que es para darle todo lo que puedas.

— ¿Por qué la Cofradía de la Clemencia?

Mi tío Pepe formó parte de la primera Junta de Gobierno y, desde pequeñín, con unos cinco, me llevaba con él en la procesión. Me explicaba lo que significaban cada imagen, por qué sus nombres y todo lo que yo le podía preguntar, que era mucho, acerca de la organización de la procesión.

— ¿Cómo es el día a día de un cofrade? Y, concretando más, ¿cómo es ese día a día durante la Cuaresma y la Semana Santa?

Un cofrade, cofrade, trata de vivir según enseñó el Maestro, Jesús. Tratando de amar a los demás, comprenderlos y ayudarlos; y amar a Dios, un Padre bondadoso que siempre te acoge por mucho que tú metas la pata.

En Cuaresma y Semana Santa se intensifican los actos de las cofradías, por lo que la vida de los cofrades también. Charlas, cultos, acciones sociales y la preparación de la procesión hacen que el cofrade implicado aumente su actividad, y cuando se abren las puertas del templo para dar salida al cortejo, debes buscar ese momento de recogimiento, de reflexión, de echar la vista atrás y ver los errores que has cometido para tratar de corregirlos. A lo largo de la procesión se han de tener muchos momentos de esos, si no hay que buscarlos. La procesión no debe ser ponerse el caperuz y coger una vela y hacer el recorrido, los carnavales ya pasaron. 

— Háblame de tu cofradía. ¿Qué destacarías de ella? ¿Qué la hace especial para ti?

Desde que se hizo de Semana Santa en 1945, el barrio de la Magdalena la acogió como algo propio, algo suyo. Es, por tanto, una cofradía de barrio, donde siempre ha resaltado la unión entre todos y la entrega por ella. No nos vemos mejores o peores que los demás, simplemente distintos: magdaleneros. Un ejemplo: Llevaba el templo casi 20 años cerrado, en obras, porque no había dinero para terminar la restauración y, viendo que nunca iba a acabar el destierro que nos suponía, nos reunimos unos pocos y decidimos hacer un llamamiento popular. Fue un éxito, no por la recaudación económica, sino por la aportación personal de la gente: albañiles, pintores, carpinteros, decoradores, limpiadores… Sin distinción de sexos. Eso también es otra cualidad que hemos tenido, que siempre hemos ido tos por igual. Por eso fuimos la primera cofradía que tuvo costaleras o mujeres en la Junta de Gobierno.

— ¿Y en cuanto a las imágenes titulares? ¿Hay alguna que despierte en ti un mayor fervor?

Escultóricamente, el Señor de la Clemencia es una pasada, por su tamaño casi real, por su naturalidad, por su grandeza. El Caído tiene una cara que te enamora, nada más verlo, un sufrimiento apacible y tranquilo. Mi María Magdalena es mi… con esa mirada que traspasa hasta lo más hondo de tu alma; hablo tanto con ella… Y la Virgen del Mayor Dolor con San Juan, son el reflejo de las madres y sus hijos; quién protege a quién. 

— ¿Por qué San Juan Evangelista no aparece en el nombre de la Cofradía?

Quizás porque en el inicio de la Cofradía no existía esa imagen, y después no se ha realizado el papeleo necesario para incorporarlo. Ahora parece que está en proyecto.

¿Cómo ha sido tu trayectoria cofrade?

He desempañado todos los puestos de la Junta Directiva, siempre he estado para lo que me indicaran. Ahora bien, de manualidades, nada de nada, así que a la cuestión de fabricanía nunca me he acercado.

— Hace unos años pronunciaste el pregón extraordinario de la Clemencia con motivo de su 75 aniversario como hermandad pasionista, ¿qué resaltarías de esta experiencia?

Una satisfacción enorme que los dirigentes pensaran en mí para una cuestión de tan elevada importancia. Una responsabilidad muy, muy grande. Una oportunidad única de hablar de mi cofradía y de lo que creo que debe ser un cofrade, que no lo veo igual que un cofradiero.

— Si no me equivoco, el acto coincidió con la pandemia, ¿ayuda pertenecer a una hermandad como la vuestra a sobrellevar con mejor talante trances tan duros como este?

Fue al final de la pandemia, uno de los primeros actos que se realizaron cuando comenzó a normalizarse la situación. No sé si la pandemia la llevé mejor o peor que otra gente con otras creencias. Sólo sé que reflexioné mucho, las imágenes me llevaban a sus mensajes, a seguir subiendo la cuesta.

— Volviendo a temas más agradables, ¿qué opinión tienes de la Semana Santa de Jaén?

La de Jaén o la de cualquier sitio, al menos de Andalucía, tiene dos vertientes: la turístico-festiva y la espiritual-religiosa. Para un cristiano, para un cofrade, si te quedas sólo en la primera parte, pues ni eres cofrade ni cristiano. Es lo que yo llamo cofradíero.

Procesionáis el día de Martes Santo, ¿qué significa ese día para un magdalenero?

Es el día grande del Barrio y de todo el que se sienta magdalenero de corazón. Cuando antes se vivía en casas unifamiliares, se pintaban las fachadas para esta fecha, se engalanaban las ventanas y balcones. Ahora, al menos, se cuelgan cientos de escudos de la cofradía por todo el barrio, a lo largo del extenso itinerario de la procesión.

— ¿Qué lugar del itinerario que recorréis aconsejarías para ver la procesión?

La zona del Pilar del Arrabalejo, la calle Campanas y entrada a calle Maestra, la vuelta al barrio, desde la Pila del pato hasta la misma puerta del templo…

— ¿Qué banda o bandas de música os acompañan en vuestro recorrido?

Actualmente, la Agrupación Musical de la Estrella va tras el Caído y lleva tantos años que son parte intrínseca de la procesión. Tras el Señor de la Clemencia, la Banda de Cornetas y Tambores de Fe y Consuelo de Martos, que también van sumando años y compenetración. Y ayudando el caminar de las costaleras de la Virgen, la Banda de Música Pedro Morales, de Lopera.

— Hablando de música, ¿cuál es tu relación con la Banda Sinfónica Ciudad de Jaén?

Mi hija pequeña comenzó a tocar en la Banda y algún día me acerqué a llevarla al ensayo, saludé, me ofrecí en colaborar en lo que hiciera falta y ahí llevo ya un tiempo, casi 17 años. Ahora de Presidente, pero eso es lo de menos, lo importante es que me dejan seguir echando una mano.   

— Un ejercicio de imaginación: Martes Santo, todo preparado en la iglesia de la Magdalena, la emoción a flor de piel y… comienza a llover, esa lluvia que tanto se necesita. ¿Qué pasaría por la cabeza de cualquier cofrade?

Desde muy temprano nuestras miradas se escapan al cielo para intuir cómo va a ir la meteorología por la tarde. En el templo todo es un ir y venir; pausado pero continuo. Los últimos detalles, la atención a las decenas de visitantes, los saludos afectuosos con los cofrades que viven fuera el resto del año, y los nervios que se van aposentando en la boca del estómago. Un poco antes de la hora prevista se reza la oración de salida, se da la orden para abrir las grandes puertas del tempo, y se escucha con un enorme cosquilleo por la espalda el canto que dice: Ya sale Jesús, llevando su cruz, mirando hasta el cielo. Silencio, silencio, Jesús Nazareno.

Y por desgracia, en los últimos años hemos sufrido, con demasiada frecuencia, la aparición de la lluvia. Entonces la tristeza, la pena, el dolor, la desolación, la impotencia nos inundan. No poder acercar las imágenes a tantos que no pueden llegar a ellas. No poder mostrarlas a tantos que, aunque no crean, disfrutan con lo bello, reconocen el trabajo bien hecho o la labor social y espiritual que se realiza.

Lágrimas, abrazos, frases como Él lo ha querido así, otro año será, oraciones íntimas o comunitarias.

 

— Por último, las cofradías realizan una importante labor caritativa en pro de la sociedad, ¿cómo podría la sociedad responder, agradecer esa labor a las hermandades, en concreto a la de la Clemencia?

Particularmente, yo, solo pido respeto. Si no te gusta lo que hacemos, nadie te obliga a seguirnos, pero por favor, como para todo en nuestra vida, respeta al que no es como tú, al que nosotros llamamos nuestro prójimo.

 

Gracias, Paco, por dedicar una parte de tu tiempo a acercarnos a la Semana Santa jiennense y a la Cofradía de la Clemencia.

Francisco de Paula Aguilar Barranco (Jaén, 1954), miembro de la tertulia cofrade Calle Maestra, vicepresidente del Consejo de Bandas de Jaén, miembro de la Asociación Literaria Café de Palabras y, por supuesto, cofrade: literatura, arte, música y pasión, unidos en la misma persona. Y la Antigua e Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo de la Clemencia, Nuestro Padre Jesús de la Caída, Santa María Magdalena y María Santísima del Mayor Dolor, con sede canónica en la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena (Jaén, España) y salida procesional en la Semana Santa jiennense en la tarde-noche del Martes Santo. Ambos, persona y hermandad, forman parte de la Semana de Pasión de esta capital andaluza.


 

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