... “sé que lo soy, me encanta cocinar innovando, probando nuevos ingredientes”

2024-04-07

 

 

"sé que lo soy, me encanta cocinar innovando, probando nuevos ingredientes"

MARIBEL COLMENERO

— Rosa, ¿cuándo y por qué decidiste escribir este libro?

Fue todo un proceso de causalidades, no de casualidad, que es algo bastante distinto; creo que era mi momento y nació la oportunidad, había un plazo para ello, entonces con ilusión me puse en marcha y todo siguió su camino.

— Dices estar muy orgullosa del título. ¿Por algún motivo más de ser un fiel reflejo de su contenido?

Sí, me ayudó a comprender e integrar que cada día, minuto, es una nueva etapa y valorarlo.

— ¿Qué otras obras, artículos, relatos… has escrito?

Poca cosa. Un relato corto: Otoño e invierno; el relato Maternidad consciente, perteneciente a un libro colaborativo con más compañeras, a través de la editorial Diversidad Literaria; una obra de teatro infantil, La luna, un misterio o un descubrimiento.

— Eres una mujer creativa. ¿A qué dedicas tus ratos de ocio además de a escribir?

Sin duda, sé que lo soy, me encanta cocinar innovando, probando nuevos ingredientes. Mis ratos de ocio, los utilizo para disfrutar de la naturaleza, sobre todo el mar, dar largas caminatas por la arena blanca de mi querida Mallorca; también me gusta la música, ir a conciertos, al teatro y al cine; pero soy selectiva, no me va cualquier cosa.

— Me gusta tu idea de asimilar las etapas de la vida a las estaciones del año, y la forma en qué lo haces. Háblame sobre ello.

Para mí cada estación va marcando las etapas de nuestra vida. El verano, plenitud, conexión con la vida, como el niño conectado a su esencia, el niño vive, no sobrevive, es fresco y caluroso como el verano y todo está en él. Primavera, adolescencia, cambios de humor, desconcierto, como si la vida buscara a través de esta estación su punto de equilibrio yendo de una polaridad a otra, ej. amor y en el otro extremo odio. Otoño, los árboles pierden sus hojas; es una estación de vaciado, volver a rellenar con brotes y hojas nuevas, dejando patrones, hábitos poco útiles y dejar que la renovación salga de dentro de ti. Invierno, recogimiento, la estación invita a ello, ponerse el abrigo tus experiencias, tu calefactor, el Amor y la chimenea encendida de tu alma. Esta etapa puede ser dura, pero depende de dónde quieras ver, o puedas. Si eres agradecida, te darás cuenta de todo lo que la vida te ha regalado. Si te observas, y observas sin juicios, te darás cuenta de la sin-cronicidad entre las estaciones y las etapas de la vida.

— ¿Qué piensas del destino? ¿Las personas nacen con el suyo escrito o pueden hacer algo para cambiar su suerte?

Yo creo que, mitad y mitad, algo está en ti, que no puede ser cambiado; pero sí que hay muchas cosas, y la mayoría depende de nosotros; de nuestra voluntad, fe y esperanza. Y si pides ayuda a la voluntad divina. Ella te dará los momentos íntimos de comprensión, para que halles tu camino.

Si te parece bien, voy a alternar preguntas sobre las etapas de Rosa y las que aparecen en tu libro.

— ¿Cómo era la Rosa niña?

De pequeña me llamaban Rosita, tenía unos ojos color marrón enormes, me encantaba pararme y mirar las cosas. Después hacer mis propias creaciones, disfrazarme e inventar personajes. Me encantaba vestirme con mi sombrerito, y mis pequeños zapatos. Me sentía como una mezcla de princesa y Cenicienta.

— Asocias la niñez al verano: calor, inocencia, amor, ilusión; ¿qué opinas de los niños que viven en un permanente y cruel invierno?

Creo que es antinatural, no debería ser así. Para mí es uno de los actos más crueles que los adultos y la humanidad cometen. Desde mi mente pequeña y limitada lo juzgo y desapruebo totalmente, pero me pregunto: ¿quién soy yo para saber el porqué de los enigmas del universo?

— Los niños son seres moldeables, ¿qué consejo darías a los adultos para que guíen a estos pequeños de la manera más acertada?

Que les permitan ser ellos, como decían los Beatles en su canción Déjalo ser. Ellos son pura luz, conectados a la esencia divina, grandes maestros, solo se trataría de acompañar en el proceso, porque a veces los adultos los quieren moldear, les están llevando a un mundo de caos, de normas absurdas, impuestas desde la ignorancia y no desde el amor.

— Hablas de la adolescencia como de una montaña rusa, ¿lo fue la tuya o se quedó en un pequeño montículo?

Un montículo. Reducido, controlado totalmente por un padre atormentado y problemático. Que en su ignorancia y desde este amor controlador, creía hacer lo mejor para mí. Por ello valoro tanto la libertad, pero bien entendida, no confundir con libertinaje.

— Dices que la adolescencia es la primavera de la vida, ¿no te parece esa primavera plagada de grandes tormentas?

 Sí, pero necesarias para encontrar tu identidad, los vaivenes te curten como persona y te hacen cada día más fuerte y, cómo no, más seguro de ti mismo; con un buen autoconcepto y autoestima. Es importante que te valores, y te quieras un montón, no me malinterpretes, ¡por favor! No de una forma caprichosa, sino adecuada y sana para ti.

— ¿Qué diferencias señalarías entre los adolescentes del siglo XXI y quienes lo fuimos en el siglo pasado?

Para mí la adolescencia siempre será la misma. Pero sí que siento que no es vivida del mismo modo. Antes todo era como prohibido, según qué temas eran tabú. Ahora parece ser que es todo lo contrario. Y entre un siglo y el otro está para mí el equilibrio, que todavía no se ha encontrado.

La etapa adulta la relacionas con el otoño, utilizando tus palabras, época algo melancólica, de días de sol con poco brillo, viento y lluvia. ¿Es o ha sido así la madurez de Rosa?

Bueno, ha habido de todo. Para mí la Madurez ha sido mi despertar, ha habido dolor, pero también sanación; conocerme cada día un poco más ha sido una gran aventura. Quererme y que me quieran por lo que soy, no por lo que hago.

— ¿Consideras factible cambiar los hábitos inadecuados que se han ido adquiriendo a lo largo de las otras etapas?

¡Claro! Aunque poco a poco con constancia y voluntad, pero tienes que darte cuenta de que solo te han traído sufrimiento, que te mereces vivir, no sobrevivir. Al querer darte cuenta, tienes que salir de tu estado de falsa comodidad, enfrentándote a algo distinto; suele surgir entre tus familiares y amigos la típica frase que tanto nos asusta, no pareces tú.

— ¿Qué piensas de la crisis de los cuarenta, incluso de la de los cincuenta, sesenta, y siguientes décadas?

Que son necesarias, porque sin ellas no habría evolución. Yo creo que hemos venido a aprender a amar, pero esto no viene con un manual de instrucciones. Como cada uno es único y valioso, debe transitar los senderos tortuosos para hallar el tesoro que está dentro de ti, en el cual se halla la sabiduría, el discernimiento.

— Enlazando con la vejez, ¿cómo dibujas esta etapa en tu vida?

Vamos a ver, yo la dibujo casi perfecta, con ello no quiero decir que no haya dificultades, pero depende de ti cómo lo vivas.  Si estas se viven de un lugar de agradecimiento y paz interior, serán más fáciles de llevar, para ti y los que te rodeen; entonces se creará un círculo positivo donde reine la armonía, la paz.

— Relacionas esta etapa con el invierno, pero dices (y eso me gusta) que no puedes ni quieres hacerlo con una estación fría y dolorosa. Coméntame esto.

Cómo te lo diría, si hay sufrimiento por el deterioro del cuerpo, tendré que aguantarlo, pero depende de mí desde qué lugar decida verlo. Si es del personaje de la víctima o desde la luz de mi corazón. Yo confío en Dios, la vida, como el lector decida llamarlo. Y creo firmemente sin fisura que Él está conmigo en los momentos fáciles y difíciles de mi vida. Un creador jamás abandona su obra y esta, queridos y queridas, sois vosotros. Yo desde aquí os sugiero tener fe, sé que es difícil en este mundo complicado en que vivimos. Pero siempre, después de la tormenta, suele surgir la calma e incluso sale el sol.

— ¿Cómo compensar de alguna forma el deterioro que suelen sufrir las personas ancianas? ¿Cómo redirigirías este aspecto negativo hacia algo positivo, si es que crees que puede hacerse?

Bueno, si tu mente está lúcida, siempre podrás conectar contigo a través de la música que te llevará a momentos gratos, placenteros; también salir a tu balcón o terraza y saborear estas ráfagas de viento fresquito en los días calurosos del verano, sentirlo en tu piel curtida por los años. Calentarte en el fuego de la chimenea, acurrucada en tu sillón, viendo sin miedo cómo la vida transcurre.

—Háblame un poco de Diversidad Literaria, la editorial con la que has publicado este libro.

Para mí la editorial tiene todo mi agradecimiento. Cada cosa que he sugerido, han hecho lo posible para convertirla en realidad. Mención especial a Cristina y Javier por su amabilidad y atención. Gracias.

— Para poner el punto final: Dejando aparte los años que indica tu DNI, ¿cómo se siente la Rosa del 2024?, ¿en qué etapa te situarías?

Me siento bien, con energía, yo me describo como un coche con un buen motor, pero la carrocería algo abollada y necesita ser a veces reajustada. No me siento de la edad que tengo. Mi etapa es la madurez, no vislumbro todavía un cambio de estación, y si fuera así no será para nada de riguroso invierno.

Agradezco a Rosa estas palabras repletas de sabiduría, pues, sin ocultar la crudeza de la vida, intenta sacar en cada una de sus etapas el lado positivo y amable de la misma, que nos permita conducirnos por ella de la mejor manera para no naufragar en un mar embravecido, pero tremendamente bello cuando está en calma. Me voy a permitir extraer unas palabras del Prólogo de su libro Etapas, de uno de los testimonios en él recogidos donde, a mi parecer, se muestra la esencia de esta obra: ella quería aportar luz sobre las etapas de la vida, pero, además, quizás sin pretenderlo, también desnudar su alma, ayudando a sus lectores a entender mejor lo que viven o vivirán. Rosa escribe desde el corazón, reconoce en cada día un presente y, para ella, vivir es una gran aventura. Con su libro Etapas nos invita a brindar, juntos, por la vida.


 

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