FLORI TAPIA 

"cada uno hace una interpretación de la postura del pavo real

2025-10-19

Oh(m) my god

Yo pensaba que era elástica y flexible hasta que me apunté a clases de yoguilates. La palabrita es engañosa, y su rima consonante nada tiene que ver con chocolates. Dulce, lo que se dice dulce, no es esta disciplina que aúna yoga y pilates. El monitor, sí, pero ninguna de las indicaciones que va dando con su voz de caramelo resultan tan apetecibles, a excepción del final de la clase, que nos regala tres pegotitos de bálsamo mientras en la postura del cadáver (lo que viene siendo savasana en el argot yogui) nos entregamos al flujo de la respiración consciente en una especie de yoga nidra interruptus.

La segunda clase rodé a la par que mi fitball y acabé empotrándome contra un radiador de pared con el que mi cabeza hizo freno. Aún tengo el chichón. Yo solo había usado una bola de esas en el último trimestre de embarazo y hasta poco antes del parto, al objeto de facilitar la apertura del canal y aliviar las contracciones, sentada sobre la bola haciendo movimientos en círculo. Pero claro, una cosa es eso, y otra bien distinta es deslizarte sobre la bola como si fueras Aladdin sobrevolando con su alfombra el desierto de Arabia. Entre que la esterilla se me escurre, la bola se rebela y yo me pierdo, te puedes imaginar el espectáculo.

El caso es que lo disfruto. Intento llegar hasta donde mis años, mis kilos y mi coraje me permiten, aunque a veces muero en el intento. Cuando eso sucede activo el modo observador y veo cómo cada uno hace una interpretación de la postura del pavo real, del tigre o de la madre que parió a cada una de las especies del Arca de Noé, porque no recuerdo más animales juntos desde la última vez que fui a Faunia. El gato-vaca lo bordo, pero claro, es que no tiene más enjundia que ponerse a cuatro patas y adoptar una postura cóncava seguida de otra convexa arqueando la espalda y haciendo lo propio con la cabeza.

Pero Carlitos va más allá, y lo que empieza siendo un gato-vaca acaba siendo un flamenco jugando a pescar la luna con el pico mientras con las patas se marca un épaule derriére que ríete tú de Maya Plisétskaya en El Lago de los Cisnes en el Teatro Bolshói.

Salgo espeluznada como si hubiera estado haciendo la prueba de líder de Supervivientes y soñando con una ducha como recompensa, pero también con la sensación de que soy un elefante en una cacharrería en la que me he metido yo solita por hacer algo nuevo, algo distinto, algo necesario como parte de mi crecimiento personal. Esa era la idea: integrar la parte física a mi espiritualidad, explorar mis vórtices energéticos (chakras) desde ese plano y trasmutar los residuos de las energías más densas a golpe de equilibrios y estiramientos. Bueno, y desconectar de la rutina, que no es poco, y en ese sentido percibo que progreso adecuadamente. Sin embargo, la versión aliexpress de mi propósito pranayama, por ahora, es que salgo chorreando y con la sensación de que no voy a llegar a hacer la vela como dios manda ni en esta vida ni en tres más. Pero por intentarlo que no sea. Namasté.


 

Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment