... Apenas permanece difuminada la localización de aquel modesto hotel donde la claridad del día ha quemado por completo la magia,

2023-11-19

 

Ella fue canción

 

Definitivamente; ella fue una canción de Leonard Cohen, ese melodioso susurro que alcanzan en la penumbra las confidencias entre amantes: «I need you… I don´t need you…» Una canción que rebobinamos aquella noche una y otra vez, hasta tatuarnos su emoción de sábanas revueltas. Aún después de tantos años se me eriza la piel al recordar de repente su cadencia de vals.

La tarareo entonces hasta atosigarme con esa duda eterna que parece colgar de su estribillo, mientras fantaseo alrededor de una distopía en la que esa única noche se multiplica por mil, a la par que la monotonía y el automatismo de los pases de baile, los eccemas en la piel y la dureza en las sábanas hacen acto de presencia. No queda ya en esa proyección mía lugar para la pasión, ni una mínima cuota de fantasía.

Apenas permanece difuminada la localización de aquel modesto hotel donde la claridad del día ha quemado por completo la magia,

provocando un incendio de arrepentimiento y vergüenza, ardiendo infinitamente en la montonera que conformaron nuestras ropas en el suelo.

Ahora ella, no solo es otra canción, sino que tampoco la canta Leonard Cohen. Ese roce, ese desgaste que se produce al regresar de una manera recurrente al mismo y preciso instante, ha variado sus acordes y trastocado su ritmo. Se ha ido ensuciando de manera progresiva, hasta hacerse incontinencia; unas insoportables ganas de gritar con la voz de Janis Joplin: «Come on and cry, cry baby…» Una canción que martillea en mi cabeza su dolor, su desgarro, su desamor, su soledad… y me devuelve sentimientos encontrados que me parecen ajenos, como pertenecientes a otra persona que alguna vez fui, y que logré desterrar bien lejos de mí, a un limbo periférico repleto de pecados veniales que había olvidado casi por completo.

Muevo entonces mi cabeza de una manera compulsiva, como gesto de desaprobación. No puedo permitir que esta distorsión que la memoria provoca sobre lo vivido me convenza de que ella fue todas las canciones que me puedan venir a la cabeza; de que nuestra historia de apenas una noche resuena en todos los estribillos que me ponga a tararear. Pero, definitivamente sí, ella fue una canción y, con los años, también fue otra. Luego, ella ha terminado por ser un disco sencillo. Un recuerdo con su cara A: amable y pegadiza; un paisaje idílico. Y con su cara B: frenética, casi desesperada; un paisaje desolador. Y, para ser sincero, ya no sé con qué canción quedarme.


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