Situaba el peligro en lugares abiertos, bien iluminados y concurridos, ya que lo importante es que se pueda captar el mal, aunque sea a campo abierto y a pleno sol, como ocurre en la famosa secuencia del avión que persigue a Gary Grant en la magnífica película “Con la muerte en los talones”.
2023-01-29
Cuarenta y tres años han pasado desde la muerte del cineasta inglés Alfred Hitchcock y sus películas siguen estando envueltas en ese halo de misterio que constituye el sello característico de su cine y que tanto nos atraen a los que amamos el suspense. Y es que la mayoría de las cincuenta y tres películas que tiene en su haber se desarrollan en este género cinematográfico del suspense, género en el que es considerado un auténtico maestro y por el que ha pasado a la historia. Su obsesión cuando filmaba una película era que la gente saliese contenta de las salas de cine y no se preocupaba demasiado por la opinión de la crítica especializada, que en los primeros años de su carrera tachó a su cine de “comercial”. Pero ¿que tenían sus películas para que consiguieran atraparnos en nuestras butacas? ¿Qué es eso del suspense? Hitchcock tenía una habilidad especial para manipular al público. En sus películas nos cuenta todo lo que va a pasar en la historia, nos preavisa de todo lo que va a acontecer, hasta el punto de que sabemos incluso más que los personajes e intentamos avisarles del peligro que les acecha y al que en unos minutos o segundos se van a enfrentar. Pero no nos pueden escuchar. Somos conscientes de la tragedia que está a punto de desencadenarse y nos quedamos solos, impotentes ante esa terrible sensación (véase el niño que transporta una caja desconociendo que dentro había una bomba en “Sabotaje”). Entonces se produce el suspense. Es un ejercicio sencillo y magnífico de este genio cinematográfico. Otra de las características de su cine consiste en la destreza de situarnos el peligro en los lugares más insospechados. Hitchcock decía que muchas películas llamadas de suspense le aburrían porque estaban aferradas a determinados clichés establecidos (el malvado con aspecto siniestro, los peligros que acechan en callejones oscuros…). Sin embargo, él se apartaba de estos escenarios preestablecidos y jugaba a despistar al espectador que nunca iba a estar seguro de quién era el malvado y quién no. Situaba el peligro en lugares abiertos, bien iluminados y concurridos, ya que lo importante es que se pueda captar el mal, aunque sea a campo abierto y a pleno sol, como ocurre en la famosa secuencia del avión que persigue a Gary Grant en la magnífica película “Con la muerte en los talones”.
Para Hitchcock no existían los héroes por naturaleza. Así en sus filmes, casi siempre ocurre que aquellos que deberían comportarse como héroes nunca lo hacen. Nos suele presentar a los agentes policiales como auténticos inútiles y de nula ayuda para combatir el mal: por otra parte, Hitchcock confesó en alguna ocasión su fobia hacia los agentes de la ley. Sus películas están plagadas de escenas, que ya son célebres en el mundo del cine, como la famosa escena de la ducha de “Psicosis”, basada en el llamado montaje acelerado: multitud de planos muy breves tomados desde diversos ángulos, que se suceden rápidamente en la pantalla y que producen una desazón emocional en el espectador mediante enfoques inusuales. En “La soga” Hitchcock experimenta con la alteración de la percepción del tiempo; pensaba que el tiempo pasa más despacio cuando se perciben emociones negativas y es lo que intenta transmitir al espectador con esta película realizada en ocho tomas de diez minutos cada una. En 1961 un grupo de gaviotas que enloqueció por causas desconocidas, lanzándose contra las casas de la bahía de Monterrey en California, inspiraron a Hitchcock para que dos años después rodara “Los pájaros” una de sus películas más inquietantes y que más me impresionaron en mis primeros años de cinéfilo (durante algún tiempo no dejé de mirar insistentemente las aves del cielo). Alfred Hitchcock es, sin duda, el mago del suspense. Su prolífica producción cinematográfica hace inviable hacer un recorrido por todas sus películas, pero sí conviene recordar las que constituyen sus obras maestras y que forman parte, por méritos propios, del ranking de las mejores películas de la historia del cine: Psicosis, La ventana indiscreta, Vértigo, Los pájaros, Con la muerte en los talones, Crimen perfecto, Rebeca, Extraños en un tren, La soga, Encadenados y La sombra de una duda. Una muestra del cine Hitchcockiano que no deben dejar de ver, si aún no han tenido ese placer.
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