2022-01-01


Supongo que saben lo que es BlaBlaCar, pero si alguien anda perdido lo explico brevemente: se trata de una aplicación que pone en contacto a conductores que publican sus viajes en una web o app y a viajeros que desean sumarse a esos viajes, de modo que comparten coche y los gastos de gasolina para ahorrar en el desplazamiento.

Por tanto, el propietario del vehículo sufraga parte del viaje y el pasajero, por su parte, paga menos de lo que le supondría hacer ese mismo viaje en un transporte público. ¿Pero qué puede suceder cuando cuatro desconocidos comparten un turismo en el que de manera inevitable tienen que conversar? Lo normal es que no suceda nada, o que ocurra lo que podemos ver en “El cuarto pasajero”, la última película de Alex de la Iglesia. El cineasta extrapola un rutinario viaje desde Bilbao, su ciudad natal, hasta Madrid, la ciudad que lo adoptó, en lo que podría ser un viaje por la vida como si esta fuese una carretera. Y en este viaje se embarcan una serie de personajes peculiares, entre los que surgen las mismas situaciones que surgen en la vida: amistades, romances, accidentes, desesperación y algo más. La película, a pesar de su ritmo frenético, está perfectamente estructurada en tres secuencias muy definidas: la gasolinera, el hotel y la caravana de vehículos. Secuencias que coinciden con la presentación, desarrollo y desenlace, elementos básicos de todo relato. “El cuarto pasajero” es ante todo y sobre todo una especia de comedia romántica que se va complicando, con un final absolutamente loco, como no podría ser de otra manera, hablando de Alex de la Iglesia. La película funciona bien con una historia que se va enredando poco a poco y en la que van apareciendo escenas rocambolescas y absurdas, si bien algunas de ellas parecen un poco forzadas. Desde el punto de vista técnico destaca el gran trabajo de Rita Noriega dirigiendo la fotografía, ya que vuelve a demostrar que es una especialista en la iluminación de las tomas nocturnas, dando una lección a los que confunden los planos oscuros con la creación de suspense. El rodaje de esta película nos recuerda rápidamente a “Perfectos desconocidos” del mismo director: en ambas cintas encontramos a unos protagonistas que son un grupo variopinto, con un buen puñado de secretos y una tensión sexual no resuelta. La diferente forma de ser de estos personajes choca, y esta colisión se acentúa aún más cuando estos personajes están encerrados en un coche durante cientos de kilómetros. En el aspecto interpretativo, la película se sustenta en la excepcional actuación del actor Ernesto Alterio, como el caradura de Rodrigo que arranca las mayores carcajadas y que para mí es lo mejor de la historia. Alberto San Juan es Julián, el propietario del vehículo y la persona sensata y razonable que pretende conquistar a una pasajera mucho más joven que él. Esta joven es Lorena (Blanca Suárez), una chica romántica y familiar, la que parece más formal del grupo. Y, por último, está Rubén Cortada (famoso por la serie El Príncipe) que es el guaperas del grupo y el último en sumarse al viaje. El resto del reparto, ya fuera del coche, se completa con las sorprendentes interpretaciones de Carlos Areces (con un papel mínimo, pero cuya presencia es siempre de agradecer) y Jaime Ordóñez (ese guardia civil al que no se le escapa ni una).

En “El cuarto pasajero”, una vez que arranca el coche, ya no se detiene en un viaje disparatado que conforma una película divertida, sin grandes pretensiones, si de lo que se trata es de pasar un rato entretenido. Supone el regreso de Alex de la Iglesia, después del injusto batacazo comercial de “Veneciafrenia”, a su cine más cómico y comercial, a ese cine a borbotones y absurdo, que nos ha cautivado (cítese “Acción Mutante” 1993, “El día de la Bestia” 1995, “La Comunidad” 2000, “Crimen ferpecto”2004, “La chispa de la vida” 2011, “Las brujas de Zugarramurdi” 2013 y la ya citada “Perfectos desconocidos” 2017, entre otras.

En definitiva, estamos ante una película que ha gozado de una promoción asombrosa (ahí hay mucho dinero), con mucho ritmo, mucha acción (aunque a veces parece excesiva) y buenos efectos especiales, con la que podrán pasar un buen rato. Les aseguro también unas buenas risas que nunca vienen mal, dados los tiempos que corren. Se estrenó el 28 de octubre, permaneciendo aún en las salas con gran éxito de audiencia. Así que palomitas y al cine. ¡Qué mejor se puede hacer en estas tardes de frío!


 

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