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2024-02-11
Fallen Leaves
Si la tristeza tuviera nombre de película se llamaría Fallen Leaves. Así que abstenerse quienes puedan ver herida su sensibilidad. Hay críticos que dicen que en Fallen Leaves no falta el humor, pero tengo que confesar que yo no lo he visto, o al menos yo no me he reído en ningún momento. El director finlandés Aki Kaurismäki presenta la cuarta entrega de la que en principio iba a ser una trilogía llamada Proletariado (Sombras en el paraíso,1986, Ariel, 1988, y La chica de la fábrica de cerillas, 1990), y que va camino de convertirse en una serie cinematográfica. Kaurismäki homenajea en su última película a sus ídolos cinéfilos, Bresson, Chaplin, Godard y Fellini. Y lo hace contándonos una historia en la que nos muestra la humanidad que encierran algunos seres humanos, en un mundo que se estremece por la guerra en Ucrania. Es el eterno contraste entre la bondad y la maldad. Ansa, es una triste mujer, reponedora en un supermercado, y Holappa, un trabajador manual que es despedido de todos sus trabajos por su adicción al alcohol. Dos almas solitarias que una noche se encuentran en un bar oscuro de Helsinki. Dos personas que apenas se hablan y se miran, sin ningún atisbo de pasión, que no saben cómo comenzar una relación amorosa. Una historia de desolación, como pocas, que transita por una ciudad que parece un paisaje de perdición, por el que deambula la oscuridad de sus habitantes. Vidas sin futuro, perdedores que no pierden la dignidad, en una sociedad decadente en la que la explotación laboral muestra su peor cara para estos desahuciados de la sociedad capitalista. Y como hecho recurrente esa sala de cine, también triste, donde los protagonistas acuden cada día para encontrarse. Y también recurrente, esa radio de fondo, emitiendo noticias de la guerra de Ucrania. El director finlandés utiliza una técnica exageradamente minimalista, señal de identidad de su cine, con imágenes fuera de plano que el espectador tiene que adivinar.
En tan solo 80 minutos, consigue trasladar la profundidad y emoción de la historia,
mostrando atención por cada detalle, con una adecuada elección de cada encuadre y con un perfecto uso de la iluminación. Una forma sencilla, sin muchos artificios, de trabajar detrás de la cámara. En lo sencillo, que no simple, también se esconde el arte. En una entrevista, el director finlandés manifestó que prefiere hacer películas de bajo presupuesto, porque trabaja con mayor libertad. En Fallen Leaves, solo ha necesitado un par de actores, un par de escenarios y algunas palabras en el guion. También ha manifestado que esta maldita guerra de Ucrania necesita de historias de amor. La música inunda los bares por los que pasan los personajes, poniendo voz al silencio, casi enfermizo, que rodea todas las estancias que llenan las diferentes secuencias. Las canciones melancólicas que escuchamos, como banda sonora, han sido muy bien seleccionadas y expresan el pesimismo y el desamparo que rodea los lúgubres ambientes nocturnos de Helsinki. Destacan Mambo italiano y Get on.
Alma Pöysti y Jussi Vatanen, están soberbios dando autenticidad a la historia. Son Ansa y Holappa, dos personajes solitarios que lidian con su rutinaria existencia. Dos personas que podemos encontrar en cualquier esquina de nuestra ciudad.
Fallen Leaves es una película de encuentros y desencuentros, como la vida misma, en una ciudad gris y taciturna. Una historia que finaliza con una hermosa elipsis en forma de pillow shot, que representa la llegada del otoño, con esas hojas muertas que revolotean traviesas por un parque. Una última secuencia poética con la que el espectador recobra un resquicio de esperanza, dentro de la desolación que transita por la vida de los personajes. Una cinta que ha obtenido el Premio del Jurado en el último Festival de Cannes. Una pequeña joya que recomiendo para una noche relajada y tranquila. Sin más pretensiones.
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